Una célula yihadista compuesta por una docena de miembros muy jóvenes y encabeza por el imán de la pequeña localidad de Ripoll, en Gerona, sumió a España hace casi un año en una pesadilla que mantuvo en vilo al país durante cuarenta y ocho horas. Su doble atentado en Las Ramblas de Barcelona y el paseo marítimo de Cambrils (Tarragona) dejó un trágico balance de quince muertos y más de un centenar de heridos. La fortuna hizo que las cifras no fueran mucho mayores.
El análisis de la secuencia de los acontecimientos dejó en evidencia la existencia de varios agujeros negros. La piedra angular de los mismos gira en torno a la casa que los terroristas ocuparon con total impunidad durante seis meses en la localidad tarraconense de Alcanar y a la ausencia de flujo de información entre los Mossos d´Esquadra y las Fuerzas de Seguridad del Estado que dependen directamente del Ministerio del Interior.
La Policía catalana excluyó a Policía Nacional y Guardia Civil en todo momento. No permitió a sus TEDAX inspeccionar los restos de la vivienda de Alcanar, lo que habría permitido a los expertos saber que la explosión no se había producido por el gas y hubiera reenfocando las investigaciones. Tampoco les facilitó datos de tiempo real tras el primer atentado y los agentes de estos cuerpos estatales conocieron algunos datos importantes a través de los medios de comunicación.
Es posible que con una mejor cooperación policial no se hubieran conseguido evitar los atentados terroristas tras la explosión de Alcanar, pero sí es posible que los cuerpos policiales hubieran sabido con unas horas de antelación que había una célula yihadista suelta con intención de cometer atentados de manera inmediata, lo que les habría permitido organizarse y planificarse de una manera más efectiva.
Un año después de aquellos hechos son pocas cosas las que han cambiado y la coordinación policial sigue siendo un agujero negro. Se han mejorado algunas cosas y el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), organismo que coordina a todos los cuerpos policiales, está más rodado y con mayores medios materiales y personales, pero es posible que de repetirse unos hechos similares volviese a quedar en evidencia la descoordinación.
La colaboración entre todos los cuerpos policiales "es la gran asignatura pendiente que tiene la democracia", apuntan desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), desde donde consideran urgente "mejorar la coordinación entre los distintos cuerpos policiales para que no se repitan episodios como el Cataluña u otros que se produjeron en la lucha contra ETA, cuando se desarrollaron operaciones paralelas y discusiones para ver quién actuaba primero".
"Llevamos años denunciando la falta de comunicación y coordinación no sólo entre Guardia Civil y Policía Nacional, sino con las policías autonómicas y locales. La duplicidad de funciones, el recelo por las competencias de cada policía y el afán de colgarse medallas por el trabajo de cada cuerpo son consecuencias de este modelo disperso, dirigido más a satisfacer a altos mandos y sensibilidades políticas de toda índole que a procurar una seguridad pública efectiva", denuncian.
En parecidos términos se ha expresado el portavoz de la Unión Federal de Policía (UFP), Serafín Giraldo, en esRadio. "Nos tenemos que coordinar en aras de los buenos resultados, sobre todo para combatir el yihadismo. En el CITCO no existía un principio de lealtad por parte de los Mossos, y ahora parece ser que empieza a existir este principio. Ha habido una mejora, porque se dieron cuenta de que sin compartir información difícilmente pueden combatir esta lacra", ha explicado.