Ciudadanos optaba por la innovación en su arranque de campaña. Ni carteles, ni cola de pegar, pero tampoco pantallas táctiles. No, Albert Rivera realizaba su primer discurso pidiendo el voto a los españoles desde la localidad segoviana de Pedraza, pero a ochenta kilómetros, en la sede del partido naranja en Madrid, un puñado de militantes y varios dirigentes, entre ellos los líderes madrileños Ignacio Aguado y Begoña Villacís, le escuchaban mediante un holograma.
Un intento, según afirmaba, por unir, sirviéndose de la tecnología, la España urbana, el caladero tradicional de votos de Ciudadanos, con la vacía o vaciada, en la que Rivera ha puesto el énfasis las últimas semanas, con propuestas como la rebaja del 60% en el IRPF a los españoles que vivan en pueblos de menos de 5.000 habitantes.
"Vivas en un pueblo o en una ciudad, todos tenemos los mismos derechos y obligaciones" afirma en su primer discurso de campaña, donde aseguraba que el 28 de abril "nos jugamos mucho" ya que, aseguraba, "no es lo mismo un Gobierno de Sánchez con los separatistas y con Podemos que un Gobierno encabezado por Ciudadanos tendiéndole la mano a los constitucionalistas". Incidía así en su apuesta por una coalición con Pablo Casado que lideraría el más votado y que tendría que pasar, casi inexorablemente, por el apoyo de Vox, que a diferencia de lo ocurrido en Andalucía ya pide abiertamente el líder naranja.
La campaña de Ciudadanos, en la que estará muy presente la número uno por Barcelona, Inés Arrimadas, echará el cierre el próximo 26 de abril en Valencia, con el candidato autonómico Toni Canto. Una novedad en las campañas de Rivera, que siempre terminaron en la capital de España.