El primero paso fue un comunicado del Ministerio de Exteriores en el que el Gobierno rechazaba "con toda fimeza" la carta enviada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al rey Felipe VI; el segundo, las palabras de la vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo: "El rey Felipe VI no tiene que pedir perdón a ningún país, eso no va a ocurrir". Palabras de la número dos del Gobierno en declaraciones a los periodistas en las que defendió que "el Gobierno ha reaccionado como corresponde a un país de la importancia y del prestigio del nuestro" que "ha dejado clara" su repulsa a esta misiva que consideran un desafío diplomático inesperado.
En esa misma línea, pero de forma más contundente y elocuente, se manifestó desde Argentina el ministro de Exteriores, Josep Borrell, quien se mofó veladamente de esta petición del presidente mexicano al afirmar que "no vamos a pedir a la República Francesa que presente disculpas por lo que hicieron los soldados de Napoleón cuando invadieron España; o los franceses no van a pedir disculpas los italianos por la conquista de las Galias por Julio César".
De forma más seria, Borrell afirmó que "obviamente España no va a presentar esas extemporáneas disculpas que se piden" que "parece un poco raro que se plantee pedir disculpas sobre acontecimientos ocurridos hace 500 años". No se mostró preocupado por la relación entre ambos países tras una conversación mantenida con su homólogo americano: "Hace unos días hablé con mi colega de Exteriores y vamos a hacer todo lo posible para que las relaciones entre los pueblos, entre las sociedades mexicana y española, por supuesto también entre los gobiernos y los Estados, no se vean perturbadas por esta iniciativa desafortunada a la que, naturalmente no vamos a dar curso", señaló Borrell.
Así lo manifestó también el ministro de Cultura, Joan Guirao, en declaraciones a los periodistas en el Congreso trasluciendo su sorpresa personal por el incidente diplomático: "No he entendido muy bien la petición. Creo que forma parte de una corriente de pensamiento indigenista fuerte que hasta ahora se había manifestado por vías que no eran gubernamentales", dijo con una sonrisa para añadir que "el señor López no responde a los criterios históricos de lo que fue la presencia española en México, más bien a un pensamiento contemporáneo que no pone en contexto los hechos históricos".
Y añadió que no hay preocupación diplomática porque "las relaciones son estupendas y esto no motiva ningún choque importante para nada". Un intento por evitar echar gasolina al fuego que no se corresponde sin embargo con la sorpresa del Ejecutivo por una maniobra de AMLO a pocos meses de la reciente visita de Estado del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien fue el primer mandatario internacional a quien quiso recibir su homólogo mexicano tras su llegada al poder.