Pablo Iglesias tenía este jueves todo preparado en el Congreso de los Diputados para un acto de lucimiento personal. Un coloquio con los periodistas Lola García y Enric Juliana, ambos de medios catalanes, en el que podría deslizar mensajes sobre la negociación aún en marcha sobre el futuro gobierno de coalición con el PSOE.
La denuncia de irregularidades de dos abogados despedidos de Podemos enturbiaba en parte el acto, aunque Iglesias evitaba con gran habilidad a la prensa tanto a la entrada como a la salida del mismo. En el interior de la sala Ernest Lluch, la más grande de la Cámara Baja, después del hemiciclo, deslizaba una carga de profundidad contra el negociador principal de ERC con los socialistas, que no es otro que el portavoz de los separatistas en el Congreso, Gabriel Rufián.
Iglesias decía echar de menos a su antecesor en el cargo, Joan Tarda, cuyo "estilo" considera más adecuado que el "ambivalente" de Rufián, capaz, afirmaba Iglesias, "tanto de una cosa como de la contraria". La moderadora García le había preguntado sobre su afirmación, en el libro-entrevista con Juliana, Nudo España, publicado hace un año, del riesgo que para un entendimiento entre "las izquierdas" -tanto la de los partidos de ámbito nacional como los separatistas- conllevaría el "gen Rufián".
Iglesias contestaba diciendo que "por prudencia y responsabilidad" no podría repetir ahora aquellas palabras, aunque afirmaba estar diciendo "la verdad" sobre su deseo de una entente tripartita entre PSOE-PSC con Podemos y ERC que se extendiese tanto al gobierno de la nación como al de la autonomía catalana.