Desde que en 2014 Ciudadanos iniciase su expansión nacional tras obtener dos eurodiputados en las elecciones europeas de aquel año, Albert Rivera tuvo que afrontar un problema de convivencia política que afectaba a su ADN más profundo, el del líder de una formación nacida para combatir al nacionalismo en Cataluña. La familia de los liberal demócratas europeos en la que inmediatamente se integró era su espacio natural, en un continente con dos grandes familias tradicionales, la popular y la socialista, a la que pertenecen, respectivamente, el Partido Popular y el PSOE.
Sin embargo, en su seno estaban los nacionalistas catalanes y vascos, unos problemáticos vecinos, mucho más a medida que se ahondaba en el desafío separatista de los primeros, que eclosionó en el golpe institucional del otoño de 2017.
La tensión parece disiparse finalmente con la expulsión de ALDE, el grupo liberal en la Eurocámara, del PDeCAT, la antigua Convergència Democrática de Catalunya, tal y como decidió por unanimidad la ejecutiva del partido europeo el pasado miércoles, en una decisión que deberá ser ratificada el próximo 27 de octubre, en un consejo extraordinario con el único punto en el orden del día de enseñar la puerta de salida al partido de Carles Puigdemont. Los días posteriores, se celebrará el Congreso de la formación en Madrid.
Lo cierto es que el argumento esgrimido para esa expulsión tiene que ver con la corrupción, en concreto con las investigaciones relativas al escándalo del 3% -las mordidas en obras públicas adjudicadas por el Gobierno de Cataluña- pero desde Ciudadanos se asegura que también tiene que ver con la deriva independentista de la formación fundada en su día por Jordi Pujol. Para la líder naranja en Cataluña, Inés Arrimadas, "una ideología como es la nacionalista, que es la antítesis del proyecto europeo, es normal que no tenga cabida en un grupo europeista, abierto, liberal, demócrata, como es ALDE".
El PDeCAT desmiente la expulsión
Sin embargo, el PDeCAT, en un comunicado, denunciaba como un "hecho sin precedentes" su expulsión. Una decisión que irritaba a la nueva Convergència, porque en realidad se adelantaba a una marcha en la que los de Puigdemont ya estaban pensando desde hace semanas. Su excoordinadora general, Marta Pascal, ya dimitió hace unos meses como vicepresidenta por sus insalvables discrepancias.
Los del PDeCAT no se sienten identificados con la línea de la Alianza de los Liberales y Demócratas, contraria en público y privado a un proceso de independencia unilateral, aunque de momento no habían decidido la salida definitiva. "En relación a algunas informaciones publicadas, el Partido Demócrata desmiente que se le haya expulsado de ALDE, el partido a cual está adscrito a nivel europeo" señalaba el comunicado, en el que los independentistas afirman estar "revisando las bases legales del caso" para tomar una decisión "cuando haya concluido el proceso".
Sin embargo, la diputada de Ciudadanos Melisa Rodríguez, nombrada recientemente vicepresidenta de ALDE en el Consejo de Europa, señalaba este jueves que el PDeCAT ya no tiene más plazo para recurrir la decisión: "Ellos ya tuvieron un periodo para presentar alegaciones, no serían del todo convincentes cuando se ha tomado esta decisión" señalaba la dirigente naranja en rueda de prensa, donde acusaba a los separatistas de haber "roto con los principios propios de la alianza liberal" por haber generado "fractura" y "división" y también por "romper la imagen que se tiene de España a nivel internacional".
Lo cierto es que Ciudadanos ha ido ganando peso en un grupo que, si bien tiene varios primeros ministros en países nórdicos, carecía hasta ahora de unas siglas importantes, a nivel nacional, en uno de los grandes países de la Unión Europea. Prueba de esa creciente importancia es la elección hace dos años de Luis Garicano, el responsable del área económica de los de Rivera, como vicepresidente del partido.