La bomba detonaba definitivamente a las once y media de la mañana de este lunes. En una emotiva comparecencia en el Congreso, muy en la estela de la que en su día protagonizaron Pedro Sánchez o Iñigo Errejón en el mismo lugar, Toni Roldán ponía fin, apenas conteniendo las lágrimas y citando incluso a su mujer y a su hijo, a su etapa como diputado de Ciudadanos, uno de los más importantes de su grupo, de cuya dirección siempre formó parte, desde 2015.
Al otro lado de la capital, en la quinta planta de Alcalá 253, sede central del partido naranja, se celebraba una reunión de la Ejecutiva Nacional ordinaria en la forma pero absolutamente extraordinaria en el fondo. Nunca hubo tanta división, ni la tensión se palpó tanto, ni se pidieron tantas palabras ni, last but not least, Albert Rivera intervino durante tanto tiempo. "Te puedo decir que prácticamente la reunión se dividió, en tiempo, entre la intervención del presidente, por un lado, y todas las demás, por el otro" relata uno de los asistentes.
Abstenerse o no abstenerse eventualmente en una investidura de Sánchez, pactar o no, aunque sea indirectamente, con Vox o llorar sobre la leche derramada de la ruptura en Barcelona con Manuel Valls eran las cuestiones candentes, las mismas que señalaba, en ocasiones de manera críptica, el testamento político de Roldán.
Pero el pupilo de Luis Garicano, auténtico líder de la rebelión, también abría otros frentes, íntimamente relacionados con los pactos a nivel autonómico y municipal: "¿Cómo vamos a ser creíbles en nuestro compromiso con la regeneración si vamos a apoyar a gobiernos que llevan más de veinte años en el poder?" decía, aludiendo a las mayorías del PP que casi con toda probabilidad Ciudadanos apuntalará, participando en el Gobierno, en Castilla y León, Murcia y Madrid.
'Bisagrear' o no
De fondo, el núcleo de la discrepancia estriba entre defender "un partido bisagra o un partido de Gobierno", si el que expone la situación es un dirigente oficialista o riverista; o si se debe supeditar todo, incluso la gobernabilidad de España y el combate de los independentistas en Barcelona, a la "incierta" ambición de Rivera de liderar algún día el centroderecha español, si el que cuenta la película es un dirigente crítico.
En torno a estas cuestiones el ambiente se iba caldeando en la gran mesa circular de la Ejecutiva, hasta que las chispas saltaban entre dos pesos pesados: Garicano e Inés Arrimadas. La portavoz nacional le reprochaba alguna de sus conductas públicas, por ejemplo sus coqueteos en Twitter con Valls. "Insultas mi inteligencia", le llegaba a espetar el líder naranja en Europa. Las discusiones dejaban momentos que no era fácil inscribir en el guión de los dos bandos, como cuando uno de los críticos, y por tanto contrario en principio a Vox, elogiaba el papel de Santiago Abascal en el combate al nacionalismo y al terrorismo en el País Vasco.
Ya pasadas las dos de la tarde, y con Arrimadas de vuelta de una rueda de prensa en la que una y otra vez insistía en que los críticos, singularmente Roldán y Garicano, habían ratificado siempre los acuerdos de la Ejecutiva, incluido el de febrero que vetó expresamente un acuerdo con Sánchez, llegaba la traca final. El número dos del partido, José Manuel Villegas, miraba a su derecha y le preguntaba a Garicano si iba a sacar "eso". Lo enigmático del mensaje se resolvía cuando el eurodiputado contestaba afirmativamente y Nart se sumaba, poniendo ambos sobre la mesa una breve resolución que abogaba por cambiar de rumbo y abrir una negociación con el líder del PSOE de cara a su investidura.
El garicanismo pierde la votación
Llegaba la hora de la verdad y a los únicos cuatro votos a favor de una iniciativa rotundamente derrotada por 24 votos del aparato se sumaban, de manera algo inopinada, tres abstenciones. Correspondían a la ex diputada por Toledo Orlena de Miguel, a la parlamentaria por Alicante Marta Martín, y al diputado por Asturias y miembro de la Mesa del Congreso, del que fue vicepresidente primero la pasada legislatura, Ignacio Prendes. Un decisión a medio camino entre los dos bandos que puede ahondar aún más, de cara al futuro, la fisura abierta en las tradicionalmente mansas aguas del riverismo.
Ya por la tarde, el propio Prendes lamentaba en Twitter la tercera dimisión del día, una cifra casi récord, la del independiente Juan Vázquez, fichado como candidato autonómico en Asturias, que renunciaba a su escaño el mismo día en que se había constituido el Parlamento del Principado. Aunque, eso sí, decía no compartir "sus razones".
El tiempo dirá el recorrido que tiene la crisis de Ciudadanos y hasta qué punto puede esta horadar el hasta ahora indiscutible liderazgo de Rivera. Pero nunca en Alcalá 253 se habían puesto de manifiesto tantas y tan profundas diferencias, posiblemente ahogadas durante todo un año con varias citas electorales por el bien de la unidad del partido.