Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, los Jordis, ingresaron en la prisión de Soto del Real el pasado 16 de octubre, tras declarar en la Audiencia Nacional por el intento de linchamiento de una comitiva judicial que registraba la consejería de Economía. En todas sus declaraciones ante la juez Carmen Lamela, la principal línea de defensa tanto de Sànchez como de Cuixart fue decir que instaron a los presentes a dispersarse y que si se subieron al capó de un coche de la Guardia Civil fue porque un agente les dijo que podían hacerlo para dirigirse a la multitud.
En esos momentos, Sànchez era el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), que se ocupó del "orden" en la manifestación ante la consejería, y Cuixart presidía Òmnium, la otra gran entidad separatista. Durante el 20 de septiembre, convocaron y encabezaron la protesta por el registro y la detención de dos altos cargos, una manifestación que incluyó la destrucción de varios coches de la Guardia Civil, el robo de material y una seria amenaza para la integridad física de una secretaria judicial y varios agentes del Instituto Armado. La funcionaria tuvo que abandonar el edificio por la azotea y salir a la calle camuflada entre el público que abandonaba un teatro colindante. Los agentes estuvieron atrapados 24 horas en la consejería ante la agresividad de los manifestantes y la pasividad de los Mossos, asunto por el que también está imputado el exjefe Trapero y una intendente del cuerpo.
Ahora, Sànchez es diputado de Puigdemont e impulsor del nuevo partido, la "Crida Nacional per la República" mientras Cuixart se mantiene al frente de Òmnium y trata de inspirar el rumbo de la república desde la prisión de Lledoners.
Cumplidos trescientos días en prisión provisional, Cuixart ha enviado una carta "conmemorativa" al diario nacionalista Ara en la que apela a la unidad del soberanismo, dice que "aquí no sobra nadie" en alusión a las broncas entre republicanos, pugdemonianos y cuperos, proclama la necesidad de que se creen nuevos liderazgos y anuncia que su estrategia de cara al juicio no será la de defenderse, sino la de acusar al Estado, en la misma línea que el resto de investigados, por la vulneración de sus más elementales derechos.
También muestra su preocupación por la división en el separatismo y la ausencia de una estrategia conjunta: "Necesitamos enriquecer liderazgos y alcanzar los grandes consensos que tantos resultados han dado siempre. Y para eso, también necesitamos liderazgos en las instituciones y a pie de calle. Por ejemplo, con acciones claras para dar respuesta a los problemas de pobreza energética y habitacional de la sociedad catalana. Gestionar el mientras tanto sin abandonar las conquistas alcanzadas", escribe.
Además, compara a España con Rusia y Turquía porque "el juicio no es sólo contra un gobierno legítimamente escogido, sino también es contra representantes de entidades sociales: un caso único de represión ideológica y cultural dentro de la Unión Europea". Cuixart considera que "es necesario conseguir que la comunidad internacional denuncie nuestro encarcelamiento. No ceder al intento de silenciar la barbaridad jurídica española, con acusaciones desproporcionadas y sin fundamento".
Jordi Sànchez se ha limitado a emitir un mensaje en su cuenta de Twitter en el que da las gracias a la gente "por no olvidarnos" y recomienda "¡luz en los ojos, fuerza en el brazo!".
300 dies sense la meva família
— Jordi Sànchez (@jordialapreso) August 12, 2018
300 dies de vergonya d’un estat
300 dies de dignitat de tanta gent al carrer demanant llibertat i democràcia.
Gràcies per no oblidar-nos!
Llum als ulls i força al braç!#FreeTothom pic.twitter.com/mWwpp1RrO1