El separatismo redobla su ofensiva contra la monarquía. Ahora propone una comisión de investigación en el Parlament sobre las cuentas de Juan Carlos I y las "estructuras de corrupción que puedan estar vinculadas a la familia real", según ha declarado el vicepresidente primero de la cámara y diputado de Junts per Catalunya (JxCat) Josep Costa.
Tras la reprobación del Rey en la cámara catalana y en el ayuntamiento de Barcelona, el grupo del prófugo Puigdemont y el president Torra pretende acometer una ambiciosa investigación al hilo de las acusaciones sobre las finanzas del rey emérito.
Como se recordará, la comisión de investigación de la "herencia" de la familia Pujol de la cámara regional quedó en agua de borrajas, sepultada por las maniobras golpistas en el Parlament. La comparecencia del patriarca del nacionalismo sólo sirvió a los efectos de que Pujol pudiera amenazar con agitar las ramas de la corrupción. La mayoría separatista en el Parlament ha anulado cualquier aproximación de los diputados al fenómeno del tres por ciento. La comisión propuesta sobre la monarquía es genérica, pero Costa ha hecho especial hincapié en la corrupción.
Ya no son monárquicos
Los "posconvergentes", con Puigdemont a la cabeza, tratan de desmarcarse del pasado corrupto de CDC y la familia Pujol, pero no reniegan de la herencia política del pujolismo. Tanto en el PDeCAT como en JxCat miran para otro lado cuando se menta la financiación de la vieja Convergencia o las finanzas de los Pujol Ferrusola. Ellos ya no tienen nada que ver con las sedes embargadas y el tres por ciento. Y han dejado de ser monárquicos.
El aparatoso reconocimiento por parte de Jordi Pujol a la figura de Juan Carlos es ahora una parte de la historia del nacionalismo catalán convenientemente sustituida por un furibundo republicanismo. Los hijos políticos compiten en esencialismo antimonárquico con la izquierda podemita y la CUP e insisten en agitar el odio a la Corona en Cataluña.