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Cuixart, un capitán Collons sobre el "altar" de un vehículo devastado de la Guardia Civil

Òmnium monta una pantalla gigante delante de su sede para seguir los interrogatorios de su presidente y Carme Forcadell.

Òmnium monta una pantalla gigante delante de su sede para seguir los interrogatorios de su presidente y Carme Forcadell.
Cientos de personas siguen a través de una pantalla gigante la declaración de Jordi Cuixart. | EFE

El separatismo interpreta el juicio del Tribunal Supremo como un partido de fútbol en el que los presos van ganando por goleada. Tal es el fervor que suscitan las deposiciones de los encausados por el 1-O que Òmnium Cultural ha instalado una pantalla gigante frente a su sede en Barcelona para seguir la declaración de su presidente, Jordi Cuixart. Calle cortada, unas cien personas frente a la pantalla y una fila cero con el candidato de ERC a la alcaldía de la capital catalana, Ernest Maragall, diputados de Junts per Catalunya, de ERC y exdiputados de la CUP. Los asistentes aplauden las réplicas de Cuixart al fiscal Jaime Moreno y abuchean las preguntas. División de opiniones sobre el arbitraje del presidente de la sala, el juez Manuel Marchena.

Cuixart se jacta de ser el presidente de una organización cultural con 140.000 socios. El Barça ya no es el club por antonomasia de Cataluña. Òmnium, según Òmnium, le supera en más de veinte mil adheridos. El acusado se maneja con desenvoltura y exhibe un lenguaje demasiado "coloquial" según Marchena que adorna con interjecciones y tacos. Dirige una "institución cultural", una entidad nacida en 1961 para defender la cultura y la lengua catalanas mutada en entidad independentista. Cuixart, "hostia" y "collons", se escuda en su condición de presidente de Òmnium cuando no le gustan las preguntas. "¿Usted cree que un presidente de Òmium debe saber cuándo se ha cambiado una página web?".

Luce coletilla y barba bien perfilada. Presume de su condición de empresario, posee una fábrica con setenta trabajadores que exporta maquinaria para empaquetar. Repite en la sala los mantras de la fábula separatista, el supuesto ochenta por ciento de la población partidario de un referéndum de autodeterminación, el amor del pueblo catalán, un solo pueblo, por el autogobierno, tanto amor que salió en masa, no independentistas incluidos, para proteger la consejería de Vicepresidencia en el registro judicial del 20 de septiembre de 2017.

"Yo también soy medio español"

Reniega de sus declaraciones ante el juez instructor Pablo Llarena. Alega que en esos momentos quería salir de prisión "al precio que fuera", pero que ahora, tras quinientos días de cárcel, su prioridad es "denunciar la vulneración de derechos y libertades en el Estado español". Niega toda clase de violencia y se remite a Martin Luther King, Gandhi y Mandela. Sostiene que el pacifismo está implícito en el ADN catalán, censura el "a por ellos": "¿A por quién? ¿A por nosotros? Yo soy hijo de una murciana; yo también soy medio español", proclama. Dos de cada tres respuestas son un mitin que desborda las labores de control de Marchena.

El fiscal Moreno aprieta con el acoso a la comitiva judicial del 20 de septiembre. Pregunta sobre los coches devastados de la Guardia Civil y sobre el mitin que pegó sobre el techo de uno de los vehículos. El acusado comenzó su alocución desde "este altar majestuoso" en alusión al coche de la Benemérita que les servía de peana a él y su colega Jordi Sànchez. Se niega a aclarar a qué se refería con el "altar majestuoso".

Nueva goleada

El separatismo celebra otra goleada. Según la versión de los medios afectos, Cuixart ha propinado decenas de "zascas" al fiscal. Cuixart, "hostia", "collons", se ha mostrado como el líder golpista más robusto y el más hábil también para desviar las preguntas y convertirlas en pretextos de respuestas críticas con la actuación de la Policía Nacional y la Guardia Civil durante la jornada del referéndum.

Acatamiento del 155

Carme Forcadell abre la sesión de tarde y cierra el turno de los acusados. Niega cualquier efecto jurídico de la declaración de independencia. Todo eran resoluciones políticas sin contenido real ni consecuencias. Ella no participó de ninguna estrategia, se limitó a cumplir con su papel de presidenta del Parlament. Su único delito sería el de haber permitido que en la cámara se hablara de todo.

Forcadell niega toda validez a la proclamación de independencia. Abunda en la teoría de que no pasó nada, que la votación secreta no tuvo concreción ninguna, que los documentos no se registraban en el boletín del Parlament. A preguntas de su abogada, Forcadell relata que acató el 155, convocó la diputación permanente, órgano entre legislaturas, y se dio por relevada. Afirma que no entiende cómo está siendo juzgada en el Supremo mientras que sus compañeros de mesa serán juzgados en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). No hizo más que ellos, alega.

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