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Arrimadas empieza a explorar la sucesión con un partido gravemente herido

Algunos como Garicano ya toman partido por ella, mientras que Aguado pide conocer qué hará para saber si postularse.

Algunos como Garicano ya toman partido por ella, mientras que Aguado pide conocer qué hará para saber si postularse.
Albert Rivera, tras anunciar este lunes su dimisión, Inés Arrimadas, emocionada detrás. | EFE

Inés Arrimadas lleva dos días de emociones fuertes, llorando de lo lindo en público y en privado. Lo hizo tras el discurso en el que Albert Rivera anunciaba este lunes su dimisión, pero también la noche del domingo, por el batacazo electoral de Ciudadanos. Una debacle singularmente aguda en Cataluña, donde perdió dos de sus cuatro escaños en Barcelona por donde lideraba la lista, y el de Tarragona, quedando además como último partido con representación parlamentaria en esa comunidad, la misma en la que hace dos años la jerezana lograba el hito histórico de derrotar por primera vez al nacionalismo en unas elecciones autonómicas.

Entonces, a finales de 2017, tras el referéndum ilegal del 1-O a cuyos responsables el Tribunal Supremo ha condenado recientemente, Ciudadanos obtuvo más de un millón de votos de catalanes. El pasado domingo se quedó en algo más de 200.000 sufragios, menos que Vox, la CUP o el PP, formaciones que hasta ahora no parecían que le pudieran hacer sombra allí.

Pero ni siquiera esa mácula, acorde con el pésimo resultado naranja en toda España, podría lastrarle las alas si decide dar el paso para suceder a Rivera, su mentor político, tras la dimisión del que hasta ahora ha sido el único presidente de Ciudadanos desde el nacimiento del partido en 2006. Algunos, como el líder de la delegación de Ciudadanos en Europa, Luis Garicano, con el que en ocasiones ha tenido enfrentamientos, ya la animan públicamente. "Arrimadas sería una excelente candidata para presidir Ciudadanos" afirmaba Garicano este lunes en una entrevista en Onda Cero.

¿Aguado como rival?

Otros, en cambio, quieren escuchar sus planes de viva voz y en privado para, a partir de ahí, hacerse una composición de lugar y tomar sus propias decisiones. Es el caso del vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, quien no descarta incluso postularse para liderar el partido, como trasladaba este lunes su entorno, aunque siempre si Arrimadas no tomase ese camino o lo hiciera de una manera que no le convenciera.

Más allá de eso, el camino parece expedito para una de las mujeres con una trayectoria política más fulgurante de España, que además es diputada en el mercado grupo de diez parlamentarios de su partido. Su carrera despegó cuando no perdió el tren que el destino le puso delante en 2014, tras la inesperada renuncia del entonces portavoz de Ciudadanos en Cataluña, Jordi Cañas.

Enseguida se convirtió en portavoz adjunta y, apenas un año después, en la elegida por Rivera para sucederle en Cataluña, donde logró, antes de la citada e histórica victoria de 2017, un primer hito, el de convertirse, el 27 de septiembre de 2015, en el primer partido de la oposición con 25 escaños que le hacían liderar el constitucionalismo, por encima del PSC y el PP.

Camino del V Congreso naranja

De momento, Ciudadanos queda en manos de su Consejo General, el máximo órgano entre congresos, que esta misma semana celebrará una reunión extraordinaria para sentar las bases de la V Asamblea General de la formación. Al cónclave se llegará con el sucesor o sucesora de Rivera designado, en unas primarias abiertas a toda la militancia que hasta ahora no habían pasado de ser testimoniales, dado el indiscutido liderazgo de Rivera.

Al contrario que el último congreso, celebrado en Coslada a principios de 2017, Ciudadanos es un partido que, como repiten incansablemente sus dirigentes, gobierna "para veinte millones de españoles" en las cuatro comunidades donde tienen ejecutivos de coalición con el PP, como son Madrid, Andalucía, Murcia, Castilla y León, además de varias capitales de provincia, incluida la capital de España.

Una presencia institucional que, sin embargo, no ha podido rentabilizar el domingo en las urnas, como prueba que ni en las provincias murcianas ni en las castellano y leonesas obtuvieran representante alguno. El calendario que tendrá que afrontar la nueva dirección naranja tampoco es halagüeño. Baste decir que las elecciones que tocan en 2020 con las de Galicia y País Vasco, territorios que están en el debe de la gestión riverista, dada la nula implantación del partido allí. Será, sin duda, un duro estreno.

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