La nueva ministra de Justicia, Dolores Delgado, se convirtió en una de las más estrechas colaboradoras de Baltasar Garzón en la Audiencia Nacional. Delgado, que ejercía allí como fiscal desde 1993, trabajó codo con codo con Garzón cuando éste era titular del juzgado número 5 en causas relacionadas con el narcotráfico, el crimen organizado o el terrorismo etarra.
Su relación era tan estrecha que Delgado siguió al ex juez cuando éste se marchó al Tribunal Penal Internacional mientras era investigado en el Supremo por prevaricación. Delgado, considerada una experta en Justicia Universal, colaboró con él en las pesquisas en La Haya sobre crímenes de guerra cometidos por el régimen de Gadafi. También estuvo en la cacería en la que participaron Garzón y el entonces ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo en los días de las primeras detenciones de la Operación Gürtel, instruida por el juez. En su día, Bermejo se defendió diciendo que a la cita acudieron entre 30 y 40 personas, restando importancia a la coincidencia con Garzón. En esos días, también trascendió la presencia de Delgado y del Comisario General de la Policía Judicial, Juan Antonio González.
Desde el principio de la investigación contra Garzón, Delgado se convirtió en una de sus más firmes defensoras, censurando la imagen que se daba de él en los medios o poniendo en valor sus éxitos pasados. A la ministra, que también ha firmado artículos y participado en seminarios y conferencias al lado del juez, los elogios le llegaron a costar una querella: la acusación contra Garzón ejercida por el abogado José Luis Mazón denunció a la fiscal por difamación por una entrevista en la revista colombiana El Espectador. En ella, Delgado decía, entre otras cosas, que Mazón tenía vínculos con gente que había sido investigada por el juez estrella por el caso de los cursos del juez en Nueva York.
Para Delgado, Garzón estaba siendo objeto de una "campaña mediática brutal" y lamentaba que estaba sufriendo una "presión muy alta". También negó que el juez escogiera sus casos por la repercusión que pudieran tener y afirmó, entre otras cosas, que "ha llegado a ser un modelo que tal vez muchos jueces más jóvenes quieren emular". Unos meses más tarde, el juez sería inhabilitado por una de las causas abiertas contra él, la de las escuchas de Gürtel.
Su estrecha relación con Garzón le ha costado alguna amistad, como la que le unía a quien fuera su jefe hasta el año pasado, Javier Zaragoza, que fue quien decidió su incorporación a la Fiscalía de la Audiencia Nacional tras estar juntos en Antidroga.
Al inicio la sintonía entre ambos era evidente, informa Efe,pero las desavenencias entre ellos llegaron cuando Zaragoza se opuso a la apertura de fosas para exhumar los restos de desaparecidos en el franquismo ordenada por Garzón, al considerar que no era competente para llevar a cabo esa investigación.
Entre su jefe y Garzón, optó finalmente por este último y le llegó a acompañar al Tribunal Supremo, junto a otros jueces como Santiago Pedraz, cuando el magistrado fue juzgado por presunta prevaricación en este caso.