El Correo de Andalucía, periódico centenario y decano de Sevilla fundado por el cardenal Spínola en 1899, hace casi 120 años, cierra sus puertas y despide a sus trabajadores. Dos versiones circulan, ambas con fundamento pero aún sin pretensión de definitivas. Una, impulsada por la Junta, quiere hacer creer que su muerte de papel es responsabilidad del actual propietario, el empresario andaluz natural de Chucena (Huelva), Antonio Morera Vallejo.
La otra ve al PSOE andaluz y, específicamente, a Susana Díaz como la muñidora de este funeral periodístico. El PSOE compró y gestionó ruinosamente el diario desde hace años y finalmente, Susana Díaz ha acosado al propietario por haberla implicado en el escándalo de las minas de Aznalcóllar y haber dado sitio al PP y a la Iglesia en sus páginas.
La importancia política de este fallecimiento mediático es decisiva. Mientras el periódico estuvo en manos de la Iglesia, sobre todo bajo la dirección de José María Javierre, el "cura Javierre", El Correo de Andalucía se convirtió en el periódico de la oposición antifranquista y era profusamente leído logrando cubrir un hueco decisivo durante la transición política a la democracia, muy especialmente en el proceso autonómico andaluz.
La versión del propietario "golfo" e irresponsable
Según esta versión, recogida en alguna prensa digital, Morera compró el periódico desde su holding Millenium con sede en Gibraltar y ahora, debido esencialmente a sus intereses, ha presentado un ERE para toda la plantilla menos uno, reducida ya a 29 personas. A finales de julio ya había cerrado su televisión local acusando a la Junta de haber torpedeado su petición de licencias de Televisión Digital Terrestre.
Fue en 2013 cuando compró el periódico con pleno conocimiento del PSOE andaluz, sobre todo, de alguno de sus sectores. Morera compró el diario andaluz a otro empresario, Diego Castrejón, condenado por estafa, vía un fondo de inversión vasco, Abra Invest, que, a su vez, lo había comprado a otro empresario ligado al PSOE extremeño, Alfonso Gallardo, precisamente tío del eterno vicepresidente de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Francisco Fuente Gallardo. Susana Díaz, que quiso impedir la compra de Castrejón, no trató de dinamitar la compra de Morera.
Ahora, la Junta trata de presentar a Morera como cúspide de un oscuro grupo empresarial extraño, "gibraltareño", enraizado en Millenium, MIC Insurance, localizada en Gibraltar y nacida en 2002 y luego propiedad del hijo de Morera, Francisco Antonio Morera Escobara, que destaca El Confidencial, y de otro socio.
Dedicada a los seguros vinculados a la construcción –los principios de Morera fueron los de un vendedor de seguros de Mapfre–, fue auditada por el Ministerio de Economía y Hacienda del gobierno Zapatero sin consecuencias. Pero la prensa no era lo suyo. Desde la facturación 9,5 millones en 2006, se pasó con Morera a una de 2,7 millones.
Aunque Morera se presentó como el salvador de esta cabecera centenaria, la realidad es que obligó a los trabajadores que quedaban a sucesivos harakiris salariales. Trató de que vendieran seguros en las ruedas de prensa y quiso acabar con su comité de empresa. Era costumbre suya firmar cláusulas de exclusividad.
Se presentaba como un grupo en expansión que producía naranjas ecológicas en Doñana, plásticos en Almería, incluso una yeguada centros de belleza zen y un club de campo. Pero sus más de 30 empresas en 25 países y los cinco continentes, que subraya en su página web, o son fantasmas o no aportan beneficios.
Por tanto, en la versión de la Junta, la ruina de El Correo de Andalucía es consecuencia de la pésima gestión de un empresario lejano al mundo de la edición de prensa que compró el medio andaluz para disponer de un altavoz propio e introducirse en los círculos de poder de Andalucía.
Olvida la Junta que el decano de la prensa sevillana ha sufrido seis ERE desde el año 2000, con y sin Morera. Pero es cierto que el grupo empresarial de Morera ha decidido no salvar al periódico a pesar de que factura por encima de los 200millones de euros y obtiene alrededor de 15 millones de beneficios anuales.
La versión de la venganza de Susana Díaz
Para entenderla bien, es preciso recurrir a la historia de El Correo de Andalucía desde la transición a nuestros días.
- De la Iglesia al PSOE y del PSOE a Prisa
Desde 1982, el PSOE comprendió que la prensa "de partido", como El socialista, no tenía futuro. Por ello, inició una operación de conquista de los medios de comunicación públicos heredados del franquismo en crisis, como todos los medios, desde 1974 y a lo largo de la transición. Fue el PSOE, como partido o con el concurso de empresas simpatizantes, quien se quedó con la mayoría de las cabeceras del Movimiento para, desde ahí, ir construyendo su grupo de comunicación, llamado Mundicom en Andalucía.
El segundo movimiento importante fue la compra de El Correo de Andalucía, diario de la Editorial Sevillana, SA, propiedad de la Iglesia, que se ganó a pulso un merecido prestigio arriesgando mucho, tanto el medio como sus periodistas, en las etapas finales de la dictadura de Franco. Tras una primera operación intermedia, en la que entraron capitales foráneos en Editorial Sevillana, SA, la sociedad matriz de la Iglesia, con el fin, dijeron, de salvar el periódico, finalmente sucumbió a los deseos del PSOE.
En 1986, al tiempo que la Iglesia negociaba con la Junta de Andalucía la cesión del palacio de San Telmo, en el accionariado de El Correo tuvieron lugar cambios que, a la postre, resultaron esenciales. El ex diputado de UCD, Arturo Moya, bien relacionado con el PSOE y el andalucismo en general, fue nombrado presidente de la empresa editora del diario El Correo de Andalucía exigiéndose la destitución del "cura" José María Javierre, alma y figura del periódico.
El día 13 de abril de 1988, Arturo Moya presentó la dimisión de su cargo coincidiendo con una ampliación de capital de la empresa, de unos 200 millones de pesetas, a cargo del grupo Prensa Sur, uno de los tres socios de la editora. Prensa Sur era parte de la escandalosa Mundicom, controlado por el empresario prosocialista Emilio Martín García. Desde entonces y hasta 2013, El Correo de Andalucía ha estado en la órbita socialista y no con poco escándalo interpuesto.
Su paso a manos de Prisa fue destapado por el periodista Javier Caraballo y descrito por Antonio Romero, diputado de IU, en sede parlamentaria andaluza:
"Veamos, señorías, la cronología de los hechos denunciados. El Consejero de Presidencia, don Gaspar Zarrías Arévalo, presionó a cinco entidades, El Monte, San Fernando, Caja Sur, Unicaja y La General, para que sufragasen la venta de acciones del PSOE de Andalucía en los periódicos procedentes de la antigua prensa del Movimiento, los medios de comunicación social del Estado.
El comprador era el empresario don Emilio Martín, como testaferro. El montante económico de la operación iba a ser de 5.000 millones de pesetas, repartiéndose una parte para el señor Martín y el resto para el PSOE de Andalucía.
La operación se frustró parcialmente, pues el Presidente de Caja Sur y accionista más importante del Diario de Córdoba, se opuso, junto a todos los miembros del Consejo de Administración, en lo que fue una votación de unanimidad en esta entidad a la citada operación financiera.
Unicaja y La General acordaron no entrar en dicha operación, El Monte y San Fernando pusieron su parte en dos préstamos de más de mil millones de pesetas, seiscientos cada una.
El empresario y testaferro Emilio Martín vendió posteriormente a Prisa el 75% de Prensa Sur, por 3.500 millones de pesetas. Este señor pagó sus créditos, entregó el importe al PSOE y se quedó con un pingüe beneficio especulativo de mil quinientos millones de pesetas".
Con esta operación, el grupo Prisa ampliaba su participación en la prensa provincial andaluza con los diarios comprados al PSOE y amplió su cobertura de emisoras de radio con las aportadas asimismo por Emilio Martín. Pero su propia crisis le llevó a vender una parte sustancial de El Correo de Andalucía al Grupo Gallardo, vinculado familiarmente a uno de los hombres claves de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en la Junta de Extremadura y el PSOE extremeño, Francisco Fuentes Gallardo.
- Del prosocialista extremeño Gallardo a Morera Vallejo
Lo primero que hizo Gallardo fue nombrar a Pepote Rodríguez de la Borbolla, presidente el Consejo de Administración, acompañado de otros próceres del socialismo andaluz. Pero tampoco duraría al frente de El Correo.
El extremeño Gallardo, conocido como el "chatarrero" por su oficio original, compró El Correo con la condición de que le fuera concedido por la Junta la construcción de un oleoducto desde el puerto de Huelva hasta Extremadura pasando, nada menos, que por el coto de Doñana para su grupo siderúrgico llamado Balboa.
El oleoducto nunca fue concedido debido a la presión política, mediática y ecologista y Gallardo comenzó a considerar la venta de El Correo. Pero no quería vender el lote completo de los medios adquiridos a Prisa y que incluían el Diario Jaén, que lo quería el Grupo Joly, ya aliado asimismo del PSOE andaluz.
De hecho, Gallardo encargó la gestión de la venta del diario al abogado "Luismi" Martín Rubio y tras un breve paso, para muchos en una operación oscura, por las manos del condenado empresario Diego Israel Castrejón Barco, terminó en manos de Morera, presentado como la gran solución por un PSOE que arrastraba la responsabilidad por la crisis endémica del periódico desde que lo compró de la manera descrita.
- Dos pecados capitales de Morera precipitaron la venganza de Susana Díaz
Es la conclusión de esta versión. Por una parte, Morera habría decidido promover un periodismo menos sectario y partidista dando paso a un PP en crecimiento y con un alcalde en Sevilla, que era Juan Ignacio Zoido. Por la otra, Morera habría estado detrás de la operación que denunció la adjudicación de las minas de Aznalcóllar, decidida por el gobierno de Susana Díaz, a un grupo afín al PSOE, llevando el caso a los tribunales con grave deterioro de la figura de la presidenta andaluza.
Cuenta el veterano periodista sevillano Pepe Fernández que "fue Juan Ignacio Zoido como alcalde uno de los primeros políticos que respondió económicamente desde el Ayuntamiento hispalense a favor de los ingresos publicitarios de los medios del Grupo Morera &Vallejo". "Es el único que ha cumplido conmigo", aireaba Morera.
Consecuentemente, la Iglesia Católica y el PP de Zoido empezaban a estar muy presentes en las páginas y portadas de El Correo, "tradicionalmente volcadas editorialmente con el PSOE que durante años fue dueño del rotativo, escuela de periodistas sí y, también de futuros altos cargos del PSOE, algo que casi nadie quiere recordar en estos días".
El segundo pecado mortal cometido por Morera fue la denuncia del caso Aznalcóllar. Es sabido y así se ha escrito en Libertad Digital que Morera era socio de la empresa Emérita, integrada por el fondo de inversión canadiense Forbes Manhattan, AGQ y otros minoritarios, que fueron los que denunciaron la adjudicación que hizo el gobierno de Susana Díaz de la explotación de la mina a un grupo mejicano con los cordobeses "amigos del PSOE" de la empresa Magtel de por medio.
Naturalmente, en la batalla, Morera "puso sus medios, televisión y periódico, a disposición de la causa contra los intereses políticos del ejecutivo de Susana Díaz y a favor de la clarificación de un concurso con olor bastante pestilente", sigue Fernández.
Esta cuestión fue el origen de la retirada del apoyo prometido por la Junta y el PSOE-A al entramado mediático del Grupo Morera & Vallejo. Se rechazaron o disminuyeron sus propuestas de publicidad institucional y se olvidó la presencia del periódico en las escuelas e institutos. Luego vino el tema de las licencias de TDT y el cierre de la televisión local conocida como la de El Correo. Las perdidas crecieron y la supuesta venganza de Susana Díaz es la que ha llevado al cierre.
Las dos versiones recorren los circuitos periodísticos andaluces, pero es probable que ambas tengan elementos de verdad. Lo cierto es que cierra un medio de comunicación centenario y que sus periodistas, que son los que podrían contar con pelos y señales qué ha ocurrido en el periódico desde la etapa eclesial hasta el final de la etapa socialista, están en la calle, al parecer, sin solución.