Seis días de protestas en Barcelona han dejado el centro de la Ciudad Condal devastado. Adoquines levantados, escaparates destrozados, terrazas de bares abrasadas y basuras por la calzada por la falta de los contenedores que los radicales han utilizado para las barricadas. Seis días en los que algunos de los vecinos barceloneses han tenido que apagar los fuegos con cubos de agua desde sus ventanas, han bajado desde sus casas con extintores o han tenido que cerrar sus negocios por miedo a que se los destrozasen. "Nos sentimos abandonados... es desesperante", decía este viernes un vecino de la Ronda de San Pedro cuando llegaba a su portal a escasos metros de una barricada incendiada.
Libertad Digital ha hablado en los últimos días con muchos de los afectados que se muestran también indignados con lo que está ocurriendo. Es el caso de los trabajadores de algunos de los hoteles cercanos a Vía Laietana, epicentro de las protestas, que sin querer que se dé a conocer su ubicación exacta, "porque esto va a seguir", explican a LD que han tenido que proteger sus entradas con planchas de metal y bloquear sus puertas para evitar ataques de los radicales. "Nos han quemado las sillas de la terraza del bar... hasta las jardineras en una barricada", lamentan.
A eso se suma que muchos huéspedes han decidido cancelas sus reservas por miedo a lo sucedido o trasladarse a un hotel en las afueras. "A final de mes, veremos cómo los ingresos se han visto mermados. Eso está claro". Unos hoteleros que han llenado sus habitaciones con los propios trabajadores que han tenido que dormir en en el trabajo al no poder volver a casa por los altercados.
Persianas bajadas
Durante este jueves y viernes además muchos de los comercios del Paseo de Gracia, de Vía Laietana o Portal del Ángel han tenido que echar la persiana cuando comenzaban las manifestaciones.
A esto se suman altercados como el sucedido este mismo domingo en una heladeria en pleno Jaime I. La dueña ha tenido que echar esta mañana a una señora que se ha encarado con una clienta que venía con una bandera de España a la concentración convocada por Ciudadanos. Ella no ha sufrido desperfectos en su local pero sí que se ve afectada desde el martes para llegar a su trabajo como consecuencia de las calles cortadas. "De tardar 20 minutos a una hora y media", explica. Vive en la calle Roger de Flor, escenario de los disturbios del miércoles y a su vecina, nos cuenta, le han calcinado el coche con el que tiene que ir cada día a su trabajo. "Su objetivo es atentar contra todo lo que se encuentren por delante, lo de que defienden una idea es una excusa para justificar su odio", nos dice otra vecina de este barrio junto a la sede de la Generalidad y que confiesa que por las tardes evita salir a la calle.
Bajando por la Vía Laietana, otra de las zonas más sacudidas por la violencia de los CDR, se encuentra una conocida taberna irlandesa próxima a la calle Argentería, junto a la Jefatura Superior de Policía, donde una de las camareras nos cuenta que el viernes tuvieron que cerrar a primera hora de la tarde y el sábado no abrieron en todo el día "ante la incertidumbre". "Hasta que no haya un muerto, de ellos, no van a parar", alerta una clienta del bar al escuchar nuestra conversación.
Barcelona, ciudad insegura
Unos cuantos metros más allá, sin moverse del escenario más castigado por los radicales, una vecina jubilada del barrio del Palau de la Música relata cómo lleva sin poder llevar a su hijo con una discapacidad al centro de actividades al que asiste cada tarde porque entra en pánico cada vez que se encuentra a algún joven encapuchado en una de las calles de acceso.
"Desde el año del referéndum, Barcelona se ha convertido en una ciudad tremendamente insegura pero este último mes ha sido especialmente terrible. La sentencia del Supremo les ha vuelto locos y lo pagan con quienes queremos vivir en paz en la ciudad que nos ha visto crecer", confiesa esta mujer de 72 años harta de la situación que tiene que vivir día a día desde hace dos años.