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Susana Díaz tira al monte de Escuredo: andalucismo contra los partidos españoles

Colorido blanquiverde y música de Carlos Cano para taparlo todo.

Pablo Casado vendrá once veces a Andalucía para remediar lo que pueda, e Inés Arrimadas intentará difuminar la complicidad de Juan Marín con el susanismo. Teresa Rodríguez insistirá en que en que el voto útil de la izquierda es ella y el juez Serrano sentenciará que Vox es de extrema necesidad. Pero Susana Díaz ya ha decidido y se vio ayer en Granada: el terreno de juego donde quiere jugarse la Junta es el sentimental y andalucista envolviéndose en la bandera regional y sacando su tarjeta roja a los partidos "españoles".

No es una estrategia nueva, porque recuérdese que fue Rafael Escuredo, primer presidente de la Junta luego defenestrado por Felipe González por creerse demasiado lo de su andalucismo, el que se envolvió en la bandera inventada por Blas Infante, al estilo nacionalista clásico en País Vasco y Cataluña, para sisar a los andalucistas socialistas de Rojas Marcos sus señas de identidad y su parentesco espiritual con el andalucismo incipiente y atávico.

Le fue bien durante los primeros años porque logró reducir el andalucismo identitario de Rojas Marcos, que consiguió, no se olvide, un grupo parlamentario propio en el Congreso y dos diputados en el parlamento catalán en 1979. Pero, como se ha dicho con tino, Escuredo ideó la CiU del Sur que vistió con las siglas del PSOE y logró acabó despeñando al andalucismo original, con ataques y abrazos del oso, hasta que logró su desaparición en 2015.

He ahí un espacio político tradicional que Teresa Rodríguez ha tratado de recuperar sin demasiado éxito mientras ponía en sus mítines la "murga de los currelantes" de Carlos Cano. Y ahora va, Susana Díaz, percibe que PP, Ciudadanos, Podemos y Vox tienen en común que son partidos "nacionales" y aprovecha su lejanía orquestada de Pedro Sánchez para autoerigirse en la única candidata, histórica y andalucista, a un tiempo, escoltada por el consejo anciano de Felipe González y la coreografía nacionalista andaluza rescatada del baúl de los recuerdos. Y el gran Carlos Cano, reinterpretado y sonando.

La presidenta de la Junta de Andalucía y candidata a la reelección por el PSOE-A, Susana Díaz, ha pedido este jueves a los andaluces que participen masivamente en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre para contestar a través de las urnas a esa derecha que "ofende e insulta" a esta tierra.

Ayer, Susana Díaz abría en Granada la campaña ante más de 2.000 personas en Granada, donde el médico Spiriman –al que le han caído querellas justo en la precampaña electoral–, había sacado decenas de miles de personas a la calle en protesta por el estado de la sanidad andaluza. Para abrir boca, el vídeo "Andalucía una tierra con acento, con acento en la i", no sabemos si la I de izquierda o si otras Íes menos amables.

González, que ya por la mañana lanzó el mensaje de que la alternancia no es la esencia de la democracia, dejó paso a que Susana Díaz dijese que el PSOE andaluz gana simplemente porque "quiere la gente" y que los que dicen otra cosa, mirando al PP, "insultan y ofenden" a los andaluces. Es más, el PSOE nunca crispa ni ha crispado ni crispará, sólo el PP crispa, enfrenta y encanalla la vida pública.

Y a partir de ese momento, se enfundó la bandera de todos haciéndola de partido, de su partido como siempre. Sólo quiere deberse a los andaluces, nadie puede venir a defender o no a los andaluces según les convenga a nivel nacional o en otros procesos electorales y ella no va a consentir que falte a los andaluces.

Tras denunciar los ataques de nervios de la oposición, espetó: "Tenemos que ganar por Andalucía, por nuestros niños, que es lo que más queremos en el mundo y no queremos que nadie se meta con ellos porque son el presente y el futuro de nuestra tierra; por nuestros mayores, y por los jóvenes para que tengan futuro aquí, en su tierra, con su gente", recogía Europa Press. Ah, también por las mujeres es necesario para Andalucía un proyecto propio.

Insiste. Ella sólo va a hablar de lo que interesa a Andalucía, frente a aquellos que han llegado a esta tierra –en referencia a Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (Cs), a los que tiene consigna de no nombrar nunca– para hablar de otras cuestiones, demostrando que no sienten respeto por esta comunidad.

Esto es, cualquier crítica que se haga de la situación andaluza en empleo, en educación, en sanidad, en su posición colista en Europa, en el desparpajo masivo del enchufismo y de la corrupción institucional, es que quien la formula no tiene respeto alguno por Andalucía.

Por eso, el álbum de recuerdos viene bien. Afirmó querer ser presidenta de una tierra hecha a sí misma y recordó, cómo no, que el día 4 se cumplen años, más de cuarenta, de las movilizaciones del 4 de diciembre de 1977, cuando los andaluces se echaron a la calle para reclamar igualdad. Se le olvidó que se reclamaba libertad y que la igualdad era de oportunidades y derechos y deberes con las regiones privilegiadas de España, Cataluña y País Vasco. Pero destacar que siguen existiendo diferencias infames es atacar a Andalucía.

Por eso, su gobierno es de "banda ancha", caben todos a derecha e izquierda, piedra angular de todo nacionalismo por barato que sea. Lo fundamental no son los resultados, las consecuencias de los gobiernos, los datos de la realidad que emanan de la estadística nacional en justicia e indicadores de bienestar. Lo fundamental es la identidad andaluza ligada estrechamente al socialismo.

¿Cómo iba a faltar el pobre Federico –García Lorca, ya saben– en esta fiesta? No se iba a acordar, estaba claro, de José María Hinojosa, su amigo y también poeta del 27 e introductor del surrealismo en España, asesinado cuatro días más tarde de agosto de 1936 por las milicias republicanas en Málaga. O de Luis Rosales. Lo de la reconciliación fue sólo un espejismo de la Transición.

Los teloneros, a uno de los cuales el forofismo le reventó la hebilla del cinturón, insistieron en el mensaje de que Andalucía debe ser territorio libre de la derecha, una reserva indígena del andalucismo revuelto con el PSOE que se fraguó hace cuarenta años y que ha cuajado en un régimen de poder monopartidista al que la oposición, sea la que sea, no sabe cómo combatir. O no quiere. O no puede.

Ella, que es bética, sabe que una de las aficiones con el ADN más definido del mundo, blanquiverde de colores por más señas, tiene por lema Viva er Betis manque pierda, que es el modo de atrincherarse en la identidad de las camisetas al margen de los resultados.

Por eso, Viva Andalucía manque pierda, enuncia exactamente el mensaje socialista de esta campaña, volviendo a los orígenes, siempre que se identifique Andalucía con el PSOE –todo el que no es del PSOE o no es andaluz o no ama a Andalucía–, y por ello, este sufrido Sur seguirá perdiendo más y más tras un franquismo entero de años poco útiles.

Pero es que todo esto, por evidente que parezca, más la complicidad inolvidable de unos; la estulticia y baja calidad de otros; el sectarismo enfermizo de algunos y la poca edad de los novatos; los dineros de la Junta, del gobierno; de la mayoría de los municipios y diputaciones; la abierta oficina de colocaciones; el contubernio sindical-patronal; la masiva propaganda desde los medios afines, públicos y privados bien regados, y una organización cuartelaría donde el que se mueve sigue sin salir en la foto, puede desatar una marea invencible que lo tapará todo, desde los ERE a Invercaria, pasando por la realidad del retraso y el desempleo crónico andaluz.

Quedan 15 días para remediarlo. O no.

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