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Contradicciones en el Gobierno por los verdaderos motivos de la salida de la fragata F104 del grupo de combate de EEUU

Las explicaciones de Robles no despejan un buen número de incógnitas. Celaá y Borrell contradicen a la ministra es que no hay motivación "política".

Las explicaciones de Robles no despejan un buen número de incógnitas. Celaá y Borrell contradicen a la ministra es que no hay motivación "política".
Fragata F104 Méndez Núñez. | Flickr-Armada

La fragata F104 Méndez Núñez de la Armada se encontraba integrada desde hace unas semanas en el grupo de combate naval estadounidense que lidera el portaaviones Abraham Lincoln, pero el Ministerio de Defensa ha tomado la decisión en las últimas horas de retirarla temporalmente debido a que la misión inicial se ha modificado y ahora se dirigen al golfo Pérsico, en un momento en el que la tensión entre Estados Unidos e Irán crece por momentos.

Margarita Robles ha intentado vender este martes que no se trata de "una decisión política" sino simplemente de un decisión "técnico-militar". Ha insistido en ello en varias ocasiones para tratar de consolidar su mensaje, pero también ha incluido latiguillos que recuerdan que la posición de EEUU y la UE respecto al acuerdo nuclear con Irán divergen de forma importante y que España no quiere verse involucrada en incidentes que creen disidencias aparentes en el bloque europeo.

Su intento de quitar motivación política a esta decisión ha sido arrastrada por los suelos por otros dos compañeros de gabinete: Isabel Celaá y Josep Borrell. La portavoz del Gobierno en funciones no ha querido ocultar la verdad y ha dicho claramente que la decisión se debe a la "cautela y prudencia" del Ejecutivo español ante la "imprevisibilidad" del presidente estadounidense, Donald Trump.

El ministro de Exteriores en funciones y cabeza de lista del PSOE al Parlamento Europeo, Josep Borrell, no ha podido escurrir el bulto como pretendía durante un desayuno informativo y ha tenido que reconocer que el Gobierno ha calibrado las posibles complicaciones diplomáticas que podría tener esta decisión política y sobre los motivos exactos se ha limitado a decir que "prefiero no entrar en arenas movedizas". "Está claro que es una situación complicada la que vivimos en esas zonas del mundo, pero tampoco hay que tomárselo a la tremenda", ha añadido.

La ministra de Defensa en funciones ha explicado que el acuerdo de integración de la Méndez Núñez se firmó entre los dos países hace ya dos años y que en el mismo se recogían un amplio abanico de posibilidades para que se pudieran hacer "interrupciones temporales" en el caso de que alguno de los dos firmantes así lo considerase necesario. Por circunstancias como la necesidad de cambiar la misión, como ha hecho el Pentágono desviando el grupo naval al golfo Pérsico, o por otras cuestiones.

Ha añadido, incluso, que en el acuerdo entre ambos países se había pactado hasta 28 puertos en los que los buques de cualquiera de los dos países podían realizar una escala técnica sin que eso obligase también a realizarla al otro país. Casi una treintena de puertos situados entre el inicio de la integración de la F104 en aguas españoles y el destino final de la integración, el puerto de San Diego, en la costa pacífica de Estados Unidos.

La máxima responsable del Ministerio de Defensa no ha querido aclarar una las incógnitas que quedan sobre la retirada de la F-104 del grupo naval y que es cómo se trasladó la decisión a las autoridades estadounidenses. Si se hizo de gobierno a gobierno. Si se hizo de ministerio a ministerio. Si se hizo de Armada a Armada...

Ahora no queda claro realmente el futuro próximo de la Méndez Núñez. Tras adelantar que navega ahora rumbo al puerto de Bombay, ha dicho que "respetamos la decisión de Estados Unidos de incluir una nueva misión y cuando vuelvan al plan inicial volveremos a incorporarnos". Después ha abierto la posibilidad de que la fragata no vuelva a reintegrarse con el grupo naval de EEUU y que se incorpore a la Operación Atalanta de la UE, que en estos momentos lidera España y que lucha contra la piratería en el océano Índico.

No ha explicado por qué abre estas dos posibilidad. Si la abre porque considera que es plausible que el portaaviones Abraham Lincoln y el resto de buques que lo acompañan (un crucero lanzamisiles, tres destructores, un buque logístico y un submarino) se queden en el golfo Pérsico para participar en diferentes ataques contra Irán o si, por el contrario, creen que el grupo naval de combate va a rechazar una futura reintegración del barco español.

Menos aún ha aclarado si esta decisión española puede suponer un duro revés económico para nuestro país. Y es que, precisamente en los próximos meses (en principio sería en junio-julio, pero se podría alargar) la Marina estadounidense tiene que decidir qué empresa debe construir 20 buques que ha sacado a concurso. El contrato es milmillonario y el modelo F-100 de la empresa pública española Navantia es uno de los finalistas. Precisamente el movimiento de conseguir integrar la Méndez Núñez en el grupo naval estadounidense era una movimiento comercial excepcional.

Y como no podía ser de otro modo, tampoco ha aclarado si esta decisión puede suponer un revés diplomático para los intereses de España. Aunque eso sí, ha querido dejar claro que España es un socio serio y firme con sus aliados de la UE, la OTAN y los Estados Unidos y que esta decisión no es comparable con la retirada de las tropas de Irak que tomó el gobierno Zapatero en la primavera de 2004, y que dejó muy tocadas las relaciones España-Estados Unidos.

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