La esperanza andaluza: crónica apresurada de un 'marrón' imprevisto y una oportunidad nacional
Andalucía ha comenzado a andar por esta senda de libertad y de sustancia nacional.
Nada más darse cuenta de que el cuento, un cuento que ha durado 36 años, se había acabado, el PSOE negaba la legitimidad del voto a VOX y Podemos+IU amenazaba a los andaluces con ocupar las calles con un nuevo 15 M. Esto es, la democracia sólo existe y debe respetarse cuando ganan ellos, pero cuando pierden hay que reventar el sistema. De esa manera expresaban su estupor ante el sorpasso que los ciudadanos andaluces le habían dado a su hegemonía de decenios.
En realidad, lo primero que ocurrió ayer es que la participación de los andaluces en unas elecciones supuestamente cercanas y trascendentales bajó hasta el 58,65 por ciento siendo la segunda convocatoria electoral más indiferente a los andaluces desde 1990, cuando sólo votó el 54,72 por ciento del censo.
La bajada de la participación es mala para la democracia porque indica, muy a las claras, que una parte muy importante de los ciudadanos con derecho a voto son indiferentes y pasan de política. Esto es, no esperan nada de ella y organizan su vida sin tenerla en cuenta. O sea, que la lejanía de los ciudadanos ante las instituciones autonómicas y los mecanismos democráticos cada vez es más intensa. Han votado 3.691.859 andaluces, pero se han abstenido o votado en blanco o apostado por el voto nulo nada menos que casi 2.740.000, lo cual es una inmensidad.
Tarea será de quien logre formar gobierno volver a ilusionar para la democracia a unos ciudadanos decepcionados.
La clave nacional
El centro derecha en su conjunto ha tenido presente en las elecciones el sentido nacional de los problemas y la repercusión nacional de los resultados. Por el contrario, el PSOE andaluz ha huido de la sombra de un Pedro Sánchez, su referente nacional, porque le resta apoyos como se ha visto y Podemos+IU ha tratado de evitar el tema de su alianza con el separatismo en Cataluña y País Vasco.
El golpismo institucional del separatismo de una región, Cataluña, donde se agrupa un millón de andaluces, entre emigrantes originarios y sus descendientes, ha tenido gran importancia porque nadie puede impedir que las impresiones y las opiniones de los charnegos despreciados por el racismo independentista sean compartidas por las familias de allí y de aquí.
Pero hay más elementos en esta clave nacional. No se deben olvidar otras tres. Una de ellas, la preocupación ante el descontrol de una inmigración desordenada. La segunda, la decepción por el comportamiento del gobierno Sánchez ante el asunto Gibraltar y su comarca. Y tercera, la inquietud generalizada por la desigualdad de géneros que está alarmando a muchos y que VOX ha destacado sin complejos en su campaña.
El tema Gibraltar, tanto el ridículo de España en el asunto Brexit y su oportunismo al presentar un plan de propuestas ya en marcha para el desarrollo de la comarca, explica lo que ha ocurrido en Cádiz donde la izquierda en su conjunto ha perdido casi 85.000 votos desde 2015. El propio Podemos, con Kichi y Teresa al frente, han perdido apoyos en su provincia de origen. En Rota, patria chica de Rodríguez, Podemos ha pasado de la tercera a la cuarta posición perdiendo un centenar de votos. En Cádiz capital, Podemos, aun habiendo ganado, ha perdido más de 1.000 votos.
En el Campo de Gibraltar, en Algeciras, la debacle socialista ha sido tenebrosa perdiendo más de 5.000 votos. Ha ganado Ciudadanos, el PP desciende a la cuarta posición, VOX es la tercera fuerza política y Podemos se descalabra. En La Línea de la Concepción, el PSOE ha perdido la mitad de los votos, 4.000, y Ciudadanos y VOX han resultado aupados por los electores.
Otra de las claves nacionales ha sido la inmigración, que ha afectado muy sobresalientemente en Almería y, en general, a toda la costa mediterránea andaluza, a Cádiz y Huelva. Pero en Almería Vox ha pasado a ser la tercera fuerza provincial desde los 800 votos a los más de 40.000 con un discurso tajante respecto a la inmigración ilegal. PSOE, PP y Podemos han sufrido un fuerte revés mientras Ciudadanos ha subido 15.000 votos.
El espectáculo del barco Madre de Loreto, maltratado por el gobierno español después de aquel gesto con el Aquarius más que injusto con las provincias andaluzas que recogen inmigrantes casi todos los días, no ha pasado desapercibido.
La última clave nacional, que está por desmenuzar, es el discurso por la igualdad real y equilibrada de hombres y mujeres. EL exjuez Serrano ha insistido por activa y por pasiva, lo mismo que Santiago Abascal, en una cuestión que en Andalucía es tabú oficial. Se trata de establecer una legalidad democrática igual para todos, hombres y mujeres, antes que otros experimentos que producen desequilibrios e injusticias.
La división interna del PSOE, telón de fondo
Era la primera vez que Susana Díaz iba a unas elecciones andaluzas con el enemigo en casa. Tras la moción de censura de este pasado mes de junio, muchos altos cargos del gobierno en Andalucía, desde su delegación andaluza a representación de los ministerios, fuerzas de seguridad y demás instrumentos del poder nacional, están en manos del PSOE que dirige desde Madrid Pedro Sánchez.
Que Pedro Sánchez ha conseguido con este resultado final quitarse definitivamente de en medio a Susana Díaz como competidora nacional es un hecho, aunque no lo sea menor que un escalofrío haya podido recorrer la espina dorsal del PSOE de las baronías ante el hundimiento de la nave nodriza del socialismo español. Si la lejanía entre ambos ha provocado o no el crecimiento de la abstención en los enclaves andaluces donde Sánchez tiene a sus amigos, está por demostrar.
Sin embargo, hay evidencias que así lo sugieren. Por una parte, Sevilla, tierra de origen de Susana Díaz, pero también de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, delegado del Gobierno en Andalucía, ha sufrido una de las participaciones más bajas que se recuerdan.
Pero el dato que hace pensar en algo más concreto es el resultado final en la ciudad de Dos Hermanas, el reino del clan de los Toscano. Quico Toscano ha sido el enemigo político capital de Susana Díaz y hombre fuerte de Pedro Sánchez en su encontronazo con la trianera. Pues bien, en su ciudad, vecina de Sevilla, la abstención ha superado en casi siete puntos la abstención media de Andalucía. Pero es que, en Dos Hermanas, donde Toscano sigue siendo alcalde tras décadas de gobierno, la abstención ha superado la media andaluza y el descenso de los votos socialistas ha sido muy significativo.
Si a ello le unimos que la "imagen ganadora" de Susana Díaz se resintió definitivamente con el desastre de las primarias, la clave interna ha debido ser también decisiva en el resultado actual.
La 'jartura'
No es de despreciar la jartura, esto es, el hartazgo de una ciudadanía agotada por años de ineficacia reflejada en todas las estadísticas, las del Instituto Nacional y las de la propia Junta de Andalucía que, a pesar de no ofrecer con claridad los datos comparativos con otras regiones de España, ya no puede ocultarse más.
La situación de Andalucía, a la cola de España en casi todo lo importante, ya es un clamor. Tras 36 años de gobierno, o no se sabe qué hacer, o no se quiere hacer o no se puede hacer. Lo cierto es que la ineficacia en la gestión de los servicios y el estado de la sanidad ha sido de uno de los detonantes.
Por otra parte, está el peso de la corrupción generalizada que dio comienzo en la década de los 80 con el chalé de Rafael Escuredo denunciado por "fuego amigo" pasando por el caso Juan Guerra a la familia de Manuel Chaves y finalmente los ERE, la formación y el juicio a 21 ex altos cargos de la Junta. El PSOE ha dado muestras de ser incapaz de reflexionar sobre sus conductas a lo largo de 40 años.
Finalmente está la jartura del abuso de poder. Desde los ayuntamientos a las asociaciones civiles, ONG hasta los deportes, la cultura, el flamenco, no digamos nada de los medios de comunicación donde las licencias van y vienen según se sea o no amigo del régimen, todo ha pasado por la mano de una Junta que ha ido ocupada por el PSOE desde 1982 en su administración, sus instituciones y sus dineros.
El nuevo centro derecha andaluz
Hay algunas evidencias inmediatas. El PP no se ha estrellado porque Pablo Casado ha hecho una gran campaña y, de paso, ha resucitado a un Juan Manuel Moreno, al que Dios ha venido a ver. A pesar de perder siete escaños y cuando todo el mundo lo suponía cadáver después del día 2, tiene una oportunidad, nada menos, para presidir la Junta de Andalucía, con el apoyo de Ciudadanos y de VOX, si le dejan. Lo que está claro es que su ordeno y mando en el PP andaluz ha terminado y que Casado puede hacer ahora lo que no pudo hacer antes de las elecciones.
Ciudadanos ha cosechado un éxito muy importante, no tanto por haber subido 12 escaños, que ya es meritorio, sino porque su campaña ha hecho olvidar la complicidad de su partido con las argucias y malas prácticas de Susana Díaz. La presencia de Inés Arrimadas, clave de la operación de blanqueo de Juan Marín, ha logrado el prodigio de que se haya penalizado al PSOE, pero no a Ciudadanos, debido, probablemente, a sus logros fiscales.
Sin embargo, la pretensión de presidir la Junta con el apoyo de PP y PSOE orillando a la fuerza emergente, VOX, da una idea de que estos resultados democráticos según los cuales los ciudadanos señalan cuál debe ser el futuro gobierno del cambio (siempre se ha hablado de cambio, aunque Marín no lo recuerda ya desde el minuto uno), comienza a erigirse como rosario de la aurora posible. ¿Un gobierno suyo apoyado por Susana Díaz? Es de nota.
Si los ganadores de estas elecciones no logran ponerse de acuerdo, todo este cambio aparente se convertirá en desastre evidenciando una irresponsabilidad histórica y política de una gran dimensión. Si no se logra gobernar la Junta desde nuevos principios, valores y métodos y se comienza apartando a uno de los vencedores morales de las elecciones por los complejos habituales del centro derecha, la suerte estará echada en las siguientes convocatorias. Y VOX crecerá mucho más.
En cuanto a Podemos, sólo cabe decir que ha sufrido un varapalo importante que se demuestra en la siguiente cifra. En 2012, año electoral clave, IU en solitario logró 437.000 votos. En 2018, Podemos más IU ha logrado 584.000. O sea, que a los votantes tradicionales del viejo PCE y aliados, Teresa Rodríguez sólo añade 150.000 votos. Además, ha perdido casi 300.000 votos.
Por si fuera poco, Pablo Iglesias tiene ahora la esperada ocasión de segarle la hierba bajo los pies por haber dilapidado 3 escaños a pesar del descenso espectacular del PSOE. O sea, su discurso no succiona votos al PSOE en la cantidad requerida ni alimenta ilusiones en los propios.
Pero, en fin, las elecciones andaluzas van a dar mucho de sí en los próximos días porque, en la región más importante de España, el partido que gobierna la nación ha sufrido un revés decisivo y la marea de descontentos respecto a muchas de sus políticas puede no dejar de crecer en los próximos meses.
Como ya avanzamos en alguna crónica anterior, Cataluña ni el País Vasco son el problema principal de España. El problema principal de esta nación es que su cuerpo ciudadano afirme su presencia y su poder. Andalucía ha comenzado a andar por esta senda de libertad y de sustancia nacional y si los tres partidos que lo han hecho posible no están a la altura de la gente, la historia no los absolverá, ni en el Sur ni en ninguno de los puntos cardinales.
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