El PDeCAT aborda su autodestrucción en favor de Junts per Catalunya y la Crida de Puigdemont
Reorganización nacionalista y sacrificio de las siglas surgidas de las cenizas de la corrupta Convergencia.
El Partit Demòcrata Europeo Català (PDeCAT) no nació con buen pie. Fue hace tres años y el objetivo fue el de eludir la carga de la corrupción que arrastraba Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido fundado por Jordi Pujol y en el que Artur Mas fue el encargado de bajar la persiana.
Las siglas de PDeCAT, con el Europeo en minúscula, tal como los propagandísticas de la formación se empeñaron en que se consignaran, no fueron especialmente bien acogidas, pero resultaron más votadas en aquel cónclave fundacional (julio de 2016) que Partit Nacional Català o Junts per Catalunya, marca que finalmente se acabó utilizando en las contiendas electorales.
Tres años después, el Pdecat ha comenzado las tareas de derribo para integrarse en la marca electoral y en la Crida per la República, el penúltimo invento de Carles Puigdemont para mantenerse en la palestra. El presidente de la formación, David Bonvehí ha dado el pistoletazo de salida para un debate interno que persigue una disolución ordenada y sin traumas. Según Bonvehí, hay que discutir la utilidad de los partidos así como el proyecto, por lo que el partido ha iniciado un proceso denominado "Afrontemos el futuro".
Exceso de siglas
El presidente de la formación reconoce la dispersión, el exceso de siglas y proyectos, razón por la que está dispuesto a facilitar las operaciones a Puigdemont para integrar todos los restos de la Convergència más nacionalista en una sola marca. "Nos lo encontramos en todos los pueblos, asociados del PDeCAT que están en la Crida y que se han presentado a las elecciones bajo el nombre de Junts per Catalunya", ha declarado Bonvehí para justificar la terminal maniobra.
En cuanto al resultado del debate, Bonvehí no se llama a engaño. Junts per Catalunya es una fórmula, apunta, en la que el cincuenta por ciento es PDeCAT y la otra mitad, independientes y movimientos como la Crida manejados por Puigdemont. El fugado no quiere que se le vincule con Convergència, partido en el que militó sin problemas cuando la formación no había abrazado el separatismo, y el PDeCAT representa la continuidad, de modo que lo más probable es que la fórmula heredera de desaparezca en favor de otras siglas. Lo único que está por dilucidar es el nombre, si Junts per Catalunya o Crida per la República.
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