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La batalla por Madrid en la que Vox se la juega

El partido quedó quinto en las generales y lucha contra la agresiva estrategia del voto útil.

Rocío Monasterio, Iñigo Errejón, Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado en los actos del Dos de Mayo. | EFE

Madrid era una de las grandes apuestas de Vox para las elecciones generales. No en vano situaron a sus caras más visibles en la lista al Congreso por esta circunscripción con Santiago Abascal, Javier Ortega Smith e Iván Espinosa de los Monteros a la cabeza. Para el 26 de mayo han apostado también por Rocío Monasterio como candidata a la comunidad y Javier Ortega Smith para la alcaldía.

Sin embargo, el resultado del pasado 28 de abril fue totalmente inesperado para el partido, no sólo a nivel nacional, sino también en la región. Las encuestas hablaban de un posible sorpasso a Ciudadanos y casi se daba por seguro que superarían a Podemos pero los de Abascal se quedaron en quinto lugar, tanto en la comunidad como en la capital, y en municipios muy poblados de 200.000 habitantes situados en el llamado "cinturón rojo" de Madrid como Leganés, Getafe o Alcalá de Henares.

En ciudades del norte de la comunidad como Pozuelo, Las Rozas o Majadahonda, de casi 100.000 habitantes, obtuvieron mejores resultados al quedar terceros por detrás de PP y Cs, este último principal beneficiado de la caída de los populares. Vox logró la primera plaza sólo en municipios muy pequeños alejados de la capital como Griñón, Navacerrada, Navas del Rey o Torrejón de Velasco.

El partido de Abascal lucha ahora por mantener al menos el 13% de voto obtenido en Madrid para ser decisivos en un posible gobierno si se repite el mismo escenario que en Andalucía. Sin embargo, la estrategia del voto útil del PP amenaza con ser más agresiva tras el resultado del 28-A. Vox se enfrenta además a la dificultad de hacer atractivo su discurso, muy centrado en la defensa y unidad de España, a nivel regional y municipal. También al reto de dar a conocer a sus candidatos a nivel municipal con menos de un mes de margen.

Si el partido presumía de que su principal valor eran las siglas, en las elecciones del 26-M el peso de los candidatos y sus propuestas influyen más que la ideología, sobre todo en los ayuntamientos. Su baza es aprovechar la crisis del PP para crecer por su derecha después del giro al centro dado por Pablo Casado, aunque en el partido admiten que una caída más acusada del PP también les puede perjudicar al impedir que dé la suma para formar gobierno.

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