Turno para la Policía Nacional en el Supremo: los Mossos colaboraron en el golpe
La declaración de un mando de la Brigada de Información pone en tela de juicio el papel del TSJC y la defensa cambia de tono.
Jordi Pina, el abogado más tronante de las defensas de los golpistas, no ha chistado en toda la sesión, jornada número 28 del juicio en el Supremo sobre el 1-O y fechas aledañas. Al letrado de Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull, le han recomendado sus propios compañeros togados que se relaje. Sus salidas de tono, artimañas y menosprecios a los testigos agentes de la Guardia Civil amenazaban con hundir aún más la imagen de sus patrocinados.
Andreu Van den Eynde, segundo ariete de la defensa, letrado de Oriol Junqueras y Raül Romeva, sí que ha participado en los interrogatorios a los testigos del día, los últimos guardias civiles y los primeros miembros del Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Van den Eynde también pareció más tranquilo que en las sesiones precedentes. Ni siquiera montó el número cuando un comisario de la Policía Nacional le recordó que él mismo se erigió en mediador de los participantes en el 1-O y la Policía en un colegio de la zona alta de Barcelona. De modo que sabía de primera mano que antes de actuar, la Policía avisaba a los concentrados de que en virtud de un auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) se iba a proceder a la requisa del material electoral de un referéndum declarado ilegal por el Tribunal Constitucional (TC).
Así es que la reanudación del proceso no contó con las animadas intervenciones de Pina mientras que sus compañeros cambiaron de registro y tono al dirigirse a los testigos. En general se han mostrado respetuosos con los policías nacionales y se han abstenido de incurrir en las maniobras de semanas pasadas.
"Requisas" de urnas
En cuanto a los hechos, los testimonios abundan en la pasividad de los mossos d'esquadra personados en los centros de votación, los ya célebres "binomios". Cuentan y no paran los testigos toda clase de "anécdotas" sobre enfrentamientos verbales con los policías de la Generalidad o sobre cómo a última hora de la tarde, ya celebrada la votación y hecho el recuento, los agentes autonómicos "requisaban" las urnas entre aplausos de los manifestantes. "Aquesta és la nostra policia!" coreaba el pueblo mientras "sus" agentes se llevaban algunas urnas entre mutuas muestras de reconocimiento y admiración.
Comunión con los Mossos
Aquel día se produjo una comunión entre las masas separatistas y la policía autonómica. A pesar de los supuestos esfuerzos de los mandos de los Mossos por dar cumplimiento a la orden judicial para impedir el referéndum, el movimiento independentista entendió que las parejas de mossos velaban por su "derecho a decidir" en vez de estar ahí a la espera del momento más oportuno para llevarse las urnas y los ordenadores, tal como han dicho los jefes del cuerpo en el Supremo.
Los medios independentistas subrayaron aquel día que los Mossos estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos. Hay fotos y vídeos de mossos abrazándose a votantes y llorando a lágrima viva por los homenajes de los independentistas. En algunos casos, tales escenas se vivían una vez producida la intervención de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
El testimonio de los policías nacionales sobre la actitud, en el mejor de los casos, contemplativa de los Mossos llega el mismo día en que la letrada del exjefe del cuerpo Josep Lluís Trapero ha presentado su escrito de defensa en la Audiencia Nacional, donde se juzgará al "major" por rebelión. En el texto se abunda en la teoría de que Trapero mantuvo a los Mossos al margen de los planes golpistas de Puigdemont, Junqueras y otros.
Sin embargo, las bases separatistas entendieron todo lo contrario, esto es que los Mossos se mantenían fieles a la Generalidad golpista y se abstenían de cualquier actuación, por activa o pasiva, tendente a impedir el referéndum ilegal. Es más, reprochaban a sus "compañeros" de la Policía Nacional que no dejaran votar a la gente y avisaban a los concentrados de la llegada de la fuerza actuante del Estado "represor" gracias a las tareas de seguimiento de Mossos a Policía Nacional y Guardia Civil.
Las comunicaciones de los Mossos durante el 1-O delatan el tenor del operativo y desmienten el escrito de defensa en la Audiencia Nacional de Trapero. En la mayoría de los casos, los Mossos se dedicaron a poner orden en las colas de votantes y a avisarles si venía la "pasma". El paisaje descrito por agentes de paisano del CNP es demoledor para los Mossos.
El jefe de la Brigada de Información
El primer jefe operativo de la Policía Nacional en el 1-O aporta una nueva perspectiva. Es un comisario de la Brigada de Información que coordinó la actuación de los policías de paisano en el marco de la operación Copérnico, el despliegue de seis mil policías y guardias civiles en Cataluña en otoño de 2017. El comisario ha firmado los informes y atestados determinantes para el caso. Habla de la engrasada organización de los Comités de Defensa del Referéndum, los CDR que luego pasaron a ser de la República, de su "carácter subversivo" y del tono "quirúrgico" de la actuación de las Unidades de Intervención Policial (UIP) del CNP. En cuanto a los Mossos, describe el extraño dispositivo pasivo agresivo con la Policía Nacional, si bien quiere subrayar que un coche de los Mossos rescató a un inspector que se había quedado descolgado en el repliegue en la zona del Ramon Llull de Barcelona.
En ese centro, en la encrucijada de las calles Aragón, Diagonal y Consejo de Ciento, una turba trató de bloquear la salida de la Policía Nacional tras haber intervenido urnas, papeletas y material informático. Los agentes emplearon la fusilería y el ciudadano Roger Español a consecuencia del impacto de una pelota de goma está investigado en un juzgado de Barcelona por unas imágenes en las que se le ve lanzando una valla contra la Policía.
La abstinencia del TJSC
Hecha la excepción, de la declaración del comisario no sólo se desprenden algo más que serias dudas sobre el papel de los Mossos. Su testimonio afecta también a los magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). La Policía Nacional identificó en Barcelona, área de responsabilidad del testigo, a cien personas que integraban mesas de votación y requisó abundante material informático, así como manuales de instrucciones para el referéndum con destinatarios identificados por su nombre y apellidos.
La Policía remitió el material al TSJC a la espera de que los jueces dieran orden de interrogar a las personas identificadas, que lo habían sido voluntariamente como responsables de las mesas, y clonar los ordenadores para facilitar la investigación sobre el referéndum ilegal. Tales órdenes no llegaron. El jefe de la Brigada de Información se cuida muy mucho de cargar las tintas. Prefiere que la conclusión se deslice de sus palabras. "No tuvimos autorización judicial para investigar", se limita a decir a preguntas de las defensas.
El TSJC de nuevo en la picota. Sus jueces no parecen los más activos de la profesión. Ninguna de las iniciativas judiciales sobre el golpe de Estado continuado en Cataluña ha partido del TSJC. La orden emitida a última hora para impedir el referéndum era un efecto burocrático de la cadena judicial. Las palabras del policía aluden a otra pasividad, el hecho de que los preparativos de la república, a pesar de ser públicos y notorios, no provocaran en el TSJC no ya una reacción más enérgica, sino una reacción. El órgano venía de imponer una pena de dos años de inhabilitación a los autores del ensayo del 9-N.
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