La Generalidad avisa a Sánchez. O la negociación avanza de manera significativa o los ocho diputados del PDeCAT retirarán su apoyo al gabinete socialista. La nueva vicepresidenta del PDeCAT, Míriam Nogueras, apuntaba el lunes que tras la toma de control por parte de Puigdemont se encarecía el precio de los votos nacionalistas. La consejera de Presidencia y portavoz del Govern, Elsa Artadi, ha abundado este martes en las condiciones del trato. El separatismo ha adquirido conciencia de la debilidad de Sánchez y comienza a explotar la circunstancia.
Artadi, en tono condescendiente, ha declarado que el ejecutivo catalán apuesta por la "estabilidad" siempre que "se siga avanzando en el diálogo y la negociación". Para la próxima semana está prevista la primera reunión de la "comisión bilateral". Ernest Maragall, consejero de relaciones institucionales y exteriores, se ha reunido con los ministros Josep Borrell y Meritxell Batet para preparar el terreno y el orden del día, una agenda que según Artadi lo incluye todo, del derecho a la autodeterminación a la deuda y la financiación de la Generalidad. También el expediente judicial y la posición de la Fiscalía. Según Artadi, "la Fiscalía puede decidir hacia dónde aprieta y hacia dónde no aprieta". Sánchez tendrá que hacer gestos si quiere la estabilidad que propugna el separatismo.
La caída de Marta Pascal, excoordinadora general del PDeCAT, ha dado paso al control absoluto por parte de Puigdemont. Quim Torra ha asumido el papel de representante del evadido sin más vida propia que excentricidades como vender las bondades de la ratafía y llevar en el bolsillo de la americana una fotografía de Churchill. En todos los actos que preside recuerda a Puigdemont y en todos los actos de la Generalidad, el ausente recibe tratamiento de "president". Sánchez ya no tiene como interlocutora a la "moderada" Pascal, que apoyó la moción de censura tras consultar con Rubalcaba en vez de con Puigdemont. El presidente del Gobierno tiene que pasar por el expresidente de la Generalidad fugado.
La debilidad nacionalista
La única flaqueza de la estrategia separatista para atornillar a Sánchez es la fractura interna. ERC recela de Puigdemont, de sus experimentos políticos y de las tentaciones electorales. Puigdemont, a su vez, recela de todo el mundo y trata de combatir el ambiente de "normalidad" institucional y "deshielo" que generan los contactos entre dirigentes del ejecutivo separatista y miembros del Gobierno de Sánchez.
El separatismo no se mueve un ápice de sus postulados. El giro del PDeCAT arrastra a ERC. La vía unilateral está en los estatutos y programas de ambos partidos. Se rinde culto al referéndum ilegal del 1-O y los "presos políticos" son objeto de continuos agasajos en las cárceles. Quim Torra y el presidente del Parlament, Roger Torrent, así como todos los consejeros, despachan habitualmente con los preventivos. Al ser visitas "oficiales" quedan fuera de control. Los presos que protestan por el trato de favor son trasladados. No se desdeña la posibilidad de llegar a suculentos acuerdos económicos, pero "la situación" marca el discurso nacionalista.
Parón vacacional
Sánchez tiene un mes de margen. En septiembre comienza la temporada de grandes manifestaciones independentistas. Además del "Onze de Setembre", se preparan grandes fastos para el primer aniversario del referéndum ilegal del 1 de octubre. Todo apunta a que el juicio por el golpe de Estado se celebrará a finales de otoño. No se descartan elecciones generales y catalanas a la mayor brevedad posible. Puigdemont ha conseguido el control del grupo parlamentario del PDeCAT en el Congreso y aspira a que la política española pase por Waterloo, donde será recibido el próximo sábado con una fiesta en la "casa de la república" en la que está confirmada desde primera hora la presencia de Quim Torra.