Caos, confusión y esperpento. El gobierno catalán y la legislatura han estado a punto de descarrilar este jueves. Como es habitual en el separatismo, Junts per Catalunya (JxCat) y ERC han llegado a un acuerdo sobre la campana en relación al voto de los diputados procesados. Los dos grupos han arbitrado una nueva chapuza parlamentaria que los letrados de la cámara no han tenido más remedio que rechazar. Puigdemont y sus diputados están por la desobediencia y no admiten la fórmula de delegación de voto que permitiría a la cámara cumplir con la resolución del juez Pablo Llarena sobre la condición de los diputados procesados por el golpe de Estado. El pleno ha quedado "aplazado". Puede que se reanude la semana que viene.
Puigdemont no se considera ni suspendido ni sustituido. Junqueras y Raül Romeva, en cambio, no han tenido inconveniente alguno en firmar un documento en el que designan al diputado Sergi Sabrià "para que ejerza mis derechos parlamentarios mientras dure la situación jurídica actual". En cambio, el papel de los diputados de JxCat alude al acuerdo del Parlament del pasado día 2 mediante el que JxCat, ERC y la CUP votaron no acatar la resolución del Supremo sobre los diputados presos y fugados. Los dos primeros grupos aprobaron después con el concurso de Podem que a pesar de no estar suspendidos tales diputados, debían delegar el voto. La CUP se negó al paripé. Ciudadanos y PP se ausentaron de la cámara durante las votaciones. El PSC no votó.
El papel de JxCat
"Verifico que el documento entrado en el Registro General con número de entrada 17981 expresa mi voluntad de acuerdo con la Resolución del Pleno del Parlamento de 2 de octubre de 2018", rezan las notas de Puigdemont y los presos Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull, que consideran que la delegación de voto realizada en mayo al diputado Albert Batet sigue vigente. De hecho, que JxCat se remitiera a esa delegación en el documento registrado en el Parlament fue el chispazo que generó la enésima crisis entre ERC y el entorno de Puigdemont a primera hora de la mañana del jueves.
Tales detalles jurídicos y semánticos han estado a punto de reventar un ejecutivo autonómico que se aguanta con pinzas y de dar por concluida la legislatura autonómica. La dinámica del Parlament es la misma que la de hace un año.
Astucias y artimañas
La cámara catalana es un manicomio. Los grupos separatistas siguen con sus astucias y artimañas, con los discursos inflamados, los órdagos y desafíos. El presidente de la cámara, Roger Torrent (ERC) bordea el precipicio. Tal es la volatilidad de los acuerdos entre separatistas, que la reapertura del Parlament después de tres meses cerrado por las discrepancias entre JxCat y ERC, ha estado a punto de ser el epílogo de la legislatura. Podría haber sido un nuevo récord. El miércoles presenta Torra su plan de gobierno y el jueves cae el gobierno.
Los portavoces de ERC y JxCat, Sergi Sabrià y Eduard Pujol, han comparecido juntos poco antes de las seis de la tarde para escenificar una especie de acuerdo. Tras cuatro horas de cumbre entre Torra, Torrent y los principales dirigentes de los dos grupos, llamadas a Puigdemont y Junqueras y alta tensión, gritos incluidos, JxCat y ERC han intentado mostrar una imagen de unidad y han pedido "disculpas a la ciudadanía". Pujol, exdirector de la radio de Godó, se ha justificado diciendo que "es muy difícil sacar adelante un país y una legislatura en circunstancias tan excepcionales".
Diferencias de fondo
Sea como fuere, el pleno no se ha reanudado. Persisten las diferencias entre ambos grupos. ERC no tolera que Torra vaya por libre. El grupo de JxCat está dividido. La portavoz del Govern, Elsa Artadi, tiene su propia agenda con el Gobierno. Los consejeros de ERC pasan de Torra, que un día fija un ultimátum a Sánchez y al siguiente le envía una carta para hablar de todo "sin límites temporales". Cortocircuitos recurrentes en Waterloo y la cárcel de la Generalidad de Lledoners.
Generalidad colapsada
El gobierno catalán está colapsado. El consejero de Interior, Miquel Buch, pende de un hilo. La CUP, Òmnium, la ANC y hasta ERC piden su cabeza por las cargas. En el cuerpo denuncian las órdenes políticas, el apoyo de Torra a los violentos y las instrucciones de no responder a los actos de violencia. Se ha puesto en libertad a detenidos sin pasar por el juez por órdenes políticas.
Semana negra separatista para conmemorar el primer aniversario de los sucesos del octubre pasado. Violencia "procesista", Mossos desbordados, intento de asalto del Parlament tras los ánimos de Torra a sus CDR y circo parlamentario.
El Parlament está reducido a cenizas. Es un simulacro de Cámara con el que los separatistas ya no saben qué hacer. Poco antes de las nueve comparecía la líder de la oposición, Inés Arrimadas, para certificar la defunción del hemiciclo: "Se han cargado el Parlament y se están cargando Cataluña. No puede durar más esta gran mentira. Indignación, vergüenza y tristeza por lo que el separatismo le está haciendo al Parlament", declaraba. El gobierno catalán ha entrado en barrena. La última hora es que ERC acepta el particular estatus de Puigdemont y los otros tres diputados de JxCat. Como el pleno no se reanudará, de reanudarse, hasta la próxima semana, cabe esperar giros inesperados y más tiros en los pies.