Ni 155 ni Ley de Seguridad Nacional. El Gobierno dice que "no va a consentir de ninguna manera escenarios de violencia" pero no va a aplicar medidas excepcionales porque considera que "no se dan los supuestos" para hacerlo. Primero porque el artículo 155 exige un "incumplimiento flagrante de la Ley" por parte del presidente catalán, Quim Torra, que "aún no se ha producido"; y, segundo, porque "no tiene sentido tomar el control de los Mossos" a través de la Ley de Seguridad Nacional cuando ahora, a diferencia de lo ocurrido hace dos años, "sí hay coordinación entre los cuerpos policiales".
Dos argumentos que sostiene en privado el Ejecutivo y que sirven para armar la nueva estrategia de marketing de Pedro Sánchez: "La moderación es también otra forma de fortaleza", enfatizó en su comparecencia en Moncloa tras reunirse este miércoles con los líderes de PP, Ciudadanos y Podemos con quienes quiso marcar distancias.
"Nosotros no vamos a sobreactuar. Vamos a ser serenos y firmes. Y estoy convencido de que en Cataluña se va a restablecer la convivencia". Su fórmula: "Serenidad y templanza" sin ni un paso en falso que celebrarían los independentistas: "Lo que quieren es vernos divididos". En otras palabras: que el Gobierno no contempla actuar de forma excepcional, más allá del seguimiento de los altercados y las actuaciones policiales que coordina el Ministerio del Interior. Y con esa fórmula Sánchez cree que "vamos a superarlo" y que "más pronto que tarde se restablecerá la convivencia".
La raíz de esa esperanza está en la división del bloque independentista y el feedback que le llega al Gobierno de que ERC está "espantada" con la actuación de Quim Torra que "parece haberse suicidado" participando en el corte de una autovía. "A Torra ya no le entienden ni los suyos", dicen fuentes de Moncloa. Por ello, el Gobierno desplegó este miércoles una auténtica ofensiva contra Torra para exigirle que condene la violencia. Desde la ministra portavoz, Isabel Celaá, al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, pasando por el ministro José Luis Ábalos y concluyendo con el presidente, Pedro Sánchez, todos entonaron la exigencia a Torra para retratar a un presidente solitario.
"Quiero hacer un llamamiento expreso al presidente de la Generalitat de Cataluña. Tanto él como el resto de su gobierno tienen el deber moral de condenar sin excusas ni paliativos el uso de la violencia", dijo haciendo extensiva su petición a todo el govern cuya división es la que pretende avivar el Gobierno de España para que baje el soufflé. Una división y soledad de Torra que alimentó al ser preguntado por si el president está detrás del movimiento Tsunami Democratic, cuyos vínculos apuntan a Torra y su predecesor, Carles Puigdemont. "No puedo trasladarle información. Estamos investigando" a través del departamento de Seguridad Nacional y el Centro Nacional de Inteligencia. "Hay una investigación sobre esa plataforma. Tenemos información y empezamos a saber quién está detrás", dijo el presidente dando alas a esa información.
Pedro Sánchez fía su jugada a esa carta de la división en el ejecutivo autonómico para erosionar al independentismo. "Nosotros vamos a modular nuestra respuesta en función de cuáles sean la actitud y las decisiones de los responsables políticos en Cataluña", reconoció el presidente en funciones que sostiene que "la convivencia y la tranquilidad sería restaurada en Cataluña" en los próximos días. Fuentes del entorno de Sánchez explican que "hoy ya hay la mitad de gente que ayer y la prueba de fuego es el viernes. No van a poder mantener el pulso".