Desde el principio, hubo tres líneas maestras diseñadas para la ocupación del nuevo instrumento "público" que se fundó en 1989 aunque se preparó desde 1987. Por lo público, como es habitual, debe entenderse, lo relativo a los intereses del PSOE-A. Como en el caso de la Administración autonómica, el nuevo ente nunca fue concebido para servicio de los andaluces sino sólo para acrecentar y sostener el poder socialista y, en general, de la izquierda.
La primera fue la que conducía a la determinación de qué personal y de qué calidad ideológica y moral era necesario para no preocuparse siquiera en el futuro de la línea política del medio. Desde el principio estuvo claro que la mayoría de los trabajadores de Canal Sur TV y Radio deberían ser ideológicamente de izquierdas y, por tanto, todo tipo de prueba selectiva imparcial debía ser mirada con desconfianza o, en todo caso, eficazmente orientada para producir los resultados esperados.
Esta línea ha permanecido vigente hasta la actualidad. El método ha solido ser el mismo que el practicado en la Administración andaluza y las empresas públicas: los hechos consumados. Primero se contrata a las personas previamente decididas de manera temporal aduciendo razones de urgencia y necesidad y sin control y luego, o bien se hacen fijos sin más o bien se hacen oposiciones a la medida para los "elegidos".
La segunda línea estratégica fue la construcción de un sector económico audiovisual ligado al conjunto de la RTVA en el que los "promotores amigos" del PSOE y de la izquierda en general tuvieran la máxima relevancia. Se trataba y aún se trata, con algunas que no muchas excepciones, de que periodistas y productores amigos del PSOE estuviesen en condiciones de servir las necesidades de la programación y, además, se aprestasen a neutralizar cualquier proyecto de programación si ésta no procedía de los dictados del PSOE.
Este segundo paso fue dado con no pocas chapucerías, despilfarros y arbitrariedades, pero con tal firmeza que básicamente la estructura de las productoras consideradas "pata negra" ha seguido intocable después de más de treinta años de funcionamiento del ente supuestamente público con algunas adiciones y algunas ruinas. Nada ha importado la competencia, el pluralismo ni la prueba evidente de las audiencias. Eso sí, se justificaba por la preferencia de un sector empresarial de lo audiovisual claramente andaluz, como los nacionalismos de manual.
Se trataba de que no fuera posible otra línea rectora que la de izquierdas, en general, y del PSOE en particular. Aunque podría parecer difícil precisar quiénes eran las productoras "pata negra" porque su definición es inconcreta, había un criterio comúnmente admitido: las productoras iniciales, la de Joaquín Petit, la de Antonio Jiménez Filpo, la de Antonio Pérez y José Luis Vázquez, cuando menos, y las de los ex directivos del Ente, Paco Cervantes, Salvador Domínguez, José María Durán, Francisco Lobatón y otros, fueron comúnmente consideradas "pata negra".
Pero estaba asimismo el criterio del volumen de su facturación anual sobre el conjunto de las productoras, como veremos en el siguiente capítulo. A alguna productora de un amigo de Manuel Chaves, de la que hablaremos, la llamaban la "0,0", es decir, 0 rating, 0 share. El rating es el indicador que nos dice cuanta gente está viendo un programa de televisión o un spot publicitario en un momento dado. El share nos muestra la preferencia relativa de los espectadores hacia un determinado espacio además de controlar el presente, controlar el porvenir. Aun así, dispuso de contratos fabulosos con Canal Sur TV.
Con tal estructura de poder, control del personal y control de las productoras amigas, sería imposible que algún partido político diferente del PSOE en el futuro, en caso de salir vencedor en unas elecciones, podría siquiera llegar a controlar un trocito de la televisión andaluza. Ya se está viendo cómo ni PP ni Ciudadanos pueden siquiera aspirar a llevar a buen puerto su promesa de cambio sin escándalos sucesivos.
Pero, por si acaso, se trenzó una tela de araña de relaciones de lealtad y fidelidad inquebrantables entre los sucesivos directivos de la RTVA y los dirigentes políticos del PSOE mediante la concesión de programas, productoras y privilegios.
No fue bastante. La obsesión por el poder llevó a desarrollar la tercera línea estratégica destinada a controlar decisivamente el único medio público audiovisual andaluz: el control ideológico y político de los informativos de manera férrea mediante el nombramiento de unos directores generales libres de todo control parlamentario eficaz, imponiendo la mayoría absoluta conseguida por el PSOE en las sucesivas elecciones como método despótico de control hasta no hace mucho.
Incluso cuando se aceptó que esta dirección general fuera nombrada por el Parlamento en 2008 se estipuló que, en caso de desacuerdo parlamentario, se aplicase nuevamente la mayoría absoluta, es decir, que siguiera siendo nombrada por el Partido Socialista. Finalmente, se optó por una mayoría cualificada para el nombramiento del director general pero cuando ha interesado se ha mantenido a un subdirector general en el cargo de director "en funciones" desde marzo de 2013.
Para que no faltara un perejil, el PSOE se apropió del primer Consejo de Administración de la RTVA de manera absoluta. Sus 12 miembros de entonces fueron Juan Jiménez Costilla, Carlos Díaz Medina y César Martín Cuadrado, por la Federación Andaluza de Municipios y Provincias. Costilla era concejal por IU en Córdoba y no alejado del PSOE. Tanto que luego fue asesor del PSOE en el Ayuntamiento de Córdoba. Carlos Medina era alcalde socialista de Cádiz y César Martín Cuadrado fue alcalde socialista de Vera (Almería) desde 1979.
Por la Junta de Andalucía fueron designados José María Diez Miguélez, José María Oliver Pozo, Joaquín Risco Acedo y Pedro Navarro Imberlón. Díez Miguélez fue uno de los 32 dirigentes socialistas de Cádiz que acompañaron a Manuel Chaves en el impago del préstamo de la Caja de Ahorros de Jerez. Oliver Pozo, de familia socialista, fue nombrado en 1990 secretario general técnico de la Consejería de la Presidencia y luego viceconsejero de Igualdad y Bienestar Social. Joaquín Risco era un ugetista de toda la vida, desde la fundación de la FETE y fue director general y miembro del consejo social de la Universidad de Sevilla. Pedro Navarro era en el momento de los hechos un peso pesado del socialismo, a pesar de su origen comunista. En los Gobiernos de Escuredo, Borbolla y Chaves, este almeriense de Adra ocupó cargos de delegado provincial, director general y viceconsejero. Luego, en 1996, lo dejó todo y se retiró de la política.
Concepción Vega García fue miembro del consejo de la RTVA debido al Consejo Andaluz de Consumo. Era miembro de la Unión de Consumidores de Andalucía, una organización filosocialista que presidía por aquel entonces Ana Arnáiz, una factótum del PSOE en esa época.
Por lo empresarios de la Confederación de Empresarios de Andalucía fueron nombrados Santiago Herrero León y Antonio Moya Monterde. El primero fue un intenso colaborador del régimen con el que controló los cursos de formación y negocios escandalosos y el segundo no era más que su vasallo.
Por último, el Consejo contó con la presencia de Antonio Ordóñez Clemente, por la UGT. Ordóñez era jefe de prensa y mano derecha de Cándido Méndez en Andalucía y lo siguió siendo cuando se fue a Madrid. Y cerraba el círculo José María Martín Delgado, por el Consejo Andaluz de Universidades. Fue siempre un "tapado" del PSOE hasta que aceptó coordinar la campaña del PSOE en Málaga en 2007. Luego ha sido encausado en procedimientos judiciales en el caso Invercaria.
El gran escándalo de la fundación de Canal Sur
A unos días de la inauguración del nuevo Canal, el 28 de febrero de 1989, como si fuera un aviso del destino, la carpa donde iba a tener lugar el festejo fue destrozada por los vientos. Después se cosechó una gavilla de escándalos menores, desde el costo final del evento al de haber sido realizada en buena parte por trabajadores no pertenecientes a la RTVA.
Pero faltaban muy poco para que estallaran los primeros escándalos de consideración. La madre de todos ellos fue desvelada por dos colaboradores del Diario 16 por entonces, Juan Teba (1) y Pedro de Tena. En sendos reportajes sucesivos pusieron de manifiesto cómo un grupo de amiguetes del director general de la Radio Televisión de Andalucía y del director de Canal Sur TV, esencialmente, se habían enriquecido a costa del erario público sin compasión alguna, provocando un déficit general de más de 4.000 millones de pesetas (hoy 24 millones de euros) en sólo unos meses de funcionamiento.
Antes ya se habían despertado las sospechas por cuanto las películas compradas para su emisión eran desconocidas incluso para los críticos y los programas encargados a productoras amigas, cuestionables. Incluso El País informó de que: "Según la oposición, en los contratos con las citadas productoras –en su mayoría de reciente creación y dirigidas por personas cercanas a los altos cargos de la televisión andaluza– existe un "evidente sobreprecio" y reflejan la concesión de anticipos millonarios con escasas garantías. Esto es, malversación.
Es decir, el dinero público, en la práctica, se prestaba sin interés y sin condiciones a empresarios privados, sólo por el hecho de ser amigos y correligionarios de los directivos socialistas. Con ese dinero se erigieron las nuevas productoras. Pero el costo fue letal. Tan pronto como en mayo, a cinco meses de distancia del presupuesto cerrado para un año completo, el director general, Salvador Domínguez, ya solicitó a la Junta de Andalucía un aumento de 4.000 millones de pesetas de la subvención de 8.119 millones de pesetas concedida al Ente para todo el año 1989.
El día 23 de abril de 198946, Diario 16 sacó la primera entrega de lo que sería la noticia bomba del año: las irregularidades y la disipación del dinero público en la RTVA a dos meses de su inauguración. "Despilfarro delirante" llamó a lo ocurrido. Los hechos más relevantes que destacó fueron los siguientes.
- Domínguez falseó el coste de la gala inaugural del canal en el consejo de administración de la RTVA. Dijo que no sobrepasó los 120 millones cuando en realidad fueron casi 200. Tampoco dijo la verdad sobre los ingresos por publicidad.
- El criterio del director de Canal Sur TV, Francisco Cervantes Bolaños, de contratar con productoras de amigos casi siempre vinculados al PSOE por simpatía o filiación, - la mayoría recién fundadas e incluso por fundar -, produjo un encarecimiento tan frenético de los precios que hicieron sospechar que tal sangría de dinero no podía ser ajena a los propósitos de la Dirección.
- El programa Adivina quién viene esta noche, producido por Producciones Ítaca, SA recién fundada por el locutor presentador y amigo de Cervantes, Joaquín Petit Fernández y conducido por él mismo, su esposa, Esperanza Sánchez, pieza clave de la cadena SER de Polanco en Sevilla y la actriz María Barranco, todos ellos vinculados por amistad con Amparo Rubiales y Javier Pérez Royo, supuso un desembolso para Canal Sur, calculado por Diario 16, de casi 200 millones de pesetas en sólo tres meses para Canal Sur TV, a 15 millones largos de pesetas por cada entrega. Por si fuera poco, el programa se realizaba con medios y personal de la televisión pública.
- Si se tiene en cuenta que el propio Cervantes cifró el coste medio de una hora de televisión en la RTVA en 4-5 millones de pesetas, el coste por hora del programa de su amigo Petit, 10 millones, duplicaba escandalosamente la media.
- Pepe Navarro y la productora Tesauro, regida por el socialista Ramón Colom, costaban a 32 millones de pesetas por programa de dos horas los viernes, pero no utilizaba los medios de la RTVA como era el caso de la empresa de Joaquín Petit.
- Por el controvertido programa El Patio, dirigido por Gonzalo García Pelayo y producido por la firma Hacia el Sur, S.A., una productora fundada en los días inmediatamente anteriores a la puesta en marcha del Canal Sur Televisión y regida por el propio Pelayo, doce millones por cada media hora.
- El programa de Emilio Aragón, cuando era todavía Milikito y con pocos posibles, Saque Bola, se embolsaba once millones de pesetas sin incluir IVA y era producida por Vídeo Sport.
Estos precios, aún hoy, cuando ya hace más de veinte años de los hechos, están por encima de toda media. Si a ello unimos el espectáculo de viajes sin justificación, alquileres de coches a mansalva, alquileres millonarios de locales, sueldos de directivos y "enchufados", podemos imaginar lo que fue "la madre de todos los escándalos" de Canal Sur, que continuaron tras la casi inmediata dimisión de Salvador Domínguez y Francisco Cervantes.
De este último, gracioso como pocos, hay que referir la anécdota de que en el meollo de esta vorágine económica y de dineros, dijo que le había tocado la Lotería, concretamente, el "cuponazo" de la ONCE, lo que mereció foto y comentario en ABC. Fue poco después de que se destapara el vaivén de millones de la RTVA y un poco antes de tener que confeccionar la declaración de Hacienda, en mayo de 1989.
Gaspar Zarrías, el responsable político directo de la operación Canal Sur y hoy procesado en el caso ERE, dijo que las cuentas y los costes dados por la prensa no eran correctos, pero jamás dio otros ni interpuso querella alguna contra el periódico ni contra los periodistas.
Curiosamente fue El País el que sugirió la necesidad de acciones más contundentes contra el director dimitido, Salvador Domínguez. Lo expresó así: "Pese a lo infrecuente de las dimisiones en el ámbito político español, la de Salvador Domínguez es, probablemente, una de las que no debían de haberse producido, al menos sin ser estudiada a fondo su gestión, radicalmente desastrosa, en el corto período de tiempo que dirigió la televisión autonómica. En su última comparecencia parlamentaria, a la que fue obligado a asistir por el Gobierno regional, reconoció que la deuda de Canal Sur, de la RTVA, era de 4.000 millones de pesetas, en un ejercicio que apenas excedió los cuatro meses."
Y apuntilló: "Cabe preguntarse si es ortodoxo dejar dimitir al responsable de tal desaguisado sin exigirle otras responsabilidades que recoger el despacho. Hoy, Salvador Domínguez está a la expectativa de destino y cargo, y los españoles –todos– tenemos 4.000 millones de pesetas menos. Que no falte de ná."
Pues ni a Domínguez, ni a Cervantes ni a ninguno de los que participaron con ellos en este saqueo del dinero público se les aplicó la más mínima investigación ni judicial ni parlamentaria. Muchos de los que se hicieron ricos, tal vez siguen ricos y los españoles, singularmente los andaluces, perdimos muchos miles de millones mientras la televisión andaluza estaba en quiebra técnica. El PP instó al Consejo de Gobierno de la Junta a que se exigiesen responsabilidades legales, civiles, administrativas y penales al primer director general de RTVA, Salvador Domínguez, pero no entonces, sino cuando se conoció la Auditoría inaugural de la Cámara de Cuentas.
De estos polvos vinieron luego virulentos lodos y oscuros fangos que han seguido hasta hoy. Por poner un ejemplo, Francisco Cervantes sigue siendo miembro del Consejo de Administración de la RTVA propuesto por el PSOE. La fecha de la inauguración de la RTVA y sus canales de televisión y radio es y debería ser, como debe comprenderse, algo inolvidable para acelerar el espíritu del cambio del que tanto se habla y que tan poco se percibe.
(1) No fue firmado porque Juan Teba, muy relacionado con el sector guerrista del PSOE, no quiso. Pero debido a su fallecimiento ya no hay razones para seguir ocultando cómo se gestaron aquellas piezas periodísticas que acabaron con la dimisión de la cúpula de la RTVA. Los artículos fueron escritos por Juan Teba con la información proporcionada por Pedro de Tena que la obtuvo de fuentes directas de Canal Sur. De la verdad de estos hechos puede dar fe y testimonio el periodista Ignacio Camacho, por entonces, directivo del periódico.