Ayer asistíamos atónitos a la dura y enconada polémica de los barones del PP acerca de la atribución de causas de la "recuperación" del partido en estas pasadas elecciones municipales, autonómicas y europeas. Todos parecían estar de acuerdo en que la "recuperación" ha existido y discrepaban acerca de su motivo. Para los exsorayistas y marianistas, habría sido la vuelta al "centro político" lo que habría facilitado la mejoría del voto popular mientras que para Pablo Casado no se había vuelto a ninguna parte y la explicación debería ser otra.
Los datos son tozudos y desmienten que la caída constante del PP desde 2011 se haya debido al "giro" a la derecha supuestamente perpetrado por Pablo Casado, que no ha sido responsable máximo del PP hasta 2018 cuando sucedió a Mariano Rajoy. También desmienten que la recuperación haya sido tan contundente e incluso habrá de investigarse si en realidad ha existido. Una cosa es salvar los muebles por las combinaciones poselectorales y otra haber recuperado a un electorado.
El método falsario de operar con términos heterogéneos –se nos enseñaba de pequeños que no se podían aplicar las reglas aritméticas a tales entidades–, no lleva a ninguna parte. Comparar resultados de elecciones municipales con elecciones europeas (especialmente cuando éstas han coincidido con otros procesos electorales que han favorecido el ascenso en su participación) o a generales con autonómicas o cualquier combinación entre ellas, puede dar una idea nebulosa pero no refleja bien la realidad concreta.
Por ejemplo, si se comparan los resultados del PP en España en las pasadas elecciones municipales y generales, resulta que en estas últimas el PP obtuvo 4.356.023 votos y un 16,7% de apoyo electoral mientras que en las municipales lograba 5.063.240 votos y un 22,24% de aprobación ciudadana. Parece, naturalmente, que hay una "recuperación". Pero, ¿es así?
Si se comparan términos homogéneos, obtenemos la situación siguiente:
- En elecciones generales, el PP ha descendido desde el 44,65% de 2011 al 16,7% y de los 10,8 millones de votos ese año a los 4,3 millones del pasado mes de abril, 6,5 millones menos.
- En elecciones municipales, el PP ha descendido del 37,53% de 2011 al 22,24% del pasado domingo, o, dicho en votos, de los 8,47 millones de votos a 5,06, esto es, 3,4 millones menos.
- En elecciones europeas, el PP ha descendido desde los 6,67 millones de votos de 2009 a los 4,51 de hace tres días. Es cierto que el pasado domingo el PP obtuvo 500.000 votos más que en 2014 pero la coincidencia electoral de autonómicas, municipales y europeas ha incrementado la participación en estas últimas nada menos que en 19 puntos.
- En elecciones autonómicas, tomemos como referencia dos comunidades claves como lo son la de Madrid y la de Andalucía. En Madrid, el porcentaje de votos favorables al PP en 2011 fue del 51,73% y sólo fue del 22,21% el pasado domingo. En 2015, ya había bajado al 33,1%. Y en Andalucía, del 40,66% obtenido en las elecciones andaluzas de 2012 se ha pasado al 26,76% en 2015 y al 20,75% en las últimas de 2018, en las que Juan Manuel Moreno obtuvo la presidencia de la Junta.
Esto es, el descenso de los apoyos que el PP tiene en la ciudadanía española no empezó en 2018, tras obtener Casado la presidencia del PP. Por ello, el presunto "giro" a la derecha denunciado por Alberto Núñez Feijóo y Juan Manuel Moreno, no puede haber sido la causa de este descenso, mucho más relacionado con el estallido del centro derecha originado por la apatía moral e ideológica del PP de Rajoy y la aparición de dos partidos, Ciudadanos y Vox.
Casado podría decir, si quisiera abundar en sinsentidos, que el supuesto "centrismo" de Feijóo ha perdido 200.000 votos desde 2011 en elecciones municipales gallegas o que el "centrismo" de Moreno ha reducido a la mitad el número de sus diputados andaluces desde 2012.
Si sólo por causa de estos datos podría cuestionarse la supuesta "recuperación" del PP, hay otro factor poco tenido en cuenta, que hace dudosa la existencia de una recuperación sostenible. Se trata de la escasa implantación de sus dos partidos competidores en el centro derecha, Ciudadanos y Vox. Pondremos el ejemplo andaluz.
Mientras que el PP ha presentado candidaturas en casi todos los municipios andaluces, que son nada menos que 785, no es así en el caso de Ciudadanos y de Vox. De hecho, Ciudadanos sólo ha podido fraguar candidaturas en 323 municipios andaluces y Vox sólo en 156. Esto es, los votos de Ciudadanos no han tenido destinatarios directos en 462 ayuntamientos andaluces y los votos de Vox han quedado sin partido preferido en 629 municipios andaluces. Algo parecido ha ocurrido en el resto de España dada la juventud organizativa de ambos partidos.
Estos votos, ¿dónde han ido? Siendo votos de ciudadanos no favorables a opciones izquierdistas, en versión PSOE o podemita, parece sensato aventurar que o se han ido al PP o se han ido a la abstención. También puede haber ocurrido en menor medida que algunos buenos candidatos socialistas hayan recibido votos de este origen, al no estar presente en las mesas electorales las papeletas de Ciudadanos o de Vox.
Delimitar entidades puede ser prolijo y trabajoso, pero parece deducible lógicamente que la considerada "recuperación" del PP, de haberse producido, tiene un calado mucho menor al propagado.
Por poner un solo ejemplo, en Jabugo, famoso pueblo de Huelva, el PP ha obtenido 422 votos municipales, un 29,04%, en las elecciones del pasado domingo. En las elecciones de 2015, sólo consiguió 60. Pero en este pueblo de la sierra onubense no han presentado candidatura ni Ciudadanos ni Vox.
Sin embargo, obtuvieron conjuntamente con el PP 451 votos en las elecciones generales de abril. Es decir, podría haber ocurrido que los 298 votos de Ciudadanos y Vox hayan ido al PP, con lo que la recuperación del PP no resulta tan evidente y podría formar parte de un espejismo peligroso.
Más sentido y más atención al interés general ofrece la reflexión de Pablo Casado sobre la refundación general del centro derecha en España, aunque no ha explicado en qué podría consistir tal operación de calado o, cuando menos, una estrategia electoral conjunta, si se quiere volver al gobierno de la Nación dentro de cuatro años.