El habitual "compañeros y compañeras" y la arroba ya no son lo más recomendado entre el feminismo para evitar el masculino: palabras inventadas como "todes" y fórmulas como sustituir por una x la letra que marca el género son últimamente lo más usado por los abanderados del lenguaje inclusivo. Mientras la RAE recuerda que usar la letra "e" en lugar de la "a" o la "o" es un uso "innecesario" y "ajeno al sistema morfológico del español", su utilización se extiende en ciertos ámbitos. Un ejemplo lo dio Michelle Bachelet, que el pasado verano habló de "chiquilles" cuando felicitaba a la ganadora de un premio.
#RAEconsultas El uso de la letra «e» como supuesta marca de género inclusivo es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona en dicho sistema para aludir a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos.
— RAE (@RAEinforma) June 12, 2018
¡Desde Vietnam, un gran abrazo para Sujey Jara, flamante ganadora de #PasapalabraCHVu esfuerzo y su ñeque son un ejemplo de los miles de chiquilles que hoy estudian con #gratuidad en Chile. ¿Me imagino que ahora se vendrá un regalito para su hijo Mateo? a href="https://t.co/weWtVvQv7u">https://t.co/weWtVvQv7u
— Michelle Bachelet (@mbachelet) June 25, 2018
Entre tanto, gobiernos como el aragonés intentan que el uso de estas aberraciones lingüísticas se extiendan por la administración: en un informe publicado hace unos días, el Ejecutivo de Javier Lambán da una serie de pautas a los funcionarios para sus documentos y comunicaciones se ajusten a la norma "inclusiva".
Ni "hombres" ni "niños"
El manual, con el título de Lenguaje inclusivo con perspectiva de género, de momento sólo incluye recomendaciones y no obligaciones, algunas de las cuales muy llamativas. El autor, el profesor de la Universidad de Zaragoza José Luis Aliaga Jiménez, dedica un apartado a "la palabra hombre": pone en duda que hoy por hoy tenga "un sentido predominantemente inclusivo y abarcador de mujeres y varones" y aconseja que "su uso se restrinja a su significado de persona de sexo masculino y que, preferiblemente, se emplee "varón/varones en su lugar". También aconseja alternativas como "seres humanos, las personas, la humanidad, la especie humana, el género humano, la especie humana, individuo/s, las mujeres y los hombres, las mujeres y los varones".
En otro apartado sobre las palabras que debería evitar la administración en formularios y comunicaciones, recomienda sustituir "niño" y "niña" por palabras como "infante", "la criatura" o "la infancia". En general, el manual apuesta por el uso de palabras de género no marcado o colectivas como fórmula para evitar los clásicos desdoblamientos ("alumnado", "personal"…), para los que recomienda un uso "moderado". Y pide, si se utilizan, alternar "el orden de las formas masculina y femenina como síntoma de compromiso con un punto de vista igualitario".
El "inclusivo" Cantar de Mio Cid
El informe asume que hablar de esta forma "exige un cierto esfuerzo" y "una reflexión consciente y crítica sobre hábitos verbales muy arraigados". Y aunque de algunas fórmulas, como el uso de la e, la @ o la x, admite que no tienen "encaje en el modo habitual de codificar la lengua cultivada", defiende que es "radicalmente falso" que comunicarse según las pautas del manual "quebrante" las normas. Para defender sus postulados, pone supuestos ejemplos de lenguaje inclusivo en documentos de siglos pasados remontándose al Cantar de Mio Cid y citando estos versos:
Salíanlo a ver mujeres y varones,
Burgueses y burguesas por las ventanas son,
Llorando de los ojos, ¡tanto sentían el dolor!
"El uso de referencias inclusivas, de dobles formas en particular, es un recurso comunicativo conocido desde los orígenes del idioma y no una invención artificiosa reciente", sostiene el autor, que en lugar de ver en este fragmento un recurso estilístico, considera que es la prueba "de la insuficiencia del masculino para llevar a cabo la representación de las mujeres".