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Rivera ensaya a fondo el debate para confrontar con Sánchez

El candidato de Ciudadanos ha simulado el plató con su equipo en una nave en Madrid, vigilando la gestualidad y los tiros de cámara.

Albert Rivera, durante un debate electoral. | EFE

Albert Rivera llega a los dos debates electorales más descansado que nunca. A diferencia de las intensas campañas de 2015 y 2016, que fueron precedidas de unas no menos agotadoras precampañas, y de unas elecciones como las catalanas de septiembre de 2015, el líder de Ciudadanos ha podido dosificarse más, sin la apremiante necesidad de llegar al arranque de la campaña "en lo más alto", como describen fuentes de su equipo.

Es una de las ventajas del rodaje que ya tiene la formación naranja como fuerza parlamentaria que ha negociado dos acuerdos de investidura (uno fallido con Pedro Sánchez y otro que llegó a término con Mariano Rajoy), también los dos últimos Presupuestos Generales del Estado y que, desde principios de este año, gobierna junto al PP Andalucía, la comunidad más poblada de España. Los españoles conocen más a Ciudadanos que entonces, sin necesidad de exponer a su líder a agotadoras agendas.

Rivera ha recorrido esta campaña menos kilómetros que hace tres años, a lo que ha ayudado lo atípico de una campaña en plena Semana Santa, durmiendo en Madrid, en casa, casi todas las noches. Un enfoque más tranquilo de la campaña al que no es ajeno el protagonismo de la candidata por Barcelona, Inés Arrimadas, que ha formado un ticket electoral de facto con su jefe de filas, llevando el peso de muchos de los principales mitines y actos.

Puesta a punto en una nave de Madrid

Desde el viernes por la tarde Rivera prácticamente no ha tenido actividad pública. Este fin de semana ensayó parte del debate a nivel escénico, en un espacio alquilado, una nave, en la Comunidad de Madrid, donde se simulaba el plató en el que por dos veces en veinticuatro horas se medirá a sus rivales.

Allí, alejado del mundanal ruido, ha podido estudiar con todo detenimiento, junto a sus más próximos, los tiros de cámara y la manera de girarse para dirigirse a sus rivales –tendrá a su izquierda a Pablo Iglesias y a su derecha a Sánchez y Pablo Casado– o al espectador. En el primer debate de 2015, en el que no había atriles como sí ocurrirá esta vez, su excesiva gestualidad fue objeto de comentarios e incluso chanzas, un aspecto formal que ahora tratará de pulir.

En cuanto al fondo del mensaje, Rivera, al que el sorteo ha colocado como quien abrirá el debate este lunes, buscará el cuerpo a cuerpo con Sánchez para, huyendo de palabras gruesas aunque con firmeza, enfatizar el peligro que a su juicio supone un presidente del Gobierno dispuesto a reeditar su mandato con el apoyo de los separatistas catalanes. Es por eso por lo que la Ejecutiva de Ciudadanos, en una decisión por unanimidad y sin precedentes, decidió vetar cualquier posibilidad de acuerdo, después de las elecciones del domingo, con el PSOE.

Una postura que luego se ha ido llenando de contenido con la propuesta de una coalición de Gobierno a Pablo Casado y con la petición, también inédita, del apoyo de Vox, algo que Rivera evitó hacer después de las elecciones andaluzas.

Entre los secretos mejor guardados por su equipo está el de su indumentaria. La clave está en una prenda, la corbata, y en si decide ponérsela, como hizo en el debate de 2015, o prescindir de ella, como en 2016.

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