Los golpistas presos elevan el tono. Auguran que les caerán penas largas, pero prometen que no pactarán ninguna rebaja con la Fiscalía. Pedirán la absolución y tratarán de convertir el juicio en un alegato político que ponga en duda la democracia en España. El traslado a la cárcel catalana de Lledoners les ha abierto nuevas perspectivas.
La administración penitenciaria de la Generalidad les resulta mucho más cómoda y grata. El exconsejero de Interior, Joaquim Forn, ha declarado en el diario independentista "El nacional" que "aquí nos ha cambiado la vida con el tema de las comunicaciones". A ese respecto, también ha dicho que en Estremera lo de las comunicaciones "era una tortura". "Se come mejor y aquí estamos todos juntos y estamos bien" añade el preso.
Esta versión de Forn contrasta con la de Jordi Sànchez, compañero de módulo que a un cuestionario remitido por "El diario" afirma que el cambio es "más emocional que regimental". Sànchez escribe también que "las comunicaciones son las mismas, tanto telefónicas como en locutorio". Dice pasar las mismas quince horas en la celda que en Soto del Real.
El expresidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) se muestra tajante respecto a una hipotética negociación con la Fiscalía para rebajar pena. Que no "mercadearán" con la libertad de expresión y el derecho de manifestación, asegura. Los fallos de los tribunales belga y alemán ahorman el discurso "jurídico" de Sànchez.
Unidad penitenciaria
Los partidarios de Puigdemont y ERC están divididos respecto a la táctica y la estrategia, pero esas diferencias no existen en la cárcel. En paralelo a las manifestaciones de los puigdemontistas Forn y Sànchez, La Vanguardia ha publicado un artículo de los republicanos Oriol Junqueras y Raül Romeva, también en la cárcel de Lledoners.
En el texto coinciden con Sànchez. No habrá negociación con la Fiscalía, denuncian que no tendrán un juicio justo, pero que lo aprovecharán para la causa: "Este juicio, quizás en otoño, despertará de nuevo la atención internacional. Es un escaparate en el mundo, una oportunidad para explicar que no hemos hecho nada mal hecho porque los debates se llevan a cabo en los parlamentos, no en los juzgados. Explicaremos que votar no es ningún delito. Que queremos una solución democrática para Cataluña que pasa por el diálogo y la negociación política, que pasa por respetar la voluntad de la ciudadanía".
También llaman a la calma movilizada: "Pase lo que pase este otoño, pedimos a todos siempre una actitud cívica. No dejéis que el rencor se apodere de vosotros por injusto que todo pueda ser. No permitáis que el resentimiento contra aquellos que nos quieren en la cárcel guíe vuestros pasos. Serán unos días difíciles. Y debéis manteneros fuertes y unidos. Hay que transformar la indignación en coraje y perseverancia. La rabia, en amor. Y no desfallezcáis nunca, nunca, porque nosotros no lo haremos. Si el precio de la libertad es una larga prisión, lo asumiremos. Cada día privados de libertad es y será una vergüenza para quien pretenda homologarse a una democracia de primera".
Atrás han quedado las peticiones de libertad condicional. Dan por descontado que permanecerán en prisión hasta el juicio y han cambiado de discurso. Dicen que no quieren ser "moneda de cambio", no aceptan los pactos, exigen a la Fiscalía que retire los cargos y aluden al Tribunal Europeo de Derechos Humanos como la tumba de la justicia española tras la negativa del tribunal de Schleswig-Holstein de extraditar a Puigdemont por rebelión.
Junqueras y Romeva se refieren a sus circunstancias carcelarias de modo elíptico en el arranque del artículo: "Hoy nos sentimos más fuertes que nunca. Estar más cerca de todos vosotros –tan cerca y tan lejos al mismo tiempo– y de nuestras familias no ha hecho más que reforzar nuestro espíritu y la convicción de que es la ciudadanía quien tiene que decidir en una sociedad democrática su futuro colectivo a través del voto".
Calidad de vida
De sus contactos con medios de comunicación separatistas se sabe que los presos subrayan que pueden ver TV3 y escuchar la radio del conde de Godó, la calidad de la biblioteca de Lledoners y los cambios en materia de contactos con el exterior. Los exconsejeros han llegado a hacer el traspaso con sus sustitutos en la cárcel. Torra ficha una vez a la semana en Lledoners y las visitas de consejeros, diputados y cargos separatistas han devuelto a los presos el contacto con la realidad. El trasiego de coches oficiales en Lledoners es constante. Josep Rull, Jordi Turull y Jordi Cuixart también tienen una viva agenda en la cárcel. Más discretas se muestran Dolors Bassa, en la cárcel de Puig de les Basses, cerca de Figueras, y Carme Forcadell, recientemente trasladada a petición propia a la prisión de Mas d'Enric, en la provincia de Tarragona.