El presidente de la Generalidad, Quim Torra, insiste en su retórica insurrecta. Este domingo ha celebrado con las "víctimas" del 1-O el primer aniversario del referéndum ilegal, el "día de la victoria" a decir del sustituto de Puigdemont, y ha instado a los presentes a prepararse para otro 1-O "sin miedo, hasta el final y con todas las consecuencias".
Apenas habían pasado 24 horas de los graves disturbios provocados por elementos de los Comités de Defensa de la República (CDR) y de Arran, las juventudes de la CUP. Reclaman la dimisión del consejero de Interior, Miquel Buch, por el operativo policial. Las organizaciones separatistas están indignadas con el Govern y con su presidente, Quim Torra. Dice que algunas imágenes de la actuación de los Mossos no le gustan y se ha comprometido a revisar el operativo frente a los CDR y Arran del pasado sábado.
Torra no advierte las contradicciones en sus discursos. Se dirige a los independentistas como un jefe de los CDR, a quienes no ha escatimado elogios durante los días que lleva al frente de la Generalidad, al tiempo que preside un ejecutivo responsable de la seguridad ciudadana. Pocos días después de mostrar su apoyo a los acampados de la plaza de San Jaime, los Mossos desalojaron a los campistas. Torra lo justificó en TV3 con criterios de alerta antiterrorista. Las tiendas son opacas y no se pueden permitir delante del palacio de la Generalidad, alegó.
Los Mossos, infiltrados
Las bases separatistas más activas acusan a Torra y sus consejeros de "traidores". No acaban de digerir que los Mossos también tienen porra. En ERC cargan las tintas contra el consejero Buch y el operativo destinado a evitar que chocaran la manifestación de Jusapol y la separatista. Marta Rovira sostiene desde Suiza que el Govern debería haber prohibido el acto del sindicato policial. También critica la actuación de los Mossos.
De la misma opinión es otra fugada, la exconsejera de Enseñanza Clara Ponsatí, que además asegura que la policía autonómica están infiltrada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ponsatí ha difundido la teoría en la radio del conde de Godó. Asegura que había mossos que llevaban pulseras con la bandera de España y que "hay imágenes en las que parece que tenían muchas ganas de pegar a la gente".
El ejecutivo catalán vive instalado en la crisis y la desconfianza entre los hombres de Puigdemont y los de Junqueras. El manejo de los Mossos es el último capítulo del enfrentamiento. El consejero Buch se defiende. Los Mossos no cargaron contra los manifestantes independentistas, sino que contuvieron la línea y su actuación evitó males mayores, arguye. También dice que no se podía prohibir la manifestación de homenaje a los policías y guardias civiles que actuaron el 1-O.
Adoración de las urnas
Torra trata de pasar página con los fastos del primer aniversario del referéndum ilegal. La Generalidad, los ayuntamientos, los partidos y organizaciones separatistas celebran cientos de actos en toda Cataluña. Los colegios son el centro de la movida separatista del fin de semana. Actividades infantiles, simulacros de votación y adoración a las urnas configuran el programa.
El sustituto de Puigdemont se muestra entre emocionado y entusiasmado. El 1-O fue un "momento eléctrico", asegura. Y promete que "algún día, quienes pegaron a los catalanes por ir a votar serán juzgados por tribunales internacionales". Apela a la desobediencia civil y augura que "tendremos que hacer exactamente lo mismo que el 1-O".