Dieciséis personas perdieron la vida. Más de trescientas arrastran secuelas físicas y psicológicas. Es el balance de los atentados de 2017 en Cataluña, cuando se cumple un año de la tarde del 17 de agosto en la que una célula yihadista –reivindicada por el Daesh– actuó en Barcelona y Cambrils. Primero, un atropello masivo con una furgoneta en Las Ramblas. Solo unas horas después, otro intento en el paseo marítimo de la localidad de Tarragona: la Policía volcó el vehículo y abatió a los cinco asesinos, aunque uno de ellos acuchilló antes mortalmente a una mujer.
En medio de una disputa entre Mossos y Cuerpos de Seguridad del Estado –la Policía autonómica catalana negó al resto el acceso a información clave de los ataques que "podría haber cambiado el devenir de los acontecimientos–, el juez Fernando Andreu asumió la investigación. Ha construido un relato fiel de los hechos en una instrucción que encara su recta final. Aunque aún persisten incógnitas: ¿Existió la alerta de atentado en La Rambla? ¿Por qué se reunió el CNI con el imán –y presunto cerebro– Abdelbaki Es Satty? ¿Estaban en contacto o conservaban vínculos con alguna organización internacional?
Relato de los hechos
Una furgoneta blanca con el logotipo de una empresa de alquiler invadió sobre las 16:30 horas del 17 de agosto de 2017 la zona peatonal de Las Ramblas. Recorrió más de 500 metros embistiendo a los viandantes. Trece personas fallecieron en el acto y otra en el hospital. El conductor, Younes Abouyaaqoub, abandonó el vehículo, corrió unos segundos junto a cuerpos tendidos y huyó andando calmado por el mercado de La Boquería. Continúa por el Raval.
Transcurrían las 18:20H cuando Pau Pérez, de 35 años y natural de Villafranca del Penedés, estacionaba su coche a 100 metros del Camp Nou, en la Ciudad Universitaria, uno de los pocos lugares con aparcamiento gratuito en la ciudad. Iba de visita a su abuela –escribió a sus padres cuando se enteró del ataque en Ramblas: "estoy bien", pero apareció Abouyaaqoub. El terrorista apuñaló a este joven cooperante en Haití y ocultó el cadáver en los asientos traseros. Se dio a la fuga en el Ford Focus blanco, se saltó un control policial a las afueras hiriendo a una agente y paró en un polígono industrial en San Just Devern.
Los Mossos relacionaron a Pau Pérez con los atentados cuando hallaron su cuerpo sin vida en el coche, hasta que se convirtió en la víctima número 15.
Abouyaaqoub desaparece de la zona. Permanece cuatro días como el hombre más buscado hasta que, gracias a la alerta de los vecinos, es localizado en Subirats, a cuarenta kilómetros de Barcelona. Se había cambiado de ropa: del polo de rayas a una prenda de manga larga. Vio a los agentes y se agazapó entre viñedos. Coincidía con la descripción del sospechoso y un mosso gritó: "¡alto, policía!". El terrorista se levantó la camiseta y mostró unos cilindros de metal de unos veinte centímetros colocados alrededor del abdomen.
Empezó a correr hacia los agentes protegiéndose y gritando Al·lahu-àkbar (Alá es grande)". Recibió varios disparos, cayó, se levantó y siguió corriendo hacia ellos. Fue abatido ante el temor de que detonara cerca una carga que resultó ser falsa cuando los Tedax examinaron el cadáver antes de levantarlo.
La alarma regresó en la madrugada del 18 de agosto. Un coche habitado por cinco personas con cinturones de explosivos falsos y armados con cuchillos y hachas esquivó un control policial, accediendo al paseo marítimo de Cambrils. La Policía abrió fuego y volcó el vehículo. Los ocupantes salieron de inmediato con la intención de apuñalar a los transeúntes. Mataron a una mujer, aunque un agente abate rápidamente a cuatro y el quinto muere por las heridas. Son Moussa Oukabir, los hermanos Omar y Mohamed Hychamy, Said Aalla y Houssaine Abouyaaquob, hermano del conductor de Las Ramblas. Llevaban un pañuelo rojo, como los yihadistas que atentaron en París, en tributo a Abu Dujana, coetáneo de Mahoma, según explican los investigadores.
La célula terrorista, tres detenidos
Seis de los terroristas que componían la célula –el conductor de la furgoneta de Las Ramblas y los cinco ocupantes del vehículo de Cambrils– murieron abatidos por la Policía. Otros dos, entre ellos el imán de Ripoll, fallecieron en la explosión de la vivienda de Alcanar. Fabricaban artefactos para un ataque de mayor envergadura: entre sus objetivos, la Sagrada Familia, el Camp Nou durante el primer partido de Liga entre el Barcelona y el Betis y las salas de fiesta más concurridas de la ciudad, como Razzmatazz. Son tres los detenidos, que permanecen desde entonces en prisión provisional a la espera de juicio:
- Driss Oukabir, de 28 años. Hermano de Moussa, el terrorista de 17 abatido en Cambrils. Alquilaron la furgoneta de Las Ramblas con su documentación. Se desvincula de los hechos, denunció el robo de su DNI en una comisaría.
- Mohamed Houli Chemlal, de 20 años. Herido en la explosión del chalet de Alcanar y detenido el día de los atentados en el hospital. Sigue colaborando con la investigación y su información ha sido relevante.
- Said Ben Iazza, de 24 años. Colaborador de la célula de Ripoll detenido en Vinarós (Castellón). Habría prestado su documentación a los terroristas para que compraran los materiales con los que fabricaban las bombas.
Según fuentes de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, se enfrentarán a penas de hasta 14 años de cárcel por delitos de integración y colaboración con organización terrorista, además de tenencia de explosivos.
Documentación intervenida
El juez Andreu levantó a finales de julio parte del secreto de sumario. Oculta aún las diligencias relativas a los nexos de la célula. Según fuentes jurídicas, indaga sobre la financiación de los terroristas, la posible existencia de micro créditos y el entorno que podría haber dado sustento a los autores.
El grueso de la documentación intervenida procede de la casa ubicada en la urbanización de Montecarlo, en Alcanar, que saltó por los aires sobre las 23H del 16 de agosto. Frustró los planes iniciales de la célula: un ataque de forma simultánea a lugares emblemáticos de Barcelona, un traslado del escenario de terror instalado en 2015 en varios puntos de París.
Los investigadores encontraron entre los escombros más de 200 kilogramos de triperóxido de triacetona –compuesto explosivo conocido como la madre de Satán–, más de cien bombonas de butano, una veintena de granadas de mano improvisadas y un cinturón bomba listo satisfactoriamente preparado.
Varias denuncias de la Policía y de la Guardia Civil pusieron de manifiesto que los Mossos habían negado el acceso a información confidencial al resto de los cuerpos en los momentos clave antes y después de los atentados de agosto de 2017 en Cataluña. Por ejemplo, a esa documentación. En línea con el sumario de Andreu, un agente de la Policía autonómica de Cataluña contactó con Younes Abouyaaqoub en la mañana del 17 de agosto, horas antes de que matara a 14 personas e hiriese a 130 más en el atropello de Las Ramblas. Fue posible gracias a las pruebas de Alcanar, pero la Policía Nacional y sus especialistas no manejaron el contacto hasta que fue abatido.
Ante el juez de la Audiencia Nacional, los detenidos responsabilizaron de la radicalización de la célula al imán de Ripoll que, según la investigación, se autorradicalizó sin infraestructura de otros países, al menos de Marruecos y Francia, a donde viajaron en los meses previos al atentado. Las diligencias aún analizan posibles vínculos en Bélgica, su residencia hasta que ascendió como director de la comunidad musulmana en el municipio de Gerona.
En la causa hay más investigados, aunque no han ingresado en prisión por orden del magistrado, como Mohamed Aalla, dueño del coche que atentó en Cambrils y el gerente del locutorio de Ripoll, Salh el Karib.
Incógnitas
El Gobierno de Cataluña ha insistido en que los Mossos no recibieron ninguna alerta por parte de los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Aunque, tal y como publicaron varios medios de comunicación, existía un aviso de riesgo. En concreto, la Policía autonómica catalana habría incinerado un informe del CITCO (mando antiterrorista estadounidense) sobre la posible comisión de los atentados de Cataluña. Añade El Mundo que la CIA alertó a España.
España no había sufrido ningún atentado yihadista desde el 11 de marzo de 2004 --en el que perdieron la vida 202 personas--. Los del 17 y 18 de agosto de 2017 se suman a los perpetrados en Europa (Niza, Berlín, Estocolmo, París o Londres) en los dos últimos años siguiendo el mismo 'modus operandi': atropellos múltiples y el uso de armas blancas.