Los principales dirigentes del nacionalismo catalán insisten en que el independentismo ha sido, es y será pacífico y democrático al tiempo que ejercen de brazos políticos de los Comités de Defensa de la República (CDR) y se vuelcan en la defensa de los detenidos en Cataluña bajo cargos de terrorismo por orden judicial.
El presidente de la Generalidad, Quim Torra, ha emprendido ya el camino de la confrontación absoluta. Se niega a descolgar la pancarta del palacio de la Generalidad que califica a los golpistas encarcelados de "presos políticos" y pone la mano en el fuego por los CDR arrestados. Según Junts per Catalunya, la operación Judas ordenada por la Audiencia Nacional y ejecutada por la Guardia Civil en calidad de policía judicial es un montaje policial para identificar al independentismo con el terrorismo.
De nada le sirve a los dirigentes nacionalistas la acumulación de pruebas en contra de los detenidos, que dos de ellos hayan confesado que compraron material para fabricar explosivos y que los probaron con la intención de atentar contra infraestructuras y cometer sabotajes. Torra y su grupo parlamentario se niegan a aceptar la mera posibilidad de que una facción de los CDR ya no se contente con cortar carreteras y enfrentarse a los Mossos en algaradas. Y ha arrastrado en esa deriva a ERC, incapaz de desmarcarse de la batasunización de los posconvergentes y del discurso radical en contra de jueces, fiscales y Guardia Civil.
La radicalización no sólo ha tenido consecuencias parlamentarias con la petición de JxCat, ERC y la CUP de expulsar a la Guardia Civil de Cataluña, sino que ha tenido ya una traducción institucional. El consejero de Interior, Miquel Buch, ha cancelado unilateralmente la reunión de la comisión mixta de seguridad entre Generalidad y Delegación del Gobierno con presencia de la delegada, Teresa Cunillera, y mandos operativos de Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil y Mossos d'Esquadra.
Además, los grupos parlamentarios independentistas piden el cese inmediato de Cunillera por haber declarado que la operación judicial se activó para evitar que los detenidos pasaran a la acción y ante lo avanzado de sus planes para atentar entre el 1-O y la publicación de las sentencias del Tribunal Supremo sobre los golpistas encarcelados.
Relaciones con exterroristas
Torra, Puigdemont y los dirigentes de ERC hace tiempo que cruzaron determinadas líneas rojas. Las excelentes relaciones con exterroristas como Carles Sastre, asesino del empresario Bultó y en la actualidad dirigente del principal sindicato nacionalista, o la alfombra roja con la que se recibe en los medios de comunicación de la Generalidad a Arnaldo Otegi es un reflejo del tipo de discurso del nacionalismo catalán en relación al terrorismo.