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Puigdemont planta al PDeCAT y coloca al partido contra las cuerdas

Alega su situación judicial para rechazar la presidencia de la formación convergente.

A Carles Puigdemont le vale con ser presidente "legítimo" de Cataluña y expresidente con despacho, coche personal y guardaespaldas a cargo de la Generalidad, de modo que ha rehusado el ofrecimiento de la coordinadora general del PDeCAT para presidir el partido. Alega una situación judicial que no fue óbice para que intentara ser reelegido presidente de la Generalidad fugado en Bruselas y que tampoco le impedirá disfrutar de las excelentes coberturas que la administración autonómica catalana dispensa a sus expresidentes.

El evadido está a la espera de la resolución del tribunal de Schleswig-Holstein sobre la petición de extradición del Supremo. Teme que los jueces alemanes accedan a la petición del juez Pablo Llarena en el caso de malversación. Da por descontado que han descartado el supuesto de rebelión. Ese panorama es con el que ha justificado su negativa, un bofetón en toda regla a los todavía compañeros de partido.

La "renuncia" de Puigdemont a presidir la formación heredera de Convergencia es la última vuelta de tuerca del divorcio que comenzó con la elaboración de la candidatura del expresidente para las pasadas elecciones del 21-D. Puigdemont había pedido manos libres al partido para confeccionar la lista y utilizó la prerrogativa para rodearse de partidarios acríticos y de algunos pocos dirigentes del PDeCAT más afectos a su persona que a la formación.

Situación terminal

La situación del partido es terminal tras una borrascosa refundación para aligerar el lastre del tres por ciento. Artur Mas renunció a la presidencia de honor tras el fallo sobre la financiación ilegal de CDC a través del Palau de la Música. Y Neus Munté, la actual presidenta, ha anunciado que lo deja en el próximo congreso del partido, convocado para el próximo 20 de julio. A falta de tan pocos días, Marta Pascal busca un candidato a presidente mientras arrecian las críticas internas contra su gestión.

En un gesto por frenar el deterioro de las expectativas electorales, el PDeCAT se ha sumado al carro de la unilateralidad en caso de que el Gobierno de Sánchez no acceda a pactar un referéndum de autodeterminación.

Mientras tanto, el núcleo de Puigdemont trabaja en la constitución del "Movimiento 1 de octubre", una plataforma de apoyo a los diputados de Junts per Catalunya y embrión de partido con el que una parte del nacionalismo pretende enterrar definitivamente Convergencia y su refundación con las siglas PDeCAT.

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