Mossos: del plan para detener a Puigdemont a la guardia pretoriana de Torra
Revelaciones de los mandos de la policía catalana en el Supremo sobre las reuniones con Puigdemont agudizan la crisis en la consejería de Interior.
La creación de una guardia personal para Quim Torra y los expresidentes de la Generalidad –una sección especial de los Mossos bajo el mando de la consejería de Presidencia, no de Interior– es la consecuencia más aparatosa de la grave crisis del cuerpo de policía catalán.
Las revelaciones de los jefes y exjefes del cuerpo (Miquel Castellví, Josep Lluís Trapero, Ferran López y Joan Carles Molinero) que han pasado por el Supremo sobre las dos reuniones con Puigdemont antes del referéndum ilegal y la "confesión" del major Trapero sobre el plan de los Mossos para detener al presidente y los consejeros caso de que lo ordenase un juez han arrojado luz sobre el clima de desconfianza y tensión entre la cúpula de los Mossos y el Govern que Torra considera una prolongación del extinto ejecutivo de Puigdemont.
El presidente actual desconfía tanto o más que su padrino político de la dirección de los Mossos d'Esquadra y de buena parte del cuerpo. La tesis nacionalista es que hay demasiados agentes no independentistas o "tibios" respecto a la república, que los mandos tampoco son de fiar y que se debe llevar a cabo una "limpieza" a fondo del cuerpo.
Al igual que Puigdemont, que en la fase final de su mandato se rodeó de escoltas de confianza que le acompañaron en su huida, Torra también quiere disponer de personal identificado con la causa separatista y que no dependa de una cúpula policial que no ha estado a la altura de las expectativas de "lealtad" que tenían los golpistas. La defensa de Trapero en la Audiencia Nacional, donde está encausado por rebelión, se basa en gran medida en que se puso a disposición del presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) y del fiscal superior para lo que fuera menester nada más fue proclamada la república catalana en el Parlament.
Nueva entidad administrativa
Ante tales antecedentes, una de las primeras medidas de Torra fue activar la creación del grupo de Mossos afines y afectos, de probadas convicciones catalanistas, bajo una nueva entidad administrativa, el "Área de Seguridad Institucional" (ASI). La primera leva es de 75 agentes, pero el proyecto prevé que el grupo especial del presidente disponga a la mayor brevedad de 250 agentes, número suficiente para cubrir no sólo la seguridad de Torra y su familia, sino la de Puigdemont en Waterloo, más la de Pujol y Artur Mas.
Condición indispensable
A la recluta se han presentado mossos de todos los grupos policiales, desde escoltas a antidisturbios y miembros del Grup Especial d'Intervenció (GEI), el equivalente de los Mossos a los GEO del Cuerpo Nacional de Policía, pero es condición indispensable que sean independentistas.
La dirección policial de los Mossos ha quedado al margen de la creación de esta unidad. El sargento Lluís Escolà, que presta escolta a Puigdemont en Waterloo y acaba de dimitir como asesor del departamento de Interior, ha tenido más influencia en el diseño que los máximos responsables policiales. Aseguran en la consejería que hasta el actual jefe del cuerpo, Miquel Esquius, designado por el actual ejecutivo ha quedado fuera del proyecto.
El proceso de selección
El responsable del proceso de selección es el inspector Marc Caparrós, exjefe del GEI y de la Brigada Móvil (Brimo), los antidisturbios. Según el perfil de El Mundo, acababa las reuniones de la Brimo antes de pasar a la acción con un Visca Catalunya!
El primer destacamento de la guardia pretoriana de los presidentes catalanes está prácticamente completo. Destaca la inclusión de un elemento singular, un escolta que se olvidó la pistola en un restaurante de Gerona. Agente de probada fidelidad a los principios fundamentales del nacionalismo, ha sido premiado con su inclusión en el selecto grupo, que cobrará de entrada cuatrocientos euros más que sus compañeros y trabajará siete días seguidos a cambio de otros siete días de descanso. La previsión es que los agentes aprovechen sus días libres para presentarse voluntarios a cubrir la seguridad de Puigdemont en Waterloo y en sus viajes.
Una pistola olvidada
Para el olvidadizo mosso de la pistola perdida viajar a Waterloo no le vendrá de nuevas, pues es uno de los habituales de la seguridad en la "Casa de la república" de Puigdemont, según informa Crónica Global. El despiste de dejarse el arma reglamentaria en un restaurante (los responsables del local llamaron a los Mossos para informar del hallazgo antes de que el policía diera cuenta del extravío) es más grave que decir "la república no existe" y llamar "idiota" a un agresivo agente forestal de la Generalidad en una manifestación según el reglamento de los Mossos, pero al escolta voluntario Puigdemont no se le ha abierto expediente alguno a diferencia de lo ocurrido con el antidisturbios que se enfrentó dialécticamente al bombero republicano.
La impunidad de los mossos declaradamente independentistas contrasta con el rigor que se aplica a quienes muestran la más mínima veleidad constitucionalista. Hay agentes suspendidos por haber criticado en Facebook a Puigdemont o por redactar partes en español al tiempo que la división de Asuntos Internos de los Mossos ha archivado todos los casos alusivos a enfrentamientos de sus agentes con la Guardia Civil y la Policía Nacional durante el 1-O.
Agrupaciones de agentes como Mossos per la República y el grupo Guilleries se manejan a sus anchas y hacen proselitismo del golpe de Estado entre sus compañeros sin problemas. Su propaganda es visible incluso en algunas dependencias policiales. Sin embargo, ese sesgo del mando operativo no es suficiente para Puigdemont, Torra y sus consejeros. Una de las acreditaciones indispensables para formar parte de la guardia personal de los presidentes catalanes es haber expresado inquietudes separatistas en sus cuentas de las redes sociales como mínimo.
Dijo Trapero en el Supremo que había diseñado un plan para detener a Puigdemont y sus consejeros. En aquellos momentos, el major era una figura indiscutida en Cataluña, el "héroe" de los atentados islamistas del 17-A en las Ramblas y Cambrils, una suerte de encarnación de la eficacia de la república en ciernes. El año anterior había sido retratado en una paella veraniega con Puigdemont y unos amigos.
En el hipotético caso de que los Mossos tengan que recuperar en un futuro próximo los teóricos planes de Trapero para detener al presidente de la Generalidad, los agentes comisionados no se encontrarán con unos compañeros a las órdenes de los jueces como hubiera ocurrido en 2017 sino con una guardia armada bajo el mando supremo del president.
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