La octava semana del juicio del 1-O ha plasmado dos realidades muy distintas. Por un lado, la inmolación de los abogados 'kamikazes' Jordi Pina y Andreu Van den Eynde. Y por otro, el nuevo pilar de la rebelión que la Fiscalía ha conseguido apuntalar gracias al testimonio de dos comisarios de los Mossos d'Èsquadra.
El abogado Jordi Pina que defiende a Jordi Sánchez, Josep Rull y Jordi Turull ha querido convertir la Sala de enjuiciamiento del Supremo en una suerte de pelea dialéctica tabernaria. Con modos poco respetuosos y en muchos casos execrables ha intentado cuestionar una y otra vez las agresiones y los partes médicos de los valientes agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional, que se dejaron la piel e incluso la cara, literalmente, por cumplir un mandato judicial. Por cumplir su deber. Simple y llanamente.
La primera de las polémicas protagonizadas por Jordi Pina tenía lugar el miércoles cuando manipulaba la lectura de un parte médico de un agente, leyéndolo "parcialmente". Su objetivo, desvirtuar las agresiones que sufrió este guardia civil. En ese momento, un Manuel Marchena muy indignado, ante la queja que hacía el propio agente, cortaba de raíz la despreciable actuación del letrado: "Señor letrado, si leemos un documento, lo leemos íntegro. Por favor, por favor, no interroguemos sobre un documento, fraccionándolo".
Parecía que Pina había aprendido la lección, pero no. Al día siguiente reincidía. En esta ocasión, interrogaba a un guardia civil mientras visualizaba el vídeo de su intervención en el 1-O a través de un dispositivo electrónico. Con esta fea artimaña, el letrado intentaba convertir la declaración testifical del agente en un careo, cuestionando sus palabras mientras afirmaba "es que lo estoy viendo".
Hasta ahí hemos llegado. La paciencia del que algunos ya bautizan como Santo Job Marchena, terminaba: "Señor Pina. Lo que podemos hacer es que testifique usted, en lugar del testigo, si le parece. ¡Esto no es serio, señor Pina, no es serio! Y usted normalmente se comporta como un letrado serio, pero en este momento, no se ha comportado como un letrado serio", le reprendía con contundencia el presidente del tribunal.
Y es que no todo vale en un juicio. Marchena es el garante de que la vista oral en el Supremo no se convierta en un "reality show" golpista. Esto no es, aunque algunos quieran convertirlo en ello, Gran Hermano 1-O, aunque Marchena ejerza de 'súper' y algunos abogados de los golpistas estén más que nominados esta semana.
Pasamos al segundo abogado "kamikaze", el letrado de Oriol Junqueras, Andreu Van den Eynde. Tengo que reconocer, y no soy el único, que espero siempre con una media sonrisa, y esa es la tragedia, la intervención de este abogado. Para que los lectores se sitúen, diré con todos los respetos, que se ha convertido en el graciosillo malote de la clase, al que el profesor (Marchena), ya da por imposible. Y es que pesar de los esfuerzos en enseñarle, al alumno Van den Eynde le van a quedar todas las asignaturas a final de curso.
Van den Eynde, que con ese apellido, podría tratarse de un prestigioso pintor flamenco, ha acuñado algunas de las preguntas más surrealistas del juicio. Es una mina, lo reconozco, y pongo sólo unos ejemplos: "¿Eran guardaespaldas o personas?"; "¿Sabe si esa masa organizaba conciertos?" "¿Sabe si esa masa tomaba tapas en medio del boulevard?"; "¿Salieron corriendo o andando rápido?". Ya se lo digo una mina de surrealismo, que en realidad es tragedia. Con tantas gansadas, ha perdido su credibilidad como letrado y los periodistas sólo nos reímos con él. No creo que ese fuera su objetivo. ¿O sí?
Cada vez que toma la palabra, protesta por no poder visualizar vídeos, todo ello, a pesar de que la Sala afirmó el primer día que todas las grabaciones, incluidas las inéditas que grbaron los policías y guardias civiles, se verán en la fase documental. Esta semana Marchena, harto de sus bufonadas, decidía no darle la palabra para no discutir con él, tras una nueva petición rocambolesca. Van den Eynde, una vez más, protestaba, claro, y el tribunal pasaba de él.
Analizando a los dos letrados 'kamikazes', me surge una duda. Ven tan complicado el rumbo que está tomando el juicio que su única estrategia es intentar reventar el juicio como hacen los jugadores malos de fútbol enfangando el campo y haciendo entradas sucias a la espinilla. Desde luego, parece que no han entendido que en un juicio se trata de convencer al TRIBUNAL, no a sus 'grupis indepes' que les aclaman durante sus apariciones en TV3. A menos que su objetivo, sea simplemente montar el circo y esperar a que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo les intente echar una mano cuando sus clientes sean condenados por rebelión.
Y es que no se puede decir que Marchena no esté avisando por activa y por pasiva de que ése no es el camino para intentar demostrar la supuesta inocencia de sus defendidos. Ya les ha advertido "no actúen de cara a la galería, tienen que tratar de convencer al tribunal". Pero no hay forma, todo parece indicar que el show continuará la próxima semana. Periodísticamente, muy divertido, jurídicamente una vergüenza.
Hay que ser justos y destacar el escrupuloso e higiénico trabajo de otros letrados de los golpistas. Que con preguntas o argumentos más o menos acertados, se esfuerzan en paliar la acusación. Es el caso de Xavier Melero, Marina Roig, Benet Salellas, Mariano Berges, Olga Arderiu o Judith Gené, que siempre mantienen el respeto y las formas en el juicio. Están el Tribunal Supremo, sus defendidos se juegan muchos años de cárcel y la cosa no está para bromas.
Según el día, Francesc Homs y Alex Solá se mueven entre la seriedad o la actitud "rebelde" permítanme la expresión, de Pina y Van den Eynde. Yo desde luego lo tendría claro, si quiero aprobar no me enfrentaría con el profesor.
La Fiscalía sigue avanzando con seriedad y firmeza
Mientras tanto, la Fiscalía, es decir, Javier Zaragoza, Consuelo Madrigal, Jaime Moreno y Fidel Cadena, a lo suyo. Es decir, a probar y demostrar la rebelión. Una meta cada vez más y más cerca. Los testimonios de esta semana de los comisarios de los Mossos, Ferrán López y Juan Carlos Molinero, desvelando que el entonces presidente catalán, Carles Puigdemont, les dijo en la Junta de Seguridad del 28 de septiembre de 2017, que "si había violencia el 1-O, declararía la independencia en ese momento", suponen un pago de gigante en su acusación.
En este punto, cabe hacer una reflexión. Al contrario de lo que unos intenten predicar, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no les gustó golpear gratuitamente a la gente que supuestamente cantaba "Somos gente de paz" mientras les propinaban puñetazos en la mandíbula y patadas en los testículos. También hubo intentos de robarles la pistola y de estrangulamiento. No se me olvida denunciar el odio inoculado a unos facultativos médicos, que se negaban a atender a los agentes heridos. Esto es sencillamente vomitivo.
No obstante, hay que recordar y pedir algo a los agentes. Déjense los complejos fuera del Supremo. No se dejen acorralar por las defensas de los golpistas y reivindiquen su uso legítimo de la fuerza para hacer cumplir la Ley. Son las fuerzas del orden y si hay resistencia, pacífica o violenta, hay resistencia al Estado de Derecho y eso no se puede consentir. El juicio es contra los rebeldes, no contra la Policía y la Guardia Civil, a pesar de que algunos adopten esa estrategia.
Uno de los hitos de la semana lo protagonizó de forma magistral el fiscal Zaragoza. Un interrogatorio al comisario de los Mossos Molinero que evidenció la pasividad y la inacción de la policía autonómica catalana al constatar que no resultó ningún agente herido, frente a los más de 100 guardias civiles y policías nacionales asistidos por esa triste jornada. Y encima, como en las buenas películas de juicios, el fiscal finalizaba su interrogatorio con un espectacular: "No hay más preguntas señoría".
En fin, si hablamos sobre fábulas, la Fiscalía es la hormiga y los abogados de Junqueras y Sánchez la cigarra. El invierno judicial llegará en forma de sentencia. Todavía queda mucho partido.