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Rivera entra ahora en pánico: el 45% de sus votantes, y hasta Isabel San Sebastián, se han hartado de él

Toda la prensa, y esta vez sí, toda, culpa a Sánchez del retorno a las urnas. Si quería ser victima le ha salido el tiro por la culata.

Toda la prensa, y esta vez sí, toda, culpa a Sánchez del retorno a las urnas. Si quería ser victima le ha salido el tiro por la culata.
Albert Rivera. | EFE

El Mundo: "PP y PSOE, a la caza de los dos millones de indecisos de Ciudadanos". "Rivera admite que se le van a ir un 35% de votantes y las encuestas lo elevan al 45%". ¿Y cuándo se ha percatado Rivera? ¿El fin de semana pasado? Dice el editorial que Sánchez "es el mayor responsable de la repetición electoral. El relato de campaña del PSOE es previsible, Sánchez se presentará a sí mismo como el único estadista, el candidato del partido que encarna la estabilidad frente a la frivolidad de todos los demás. Semejante relato no resiste el más mínimo cotejo con los hechos". No, esta vez parece que a Iván Redondo se le ha ido la mano. No obstante, "la autocrítica también debe estar presente en los partidos de la oposición, singularmente en PP y Ciudadanos. Ambos están obligados a plantear una alternativa sólida al desgobierno sanchista". Sobre todo Ciudadanos, que "está llamado a seguir ejerciendo un papel clave en la gobernabilidad de España". Más que seguir ejerciendo, volver a ejercer. Claro, que a ver quién se traga ahora ese hueso. Porque, como dice Arcadi Espada, "la renuncia de PSOE y Cs a formar una mayoría que anulara la perversa influencia del nacionalismo ha sido un error histórico". "La responsabilidad de esa renuncia corresponde a los dos partidos implicados", dice Arcadi. Por supuesto, lo que pasa es que nos hemos quedado con la incógnita de si hubiera podido ser si Rivera no se hubiera empecinado en el no es no desde el principio. David Jiménez Torres dice que "el objetivo socialista es diáfano: que las nuevas urnas tapen las vergüenzas de estos meses mareando la perdiz y contribuyendo al bloqueo que dicen lamentar. Que los ciudadanos se convenzan, al fin, de que cuando le miran (a Sánchez) no están viendo la desnudez de su oportunismo embustero, sino el traje imponente de un gran estadista. Solo hay un problema: las urnas son transparentes". Y lo mismo no hay nada dentro.

El País dice que "el PSOE se mueve al centro para atraer el voto descontento de Cs". ¿Pero no estaba ya en el centro? El periódico de Sánchez no tiene empacho en mentir sin despeinarse. "La última sesión de control se centró en los ataques de PP, Cs y Podemos contra Pedro Sánchez por la repetición electoral, y el contraataque del presidente en funciones repartiendo culpas del bloqueo político". Que el pobre Sánchez se vio obligado a insultar a grito pelado a todos los que le hicieron diferentes ofertas para investirle y que todas rechazó. El editorial insiste en que el "fracaso" en formar gobierno ha sido de "las fuerzas políticas". Al menos no se ha atrevido a decir que de todas salvo del PSOE. Lluis Orriols Galvez, un profesor de la Carlos III, se ocupa de poner las cosas en su sitio. "La estrategia socialista de volver nuevamente a las urnas es altamente arriesgada y cortoplacista". A Sánchez esta vez no le libra ni Ferreras.

ABC nos cuenta otra de la juez Bolaño. "La jueza Núñez retraso la instrucción de los ERE para sacarse el doctorado". Sobre la situación política dice que "Casado buscará la unidad con Cs pese a su portazo". ¿Otra vez España Suma? No me lo puedo creer. Rubido le pide juego limpio a Sánchez, aunque sabe que es pedir peras al olmo. "Sánchez no dejará pasar la oportunidad de cambiar las reglas del juego a capricho y de aprovechar todo el potencial que le concede el poder. Los demás partidos competirán en desigualdad, y su obligación es denunciar cualquier abuso que cometa Sánchez con fines partidistas en exclusivo beneficio del PSOE". Por denunciar que no queden, pero todos sabemos que al presidente le resbala. Y ¡paren las máquinas! Isabel San Sebastián critica a Rivera. No por no haber cumplido con el cometido para el que nació, claro, si no por la piruetita electoral de última hora. "Pedro Sánchez se lleva sin duda la palma de la mentira y el fraude, pero estos días le ha salido un competidor en Albert Rivera". "Si pensaba recuperar a los electores que se le han fugado por la izquierda me temo que llega tarde. Y si lo que pretendía era dar imagen de estadista, se compadece mal esa figura con la de un político capaz de dar semejantes bandazos". Rivera, me temo que no has perdido el 45% de tus votantes, si ya no te apoya ni Isabel San Sebastián la cifra alcanza al cien por cien. "Sánchez transforma el pleno en un mitin y culpa del 10-N a sus rivales". Esta vez lo tiene complicado, se le ha visto demasiado no ya el plumero, sino todas las plumas.

La Razón dice que "el Rey marca distancia con los políticos y tendrá agenda". Que se vayan a tomar viento. Dice el editorial que "puede Sánchez alegar todas las excusas que quiera, pero ni siquiera cabe en su disculpa el comportamiento inexplicable de un líder que se reclama de centro, como es Albert Rivera, al parecer, más atento a los réditos del marketing electoral que de tratar de articular una opción de gobierno que diera estabilidad a la nación y que no pasara por entregar la economía a un partido radical de izquierdas". Lopez Schlichting dice que "el único que puede sacar provecho es el PSOE de Pedro Sánchez. Así que no es extraño pensar que lo tiene calculado. Que ha ido labrando este escenario con la tenacidad con que pergeñó su vuelta al partido o la defenestración de Rajoy. Vamos a comicios porque él los ha buscado. Porque ganará algunos escaños y deteriorará a sus rivales, en particular Podemos y Ciudadanos". Bueno, visto así, vamos a elecciones con gran alegría y alborozo, mujer.

Hasta La Vanguardia atiza hoy a Sánchez. "Sánchez abre la campaña con reproches a sus posibles aliados". Incluso Enric Juliana le critica. El plan de Sánchez no era el que creyó Rivera, sino "romper los partidos de tamaño medio y pasar a un sistema de pequeños satélites. El PSOE articuló en abril el miedo a la regresión democrática en España, y ahora, ahuyentada temporalmente la amenaza de la extrema derecha, se dispone a catalizar el temor a la recesión económica y el hartazgo ante el exceso de producción política. El plan es casi perfecto, pero se detecta una intensa radiación de fondo: un cabreo sideral". Como al final le salga el tiro por la culata nos vamos a desternillar todos de Pedro Sánchez.

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