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El número dos de Defensa, Ángel Olivares, director de la Policía que atrapó a Roldán y enfrentado a Garzón

Coincidió con Margarita Robles en el Ministerio del Interior a mediados de los noventa. 

Ángel Olivares. | EFE

El Ministerio de Defensa comienza a completar su estructura principal tras la toma de posesión de Margarita Robles como máxima responsable del departamento. El Consejo de Ministros ha aprobado este viernes, en su primera reunión del Gobierno de Pedro Sánchez, la designación de Ángel Olivares como secretario de Estado y números dos del organigrama, un hombre que ya trabajó codo con codo con la actual ministra.

Primer alcalde de socialista de Burgos entre 1999 y 2003 tras alcanzar un acuerdo con Izquierda Unida y los extremistas de Tierra Comunera, con anterioridad había estado desempeñado el cargo de director general de la Policía Nacional entre 1994 y 1996, estando Juan Alberto Belloch como superministro de Justicia e Interior y la actual ministra Margarita Robles como secretaria de Estado del Interior.

Estaba en su puesto de máximo responsable policial cuando se produce la polémica operación que desencadenó la entrega-detención del ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, en el área internacional del aeropuerto de Bangkok (Tailandia), con el famoso montaje del capitán Khan de por medio y que buena parte de los medios de comunicación y partidos de la oposición calificaron como una "gran chapuza". Él siempre defendió que fue una operación "brillante".

Tuvo importantes roces con el juez Baltasar Garzón, que algunos medios de la época llevaron a calificar de "guerra abierta". Por ejemplo, por la solicitud de documentación secreta a varios policías sobre la detención de Roldán, que según defendió atacaba el secreto profesional policial, o por la situación en prisión de los miembros del GAL José Amedo y Michel Dominguez, que hacían constantes salidas de la cárcel para realizar visitas personales con la autorización del juez.

A su llegada al cargo, hacía tiempo que buena parte de las estructuras de Interior y la Policía Nacional estaban enfrentados con el mediático juez, que estaba levantando las alfombras de la guerra sucia contra la organización terrorista ETA después de haber ido en listas y aspirar a ser ministro del que sería el último Gobierno de Felipe González y no haberlo conseguido.

Muestra de esa guerra había sido la aparición del informe Véritas, cuyo único objetivo era sacar a la luz datos sobre la vida privada y profesional de Garzón que pudieran desacreditarle, que salió a la luz pública en 1994, pero que había sido ordenado por los responsables del Ministerio del Interior con anterioridad. Olivares cesó a los dos policías que los indicios apuntaban que estaban detrás del mismo: Enrique García Castaño y José Villarejo.

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