Las dos grandes fuerzas separatistas, el núcleo en torno a Puigdemont, y ERC negocian una nueva "hoja de ruta", según el vicepresidente de la Generalidad, Pere Aragonès. El también adjunto a la presidencia de la formación republicana ha insistido en la necesidad de "unidad estratégica" entre los "soberanistas", pero ha descartado por completo la confección de listas electorales conjuntas.
El marco de estos contactos entre dirigentes de las diversas facciones independentistas es la iniciativa de Puigdemont, Torra y Jordi Sànchez de la "Crida Nacional per la República", artefacto movimiento en el que Puigdemont pretende que se diluya no sólo el PDeCAT sino también el aparato republicano.
Aragonès aboga por recuperar la "unidad de acción" perdida tras el 1-O. Considera que es preferible a la "unidad orgánica" que plantea Puigdemont y sostiene que es posible acordar una nueva "hoja de ruta" y mantener las listas separadas. Y añade en declaraciones a Efe que "ERC tiene 87 años de historia y muchas razones para no renunciar a que su propio proyecto sea una opción electoral".
Las relaciones entre los socios de gobierno no pasan por su mejor momento, pero Aragonès se muestra muy optimista por el tono de las conversaciones "discretas" para planear un nuevo calendario de ruptura. Sostiene que hay contactos entre todos los actores.
El control de TV3 y la emisora de radio también está en discusión. En los acuerdos para formar gobierno, Junts per Catalunya se había comprometido a ceder el control de la televisión a ERC. Puigdemont se niega a cumplir el trato.
Ejecutivo fracturado
El gobierno de la Generalidad se aguanta con pinzas. Los consejeros republicanos van por un lado y los de Puigdemont, por otro. El "president" Torra se sube el sueldo sin dar explicaciones y amenaza con convocar elecciones como primer paso para la negociación de los presupuestos del próximo año con sus socios de gobierno y la CUP. Ficha una vez por semana en Lledoners para despachar con los exconsejeros presos y un par de veces al mes en el extranjero. Ni los consejeros de Junts per Catalunya ni los de ERC tienen un perfil político elevado. Dependen de los dictados del presidio y el "exilio" y lo único que han conseguido sacar adelante hasta ahora es un decreto que habilita la venta de leche cruda.
En ERC lamentan la intensa gestualidad de Torra, la predisposición del representante de Puigdemont a convertir su acción ejecutiva en una sucesión de fiestas de la ratafía salpicadas con episodios como el encontronazo con el embajador Morenés en Washington o con el Rey en la inauguración de los Juegos del Mediterráneo. Y no deja de reivindicar a los Comités de Defensa de la República (CDR) que se manifiestan ante las sedes de los partidos separatistas exigiendo desobediencia o dimisión.
Legislatura breve
Con un presidente así, vaticinan los republicanos, la legislatura será breve. Ningún departamento de la Generalidad muestra gran iniciativa. El "Govern" sólo ha sido diligente a la hora de recolocar a exconsejeros procesados y a los altos cargos destituidos por el 155 y en dotar a Puigdemont de todos los privilegios del estatus de expresidente a pesar de ser un prófugo de la justicia.
En lo que sí hay acuerdo es en la línea a seguir de cara a la celebración del juicio contra los golpistas. Junts per Catalunya, el PDeCAT y ERC coinciden en propugnar grandes movilizaciones para presionar al Supremo y al Gobierno. También se muestran coordinados en los ataques al Rey.