El plan de Pedro Sánchez para hacer presidente del Senado al líder del PSC, Miquel Iceta, en un pretendido gesto de distensión con los separatistas catalanes, parece nacer averiado. ERC ya anunciaba el miércoles su intención de votar en contra de la designación como senador del líder de los socialistas catalanes, que debe hacerse en el Parlamento de Cataluña, y este jueves Ciudadanos se sumaba, aunque por razones de fondo antagónicas, a ese rechazo, tal y como adelantaba, en un desayuno informativo organizado en la capital por Europa Press, el líder madrileño naranja, Ignacio Aguado.
"Evidentemente" contestaba tajante a la pregunta sobre si votarían no a la designación de Iceta, un tipo de votación en el que normalmente los partidos de las distintas cámaras autonómicas no se vetan entre sí, salvo en casos excepcionales como este. Aguado dejaba claro que Iceta era el elegido por Sánchez para presidir el Senado por su oposición a aplicar de nuevo el 155, algo que Albert Rivera le planteaba esta misma semana al presidente del Gobierno en funciones en su entrevista en la Moncloa, y por su planteamiento de un eventual indulto a los procesados por el golpe secesionista de 2017. En definitiva, argumentaba, se trata del hombre que encarna la "España plurinacional" que defiende el líder del PSOE, algo a lo que por "coherencia" decía Aguado, debe oponerse siempre Ciudadanos.
El candidato naranja a la presidencia de la Comunidad de Madrid, que era presentado por el expresidente autonómico Ángel Garrido, fichado por sorpresa hace semanas para la candidatura a la Asamblea de Vallecas, reiteraba su veto a Ángel Gabilondo para los pactos después del 26 de mayo. Lo hacía pese a que, a diferencia de en las elecciones generales, los de Rivera no han planteado explícitamente el rechazo a pactar con candidatos socialistas en los distintos territorios en disputa.
Aguado recordaba que el grupo socialista aplaudió "como si fuera un gol de Iniesta" cuando la Asamblea madrileña rechazó la iniciativa de Ciudadanos para oponerse al indulto a los líderes separatistas. Una estampa que por sí sola justifica, a juicio de los naranjas, el veto a los socialistas.