Alea jacta est. La suerte está echada, suspiran con alivio los estrategas de Ferraz, 70 tras quince días de máxima movilización por toda España. No hay preocupación en el equipo del candidato, el temor a la ultraderecha es impostado porque están confiados en que salen los números de la mayoría de un gobierno socialista con Podemos que no haría necesarios los votos de independentistas ni de Ciudadanos.
Las apelaciones a la movilización en la última semana "han funcionado" y por ello en los últimos días, el candidato Pedro Sánchez ha pisado el acelerador con hasta tres mitines diarios. Toledo, Madrid y Valencia fue la ruta recorrida por el presidente del Gobierno y líder socialista después de despertarse en la capital de España para ser entrevistado en la cadena SER. Quince días después de iniciar la campaña electoral planteando el 28-A como un "plebiscito a los 350 diputados de la cámara", se ha aclarado mucho el escenario de los pactos postelectorales.
En la entrevista en la SER, dejó más claro que nunca que "no quiero descansar la gobernabilidad sobre las fuerzas independentistas". Un ‘no es no’ al independentismo, que se ha ido repitiendo durante las dos semanas de campaña y que aboca a Pedro Sánchez a un pacto con Podemos que ha ido acumulando cada vez más citas, menciones y guiños en los diferentes actos de campaña para intensificar la llamada a un "gobierno de izquierdas" pero con la apelación a "concentrar el voto útil en el PSOE" ante el riesgo cierto de que dé la suma de las derechas y que haga que el 29 de abril "nos llevemos las manos a la cabeza".
Motivo por el que, en su segundo acto de la jornada en Toledo, Sánchez entonó los clásicos cánticos de la recta final de las campañas: "Tenemos que ganar para gobernar. Si no se gobierna, no se gana. Necesitamos una amplia mayoría para ganar y gobernar", así que "no especulemos con el voto; tenemos que unirnos todos en torno al PSOE". Última llamada a los indecisos a subirse al tren de la mayoría que volvió a hacer en Vallecas junto a Carmen Calvo y posteriormente en el cierre de campaña en Valencia, territorio que también se juega el futuro de la comunidad autónoma y el gobierno socialista de Ximo Puig.
"Estamos a punto de lograrlo. Estamos muy cerca de lograr una mayoría parlamentaria para tener un gobierno del PSOE con independientes de reconocido prestigio para la justicia social, concordia y para la limpieza", repitió una y otra vez.
Ante unas 10.000 personas según la organización socialista, Sánchez proclamó que "estamos muy cerca de esa España que queremos pero para eso necesitamos todos los votos el próximo domingo para evitar que haya un gobierno de la ultraderecha a los mandos de la política". Una referencia velada a Vox a quien calificaba de "ultraderecha temible" y a quien "PP y Ciudadanos han abrazado sin rubor".
Intentando pescar hasta el último minuto en el electorado indeciso y moderado, acusó a Pablo Casado y Albert Rivera de haber "renunciado a combatir" ideológicamente los postulados de Vox. Frente a ellos, un PSOE como arma para combatir a 'la España de Colón': "este partido tiene que acabar con un sí rotundo al país y con un no a quienes quieren involucionar. A los indecisos, ellos saben que si nos votan a nosotros, nosotros acabaremos con la suma de las tres derechas; a los que dudan entre Podemos y el PSOE, entre Ciudadanos y el PSOE, entre la abstención y el PSOE... tienen que votar al PSOE porque ¡somos los únicos que lo podemos lograr!".
Pese a que ese riesgo de la "amenaza real" de la suma de PP, Ciudadanos y Vox ha estado presente en todas y cada una de las intervenciones de Pedro Sánchez, de puertas para adentro el PSOE reconoce que esa amenaza ya no es tal. En la última semana los socialistas han detectado en sus trackings internos "una hipermovilización del electorado de izquierdas y una desmovilización del centro derecha" que está mandando al electorado moderado a su casa mientras "se ensancha el espacio de izquierdas" que hará posible un gobierno PSOE-Podemos-PNV.
Porque ése es el segundo cambio discursivo de esta campaña socialista: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ya no descarta la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno, como impone Pablo Iglesias —"o una coalición, o nada"—. En una entrevista en el diario El País, el presidente dejó claro este viernes: "No tengo un sentido patrimonialista del poder. Que entre en el Gobierno Podemos no es ningún problema".
Un giro de 180 grados respecto al "Gobierno monocolor en el que el PSOE cuente con sus propias fuerzas, pero con la incorporación de independientes progresistas de reconocido prestigio", que rezaba hasta ahora la cantinela socialista. Ésta es la verdadera novedad de esta campaña: respecto al frenesí, el suspense y el miedo de los comicios de 2015 y 2016, los socialistas hablan abierta y públicamente de pactos, descartando a unos y eligiendo a otros como si conocieran ya el resultado del próximo domingo 28 de abril. No hay temor. Creen que no habrá sorpresas... alea jacta est. La diosa Fortuna está de su lado y el PSOE cree rozar con los dedos su ansiado gobierno de izquierdas con Podemos.