Un país aliado, con el que existe un acuerdo bilateral de apoyo y protección mutua, similar al que hay en el seno de la UE o la OTAN, acaba de ser invadido por uno de sus vecinos. Las fuerzas hostiles han entrado por la frontera norte y empiezan a descender poco a poco hacia el sur ocupando el territorio.
Las Fuerzas Armadas españoles entran en combate cuando las tropas enemigas han conseguido ocupar ya toda una franja de 60 kilómetros desde la frontera norte del país aliado. Hay operaciones terrestres, navales y aéreas y los combates son de alta intensidad.
Los cálculos de bajas nacionales son exageradamente altos, cerca de 200 muertos diarios. Las bajas en el enemigo no se pueden contabilizar, pero son las necesarias para sacar adelante la misión y dejarle lo suficientemente mermado como para expulsarle del país aliado y como para que no tenga capacidad para volver a planificar y llevar a cabo una invasión similar en más de una década.
Ése es el encenario del ejercicio Mopex18, que está poniendo a prueba al Mando de Operaciones, para certificar que todo el sistema de mando y control de las Fuerzas Armadas está perfectamente engrasado y que, llegado el momento, se podría gestionar un conflicto bélico de esas características.
Para ello, se han movilizado a más de 1.300 militares del Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire en todo el territorio nacional, que están desplegados en cinco instalaciones militares diferentes.
Supervisando este martes la jornada principal de Mopex18 ha estado el Rey Felipe VI, que se ha desplazado hasta las instalaciones del Mando de Operaciones en la base de Retamares (Pozuelo de Alarcón), acompañado por la ministra de Defensa, Margarita Robles, y el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general de Ejército Fernando Alejandre.