Media vida consagrada al asesinato y a expandir el terror, otra media vida entre barrotes en Francia y España. Así se podría calificar la trayectoria vital de Santiago Arróspide Sarasola, conocido por su apodo de Santi Potros, uno de los terroristas de ETA con más crímenes manchando sus manos de sangre. Algunos de esos asesinatos los cometió personalmente, otros los ordenó a los etarras que formaban parte de los grupos de ETA que dirigía.
Nacido en la localidad guipuzcoana de Lasarte en febrero de 1948, se integró en ETA a principios de los setenta y en 1976 ya formaba parte de los grupos especiales (Bereziak) de la banda criminal. En ellos cometió sus primeros asesinatos, que le llevaron a dar con sus huesos en la cárcel. Pero poco duró entre barrotes porque se benefició de la amnistía de 1977. Vía libre para continuar su carrera criminal en la banda terrorista.
Llegó a la dirección de ETA a mediados de los ochenta, donde dirigió las acciones de los grupos etarras a las órdenes de veteranos dirigentes etarras como Juan Lorenzo Lasa Mitxelena Txikierdi, Francisco Mujika Garmendia Pakito o José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea Josu Ternera. Él ordenó auténticas matanzas como el atentado de Hipercor en Barcelona (21 muertos y 45 heridos) o el de la plaza de la República Dominicana en Madrid (12 muertos y 32 heridos).
Su detención en un chalet de Anglet (Francia) en 1987 supuso un duro golpe para la banda etarra. Debajo de su cama había 15 kilos de documentación sobre las actividades de ETA , lo que permitió a las Fuerzas de Seguridad conocer las entrañas de la bestia. En el país vecino cumplió condena por asociación de malhechores y tenencia ilícita de armas durante casi 13 años. Después, extraditado a España, fue condenado a más de 3.100 años de prisión.
Sin embargo, el próximo 5 de agosto está previsto que abandone la cárcel de Topas (Salamanca). Habrá pasado 30 años en prisión (entre lo que cumplió en Francia y lo que ha estado en España) por 33 asesinatos. No habrá cumplido ni once meses por cada persona a la que sus órdenes quitaron la vida. Algunos fuentes elevan a 40 el número de muertos por su actividad criminal antes de la democracia y durante la misma. Poco más de nueve meses de cárcel por cada vida sesgada.
Beneficiado en primer lugar por una ley que no permitía que nadie estuviera más de treinta años en prisión (vigente cuando fue juzgado) y posteriormente por la derogación de la doctrina Parot, Santi Potros ya disfrutó de libertad entre diciembre de 2014 y enero de 2015. Cuarenta y cinco días en los que regresó a su Lasarte natal hasta que el Tribunal Supremo ordenó que volviera a ser detenido, algo que llevaron a cabo en una operación conjunta agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional.
El próximo 5 de agosto podría volver a Lasarte para volver a instalarse en la vivienda familiar que utilizó durante los últimos 45 días que estuvo en libertad. Si lo hace, vivirá a unos cientos de metros del negocio que regenta la hija de un taxista asesinado por ETA. O a dos manzanas de la viuda del sargento de la Policía Municipal de San Sebastián Alfonso Morcillo, también asesinado por la banda terrorista. O a unas pocas manzanas de la Casa del Pueblo del PSOE-PSE, que lleva el nombre de Froilán Elespe, concejal asesinado por ETA.