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Torra presenta en el Parlamento catalán el 'Govern' amarillo de la revancha

Vuelve a exigir "diálogo" a Pedro Sánchez, pero con el "mandato" del referéndum ilegal del 1-O como punto de partida.

Torra, en su escaño, este miércoles | EFE

El décimo presidente de la Generalidad ha comparecido en la cámara catalana para presentar su equipo de gobierno y las líneas maestras de cada consejería. Restitución y república son los términos que maneja Quim Torra, más la usual invocación al "diálogo" de igual a igual con el Gobierno de España. El dirigente separatista exige una negociación sin apriorismos por la otra parte y con el "mandato" del 1-O como punto de partida. El separatismo no se va a rendir nunca, insiste el nuevo president, que tiene prisa por reunirse con Pedro Sánchez para abordar en primer lugar la situación de los presos y fugados.

Los nacionalistas presionan para que los encarcelados sean traslados a prisiones catalanas, bajo el control de la administración autonómica, y confían en que el cambio de Gobierno apareje un giro judicial en el proceso por el golpe de Estado. También quieren eliminar el control sobre el uso de los recursos públicos procedentes del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). A partir de ahí, república o república. El nuevo Govern ha venido a echar al 155, dijo Torra, y a convertir la república en realidad, que es, según el presidente catalán, lo que votaron los ciudadanos el pasado 21 de diciembre. Hay afán de revancha, de regresar a la situación en la que la consejería de Enseñanza era en Cataluña la "autoridad única" en la materia. También en el departamento de los Mossos, según Torra el más intervenido por el Gobierno del PP.

"Exilio" y "Consejo de la República"

El propósito del equipo de Torra es mantener un contacto regular con el "exilio" y dar carta de naturaleza práctica al "Consejo de la República" en el "espacio libre de Europa" así como crear una asamblea de electos con eurodiputados, diputados, alcaldes y concejales que según Torra tiene que servir para aumentar la implicación y coordinación de las administraciones en favor de la causa republicana. También ha ratificado la creación de un comisionado para evaluar los supuestos daños provocados por el 155 y una oficina de "derechos civiles" para atender a las "víctimas" del 1-O.


Mucho diálogo

No hay por tanto alternativa a la independencia y no se descarta la vía unilateral, pero siempre con diálogo. Además de hablar urgentemente con Sánchez, Torra pretende abrir un turno de contactos con la oposición, empezando por Inés Arrimadas. La presidenta del grupo de Ciudadanos le ha replicado que no puede haber encuentros productivos hasta que no descuelgue la pancarta con el lazo amarillo de la fachada de la Generalidad y asuma que debería gobernar para todos los catalanes, no sólo para los que le votan. Arrimadas considera que el gobierno de Torra es "el gobierno del lazo amarillo para la gente que lleva el lazo". La jefa de la oposición ha vaticinado que el gobierno catalán se distinguirá por la confrontación y el victimismo y cometerá los mismos errores que en el pasado.


Lazos sagrados

La réplica de Torra ha sido extremadamente áspera. Ha invitado a Arrimadas a visitar a la exconsejera Dolors Bassa y a la expresidenta del Parlament Carme Forcadell en la cárcel. Cualquier intento de distensión topa siempre con el discurso sobre la "injusta" situación de los presos "por haber puesto las urnas". El lazo amarillo es intocable, una cuestión sagrada para los separatistas y un motivo de orgullo.

El socialista Miquel Iceta se ha mostrado partidario del diálogo, pero con "respeto a la legalidad" y le ha comentado a Torra que no se puede pedir al poder ejecutivo lo que corresponde al judicial. También le ha recordado que necesitaría una mayoría de dos tercios de la cámara para plantear a Sánchez el proyecto de ruptura que pretende y que no puede gobernar con el argumento de un "mandato" del 1-O.

En teoría, Cataluña ha vuelto a la normalidad. Hay un gobierno autonómico y el Parlament se reúne sin más alteraciones que la propaganda amarilla en los escaños correspondientes a presos y fugados. El objetivo de Torra y su equipo es quebrar esa normalidad, mantener viva la llama del liderazgo de Puigdemont y mantener la agitación en las calles hasta conseguir la liberación de los encarcelados.

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