En el pleno extraordinario del Congreso el pasado 29 de agosto, en el que la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, compareció para dar explicaciones sobre la crisis del Open Arms, se estrenaron como portavoces del segundo y tercer partido de la Cámara Baja, el PP y Ciudadanos, Cayetana Álvarez de Toledo e Inés Arrimadas, ambas diputadas por Barcelona.
Una puesta de largo parlamentaria que suscitaba mucha expectación y que dejó momentos ciertamente insólitos en el pleno, como por ejemplo cuando Álvarez de Toledo arremetió contra la bancada del Ejecutivo, en concreto contra el ministro del Interior en funciones, Fernando Grande Marlaska, por sus declaraciones sobre la agresión en julio a la delegación de Ciudadanos en la manifestación del Orgullo Gay en Madrid. La bancada naranja no tuvo reparos en aplaudir con entusiasmo e incluso Albert Rivera, mirando hacia los escaños socialistas, hizo ostensibles gestos de aprobación.
La irrupción de la nueva portavoz popular, alguien de perfil independiente que tras su abandono del PP por discrepancias en su día con la dirección de Mariano Rajoy no ocultó en ocasiones su halago a Ciudadanos, como tampoco su crítica cuando así lo estimó conveniente, dentro de su tarea como analista, fundamentalmente desarrollada en el diario El Mundo, ha provocado debate interno en el seno del partido naranja.
Cayetana, exvotante de Ciudadanos
"Claro, como ella nos votaba a nosotros", se escuchaba esta semana con maldad en boca de algún alto dirigente de Ciudadanos, de los menos cayetanistas, a cuenta del acto en el que Pablo Casado se hizo acompañar de la exlíder de UPyD, Rosa Díez, y dijo notar su falta en el Congreso. Entre los que sí son proclives a la portavoz popular, que extreman la prudencia a la hora de manifestarse en público, lamentan no contar con alguien con el perfil de la portavoz popular, doctora en Historia por la Universidad de Oxford, entre sus filas.
Otros, en cambio, creen que el sector cayetanista olvida que en ocasiones la excesiva elevación intelectual puede ser contraproducente en el terreno parlamentario y en el político en general. "Pero si su discurso parecía un artículo de Arcadi Espada", señalaron de manera informal tras el pleno de marras, en alusión, curiosamente, a uno de los principales fundadores de Ciudadanos, con quien Álvarez de Toledo impulsó en 2014 la plataforma Libres e Iguales ante el proceso secesionista ya en marcha por entonces en Cataluña. "Al final la gente ve treinta segundos en el telediario y no se queda con tanta carga de profundidad", afirman.
Por lo demás, existe la duda sobre si Arrimadas logrará importar con éxito la sagacidad discursiva que le permitió brillar en el Parlamento de Cataluña, un territorio mucho más binario que el Congreso de los Diputados, marcado evidentemente por la pugna entre independentistas y constitucionalistas. Y también se evalúa con preocupación que la líder de la oposición, tras el hito de Ciudadanos en diciembre de 2017, cuando por primera vez un partido no nacionalista ganó las elecciones autonómicas, haya abandonado a mitad de legislatura, junto a otros dirigentes importantes de Cataluña que también se estrenan ahora como diputados, como el Secretario de Comunicación, Fernando de Páramo, o el secretario de Acción Institucional, José María Espejo.
La cúpula riverista, sin embargo confía en que con Lorena Roldán al frente, y otros dirigentes que empiezan a despuntar en Cataluña como Nacho Martín Blanco, además de veteranos como Carlos Carrizosa, el presidente del Grupo parlamentario en Cataluña, se mantenga el liderazgo del constitucionalismo. Recuerdan, cargándose de razón, que ya hubo negras previsiones en 2015 cuando Rivera dio el salto a la política nacional y designó a Arrimadas como sucesora en el ámbito autonómico. El tiempo dirá quién tiene razón.