Ciudadanos ofrece un pacto de gobierno al PP en el debate de Canal Sur
Marín sacó un folio en blanco de su carpeta y escribió lo que, en su opinión, había hecho el PP durante cuarenta años de oposición: "NADA".
Juan Marín le ofreció a Juan Manuel Moreno un pacto de gobierno, explícitamente y sin ambigüedades, lo que quiere decir que, a estas alturas de la campaña, hay dos bloques claramente diferenciados. Uno, el que forman Susana Díaz y Teresa Rodríguez, que no se atrevió a adherirse al cambio de marcha y de rumbo sino a un "cambio a mejor", manifestando de ese modo la voluntad de dejar gobernar a Susana Díaz y sostener su gobierno si Ciudadanos, finalmente, cumple su promesa de no apoyarla.
El otro, los partidarios del cambio, PP y Ciudadanos, disputándose, eso sí, quién será o no el presidente de la Junta en caso de victoria. Eso sí que salió claro del debate de anoche en Canal Sur. VOX no podía estar porque estos debates sólo admiten a fuerzas parlamentarias.
El aspecto, decisivo en este tipo de monólogos sucesivos sin mayor controversia, fue llamativo. Susana Díaz, mucho más delgada y arreglada que otras veces, vestía de un verde carruaje un poco más oscuro que la verde hierba denso que adornaba la oronda figura de Teresa Rodríguez, que está embarazada como es conocido. Sabido es que ambas se disputan la parcela del voto andalucista, lo que da razón de sus verdes.
En la otra parte, Juan Manuel Moreno apareció como maquillado por el enemigo de un modo que se achicaban sus ojos. No es la primera vez que le pasa al PP. Ya Javier Arenas pareció momificado una vez tras pasar por las manos de los orfebres de las cremas. Trajeado de oscuro y corbata burdeos, Moreno se diferenciaba de la informalidad de Juan Marín, adecuadamente descorbatado sobre camisa blanca y ya físicamente menos llamativo, sin ese flequillo inquietante con el que inauguró su vida política.
Estos debates, en los que está todo reglamentado hasta el ridículo, no permiten rifirrafes ni desahogos, por lo que suelen ser, y son, más que aburridos, por lo que apenas concitan una audiencia relevante. Prueba de ello es que a propia Canal Sur anunció que el debate era líder de audiencia, pero en Twitter. No dijo que el debate ocupó el octavo puesto de la audiencia propia del día, o sea.
Como es habitual, los datos reales son torturados hasta el punto de que terminan diciendo lo que el candidato quiere que digan. Por ejemplo, si Moreno y Marín hablaron del paro lamentable que sufre Andalucía, que es verdad, Susana Díaz responde que desde hace cinco años hay muchos menos parados, lo cual es verdad, sobre todo gracias a la reconducción de la economía que hizo el PP de Rajoy. Teresa Rodríguez abundó en la precariedad, que también es verdad, sin reparar en que la peor precariedad es precisamente el paro.
En general, Juan Manuel Moreno hizo el discurso más racional y fundamentado, pero sin alma. Marín leyó demasiado –apuntaba Carlos Morilla en esRadio Sevilla–, y mostró que la comunicación no verbal no es lo suyo. Teresa Rodríguez, hablando de hijos e hijas, madres, hermanas –se olvidó de los maridos– escenificó cómo de ridícula es la demagogia barata, aunque útil en ciertos ambientes y Susana Diaz, ataviada con el manto y mando de la Junta, se mantuvo solemne y sin nervios acusando de bloqueo anticipado a los demás candidatos.
Lo que más pudo llamar la atención del debate es la moderación podemita de Teresa Rodríguez que en ningún momento dijo con claridad que ya era hora de afrontar un cambio. Es más, se identificó con las políticas de Ada Colau en algún momento. Vaya. Esto es, dejó claro que prefiere la continuidad del régimen socialista controlado por Podemos e IU al cambio profundo de Andalucía tras 40 años de dominación. Susana Díaz, encantada y más aún con la pelea Ciudadanos-PP. Modosita y hablando mejor y más claramente que Teresa Rodríguez que se aturrulla un poco.
El ataque, previsto por otra parte, de Moreno a Marín por su complicidad con el gobierno de Susana Díaz no sólo no tuvo el efecto esperado, sino que el candidato naranja se lo había preparado.
Además de subrayar la utilidad de su apoyo a Susana Díaz casi eliminando el impuesto de sucesiones y sacando a Chaves y Griñán de la vida política por corrupción –lo que encantó a la trianera porque apuntalaba su posición–, sacó un folio en blanco de su carpeta y escribió en palabras visibles lo que, en su opinión, había hecho el PP durante 40 años de oposición: "NADA", pudieron ver los espectadores. No pudo verse que ese argumento era de VOX, pero como no estaban...
Era lo que se esperaba de ese segundo debate, que se producía entre Ciudadanos y el PP por el liderazgo del centro derecha andaluz, por ambiguo que sea Ciudadanos. Juan Manuel Moreno contraatacó arguyendo la ausencia de Ciudadanos en los procesos de corrupción y muchas otras cosas, pero ya era tarde.
Como agitador inesperado Juan Marín dijo: "Quiero liderar un gobierno con el apoyo del PP",lo que le convirtió de súbito en el protagonista directo del debate y desafiaba la posición del PP como primer partido de la oposición. Ya lo había dicho antes el propio Rivera y el mismo Marín, pero este lunes tuvo el efecto esperado de conmocionar las opciones habituales de los votantes.
Realmente, si se miran las encuestas, todas ellas, la distancia que existe entre PP, Ciudadanos y, en su caso, VOX, de la posibilidad del gobierno de Andalucía está en una horquilla de 9 a tres escaños. Nada sería imposible, pero para ello haría falta que PP y Ciudadanos dejaran de devorarse mutuamente y se dedicaran a captar el voto indeciso de centro izquierda y a animar la participación de los abstencionistas, muchos, de la derecha.
Las últimas encuestas dejaban la distancia de PP y Ciudadanos al cambio en Andalucía en un mínimo de tres escaños y un máximo de siete. La publicada este lunes por Sigma Dos para Antena 3 daba la victoria a Susana Díaz, pero permitía alumbrar la expectativa del cambio si PP y Ciudadanos mejoran sus campañas con alguna sorpresa llamativa y penetrante en el animo de los electores.
En resumen, y caricaturescamente, Susana Díaz comprendió que en boca cerrada no entran moscas y que es mejor matar suavemente que de forma colérica y visceral. De su manita cogida, Teresa Rodríguez pareció la hija rebelde de la gran mamá socialista, pero nada de irse de casa ni de romper la familia.
Juan Manuel Moreno estuvo voluntarioso, se había estudiado los papeles y diagnosticó bien la enfermedad, pero olvidó los problemas del PP que los demás le refregaron cada vez que sacaba la patita. Desde la corrupción a la sanidad, que él mismo fue cargo de Ana Mato, le recordaron. Juan Marín, aprovechando que Ciudadanos no tiene mochila de gobierno, trató de blanquear su complicidad con Susana Díaz subrayando su derrota en Madrid y destacando que Andalucía había sido su "segundo plato" y no le salió mal, la verdad.
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