Apenas se puede ver el interior del panteón de los Franco en el cementerio de Mingorrubio. La cristalera de entrada a la cripta está repleta de flores, coronas, banderas constitucionales de España, botellas de vino en las que aparece en la etiqueta el dictador, macetas, y ramos rojos y amarillos cubren el pórtico al completo.
Ninguna flor está marchita. Huele a fresco, están recién puestas. Destaca una bandera más grande que el resto, tiene un mensaje escrito: "España con Franco". Un vehículo policial se encuentra justo al lado del panteón. "Estamos vigilando por turnos, nunca se queda vacío. No ha pasado nada pero hay que prevenir", nos dice uno de los agentes.
El espectáculo de homenaje floral se puede ver desde la entrada. El panteón donde descansa Francisco Franco y su mujer Carmen Polo es el más accesible a los visitantes. Nada que ver con la distancia que había que recorrer hasta llegar a la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. No es lo mismo 80 kilómetros que 15.
Pedro Sánchez logra con la decisión de trasladar a Franco al cementerio de Mingorrubio lo contrario de lo que pretendía. El presidente del Gobierno en funciones mantenía la teoría de que había que exhumar al dictador con urgencia porque "el Valle de los Caídos era un lugar de peregrinaje y culto al fascismo". Pero la realidad es bien distinta.
El Valle está a rebosar y las visitas se han triplicado después de la exhumación, incluso la hospedería situada dentro de la abadía no da abasto, tienen las reservas completas hasta casi la Navidad como contó Libertad Digital. Apenas un ramo o dos se encontraban encima de la lápida de Franco en el Valle. El interés histórico ha prevalecido siempre. Pero el socialismo y su ansia de reconstruir los hechos al gusto político proclamó el lugar como suyo y sacó al muerto.
Y mientras que el transporte público hasta el Valle se tornaba complicado para cualquier viajero de Madrid: tren hasta Collado Villalba, autobús de higo a breva que subiera al Valle, y taxis carísimos por la distancia; en Mingorrubio los autobuses urbanos salen de la parada de Moncloa y por menos de dos euros te dejan en la misma puerta.
Varias vecinas de la zona se apean de un vehículo. Vienen a visitar a sus familiares. "Es evidente que se iba a llenar de flores, está mucho más cerca que el Valle, ¡no se puede comparar!", exclama una de ellas. Las amigas que la acompañan asienten a la afirmación de la mujer.
Uno de los operarios que se encuentra arreglando nichos, también está de acuerdo con lo que acaba de escuchar. "Entre ir al Pardo o al Valle, si vives en Madrid como la mayoría de gente pues llegas al Pardo antes. Franco está ahora más cerca. Es evidente, pero estos políticos no se enteran de nada", se queja mientras coloca unos ladrillos sueltos.
La buena accesibilidad al panteón ha sido sin duda cosa de Pedro Sánchez. ¿En qué cambia que Franco esté en este cementerio ahora? Quizás el socialista piense que en vista de la afluencia que ha generado al campo santo en el Pardo, haya que trasladarlo de nuevo a un lugar apartado de Madrid. Probablemente, a 80 km en la sierra madrileña, con difíciles conexiones de autobuses, allí estaría bien, claro, sí, en el Valle de los Caídos.