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Muere Alfredo Pérez Rubalcaba

La capilla ardiente se instaló en el Congreso pasadas las 20:30 horas en un Salón de Pasos Perdidos completamente abarrotado.

La capilla ardiente se instaló en el Congreso pasadas las 20:30 horas en un Salón de Pasos Perdidos completamente abarrotado.
Alfredo Pérez Rubalcaba. | EFE

"Parece que se despide de esto en su propia salsa", comentaba entre risas un dirigente socialista ante el ruido, los corrillos y las voces que se alzaban en un abarrotado Salón de Pasos Perdidos del Congreso donde se instaló este viernes la capilla ardiente de Alfredo Pérez Rubalcaba que proyectaba un panorama ciertamente extraño: "Esto parece más el Día de la Constitución que un velatorio".

El dirigente socialista que lo fue todo en política salvo presidente del Gobierno fue despedido institucionalmente como si lo fuera: en el Congreso de los Diputados como los jefes de Estado o los padres de la Constitución, portado a hombros por polícías y guardias civiles que lo depositaron en un catafalco en la misma sala en la que tantas veces departió con periodistas, negoció con adversarios y reposó los discursos y réplicas que le brindaron el título doble del mejor orador parlamentario en el transcurso de más de dos décadas.

Rubalcaba murió este viernes a los 67 años en el hospital Puerta de Hierro de Madrid donde permanecía ingresado desde el miércoles por un ictus cerebral, según comunicó Gregorio Martínez, portavoz de la familia, su antaño jefe de gabinete en Interior, el gerente del partido en su etapa como secretario general, una de las personas de confianza del veterano socialista. Desde este jueves la situación era "irreversible" y se estaba ya a la espera del fatal desenlace para el que muchos anticipaban un velatorio en la sede de la calle Ferraz, como se hizo con Carme Chacón, fallecida el 9 de abril de 2017.

Pero la numerosa congregación de socialistas venidos de todos los rincones de España imposibilitaba, por obvias cuestiones de espacio, dar cobijo a su capilla ardiente en la modesta planta baja de Ferraz, 70. Por no hablar de los que no eran socialistas. Políticos de todas las generaciones y partidos dieron sentido a este tratamiento de Estado para despedir a Rubalcaba, comenzando por Mariano Rajoy, recién llegado a Madrid tras cancelar un mitin en Orense y tras escribir "el mejor artículo de despedida", según el veredicto unánime de la parroquia socialista.

La procesión de dirigentes de la oposición, desde Pablo Casado a Pablo Iglesias pasando por Albert Rivera, se mezcló con todas las etapas, familias y generaciones del socialismo. Sus fieles: Eduardo Madina, quien fuera su apuesta en las primarias de 2012; un abatido José Blanco; una desencajada Elena Valenciano y un absolutamente roto amigo personal Jaime Lissavetzky... todos arropando a su mujer, Pilar Goya, explicando entre sorprendida e inconsciente aún el repentino fallecimiento de su marido a la primera de las visitas recibidas: la de sus majestades los Reyes Felipe VI y Doña Leticia.

En la misma sala, la andaluza Susana Díaz, su predecesor, José Antonio Griñán; el ex presidente, José Luis Rodríguez Zapatero y su mujer, Sonsoles Espinosa, conversando con coetáneos de Rubalcaba como Javier Solana y Joaquín Almunia , junto a ex ex ministros zapateristas como Cristina Garmendia, Mariano Fernández Bermejo o Mercedes Cabrera.

Las muestras de cariño y respeto ya habían desfilado desde el miércoles por el Hospital Puerta de Hierro donde se acercaron dirigentes de todas las etapas de la historia del PSOE, entre ellos Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, que anticipó su vuelta de Rumanía donde se encontraba de viaje oficial. El presidente del Gobierno también ha suspendido un acto de campaña en Barcelona.

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