Malas noticias para Puigdemont. Nadie quiere reunirse con él en Waterloo. Sólo Quim Torra le hace caso y le irá a ver este lunes, día en el que el prófugo había citado en su mansión belga a representantes de todos los partidos y organizaciones separatistas. El centro de poder catalán se ha desplazado de Bruselas a la cárcel de Lledoners, más tras la visita de Pablo Iglesias al líder de ERC, Oriol Junqueras.
El expresidente catalán pretendía convertir Waterloo en la capital política de Cataluña y tenía grandes planes sobre la llamada "Casa de la República". Quería constituir un gobierno paralelo, que los consejeros le visitaran con regularidad y hasta montar una asamblea de electos preparada para la desconexión automática, pero todos esos grandes proyectos han topado con la férrea oposición de ERC y con el amateurismo del grupo de afines de los que se rodeó en la lista de Junts per Catalunya (JxCat).
En la cumbre prevista para el lunes estaban citados su grupo, ERC, la CUP, ANC, Òmnium, el presidente de la Generalidad y casi todo el "Govern", consejeros de ERC incluidos. Pretendía Puigdemont arbitrar una respuesta a la crisis abierta entre JxCat y ERC por el auto de Llarena sobre el voto de los procesados que le ha costado la mayoría absoluta en el "Parlament al separatismo". El plantón generalizado deja a Puigdemont en fuera de juego, confirma su decreciente influencia y predicamento entre los separatistas y le sitúa un peldaño por debajo de Junqueras, reconocido como interlocutor del Gobierno por mediación de Pablo Iglesias.
La CUP fue la primera en darse de baja de la convocatoria. Sospechan sus dirigentes que Puigdemont tenía un interés partidista en la cita. Dicen que son partidarios de encuentros conjuntos entre todas las fuerzas implicadas en la república, del "debate multilateral" y la adopción de una estrategia común, pero no en casa de Puigdemont y para la foto. Abogan por reuniones discretas "que no respondan a voluntades electoralistas".
Para no dejar aún más en ridículo a Puigdemont, las entidades separatistas niegan haber sido convocadas, pero atribuyen a una filtración el fracaso del encuentro porque el digital nacionalista "El Món" agendó a principios de semana la cita de este lunes. Así pues, Torra será el único que vaya este lunes a ver a Puigdemont. A pesar del férreo control que ejerce el prófugo sobre su suplente, Torra es incapaz de imponer las tesis del "exiliado" en Barcelona. Tampoco sus peones parlamentarios, que se salieron con la suya en el encontronazo con ERC sobre el voto de Puigdemont y los presos de JxCat, pero que van a rueda de ERC, descoordinados, desmotivados y enfrentados al aparato del PDeCAT.