La séptima semana del juicio del 1-O ha sido la más relevante para que la Fiscalía consiga cerrar el círculo del delito de la rebelión. También ha sido una de las más esperpénticas con el desembarco de los 'observa-jetas internacionales' en el Tribunal Supremo.
El máximo responsable de la Guardia Civil en investigar la organización del referéndum ilegal del 1-O aseguraba esta semana en la vista oral que tras los registros del 20 de septiembre de 2017, se vivió un "clima insurreccional" en Cataluña. La RAE define la insurrección como el "levantamiento, sublevación o rebelión de un pueblo o de una nación".
El testimonio de este teniente coronel "es clave" y consigue cerrar el círculo de rebelión al identificar la violencia que se desató en Cataluña como "vehículo y medio imprescindible" para declarar la independencia tras la celebración del referéndum ilegal. Todo ello en un contexto de clara rebeldía hacía la Ley y la Constitución en todo el territorio catalán, donde desobedecer las leyes y acosar a los constitucionalistas era el pan de cada día.
El artículo 472 del Código Penal establece que "son reos del delito de rebelión los que se alzaren violenta y públicamente para declarar la independencia de una parte del territorio nacional". La "violencia institucional" fue ejercida por el Parlamento catalán presidido Carme Forcadell y por la Generalidad de Cataluña presidida por Carles Puigdemont, tras no aceptar los innumerables mandatos del Tribunal Constitucional. Mientras, los líderes de ANC y Ómnium Cultural, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, canalizaron las revueltas y la propia insurrección en la calles.
El transcurrir del juicio ha podido esclarecer la existencia de una "masa" organizada que reaccionaba en Cataluña con escraches y acosos violentos a las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado comisionadas para cumplir una orden judicial. La masa violenta también tomaba la iniciativa y asedió acuartelamientos de la Guardia Civil y hoteles donde se alojaban policías nacionales al grito de "Fuera las fuerzas de ocupación". Con lanzamiento incluso de artefactos incendiarios e izado de esteladas.
Según el máximo responsable de investigar el 1-O "el referéndum era la piedra angular sobre la que pivotaba todo el proceso, era condición sine qua non para proclamar la independencia para poner al Estado en situación de conflicto. Los policías con algún grado de responsabilidad sabíamos que cualquier incidente pequeño podría derivar en una escalada incontrolada". "Afortunadamente no fue así, pero que no fuera así no quiere decir que la sensación que teníamos los tres cuerpos policiales era de que aquello era un polvorín", añadía el mando de la Guardia Civil", relataba.
El clima insurreccional en Cataluña se ha elevado en el juicio del 1-O por encima de los inofensivos claveles lanzados inicialmente las Fuerzas del orden, los eslogan de "Somos gentes de paz" o las canciones de la Trinca. Existió una auténtica sublevación institucional y callejera, cuya mejor noticia fue que no hubo que lamentar víctimas mortales. Por ello, hay que evitar que algo así pueda volver a suceder en España. No se puede mirar para otro lado, ni minimizar lo ocurrido. Sería una grave irresponsabilidad, con consecuencias nefastas para el Estado, los catalanes y el resto de españoles.
La consulta ilegal del 9-N salió prácticamente "gratis" a los golpistas, por ello, al sentirse impunes y embravecidos tuvo lugar el 1-O. Si hay un enjuague con el 1-O ahora, prefiero no pensar sobre lo que puede venir después. Nadie es responsable del golpe, salvo ellos mismos. Se les avisó por activa y por pasiva, no escucharon a la Justicia y siguieron adelante desobedeciendo rebelándose contra los tribunales y el orden. Ahora sólo deben pagar por sus graves delitos cometidos. Ni más, ni menos.
La farsa de los 'observa-jetas internacionales'
El sainete de los 'observa-jetas', mal llamados 'observadores internacionales' del 1-O, se celebró el miércoles en el Supremo y lo primero que hay que hacer al respecto, es negar la mayor. ¿Observadores internacionales? Con todos los respetos, España no es Tonga o Bangladesh para que tengan que venir supuestos 'observadores internacionales'.
El primer observa-jeta en desfilar ante el tribunal presidido por Manuel Marchena fue un exdiputado alemán socialdemócrata septuagenario, de cuyo nombre no me quiero acordar, que había posado en los últimos meses con el golpista huido Carles Puigdemont y el racista Quim Torra. Con un par de bemoles, el tío negaba haber cobrado de la Generalidad por sus "servicios" e insultaba a la Policía y a la Guardia Civil, acusándoles de "secuestrar" las urnas electorales del referéndum ilegal del 1-O. Por supuesto, la violencia la ejercieron las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, mientras los votantes mantuvieron, dice, "la tranquilidad y la contención".
El cuajo del 'observa-jeta' germano se agravaba cuando tratándonos como si fuéramos una república bananera intentó darnos lecciones de democracia a los españoles. ¡Manda huevos! que diría aquel, mientras un implacable Marchena le recordaba que sus valoraciones políticas eran "prescindibles" en el juicio. Sinceramente, no creo que Alemania sea un ejemplo de país históricamente democrático...
El esperpento continuaba y saltaba a escena la 'Señora Doubtfire' que con tanto acierto interpretó el fallecido Robin Williams. Una mujer neozelandesa llamada Helena Catt, entrada en años como su colega teutón y que con más miedo que vergüenza, reconocía haber cobrado 8.000 eurazos del Diplocat (dependiente de la Generalidad), por supuestamente "observar" lo que acaecía en Cataluña desde comienzos de septiembre de 2017.
La pregunta es obligada ¿Qué observó esta mujer, si al ser preguntada por la Fiscalía aseguraba desconocer lo sucedido en Cataluña el 20-? Como no observara las calçotadas que se metió entre pecho y espalda durante su estancia en nuestra querida Cataluña, pues uno ya no sabe qué decir o qué pensar. Bueno sí, vaya farsa y vaya vergüenza la de los golpistas por intentar engañar a su gente y a toda España con esta ópera bufa internacional.