Entre la incredulidad y la euforia, el estrecho equipo de confianza de Pedro Sánchez, quienes fueron desterrados de Ferraz tras el derrocamiento de su secretario general en su primera vida sonreían y abrazaban a los diputados afines una vez se confirmaron las intenciones del Partido Nacionalista Vasco. Tras dos años de "sufrimiento", tras haber sido derrocado por los barones en el Comité Federal, habiendo entregado el acta de diputado y resurgido de sus cenizas como el Ave Fénix hoy Pedro Sánchez puede cumplir su sueño de ser presidente del Gobierno de España. "Hasta que no se vote no me lo creo", explicaba a este periódico uno de sus más fieles valedores.
"Ha sido una buena jugada", pero "se le han alineado los planetas", argumentaban sin restar un ápice de épica al relato del secretario general del PSOE que ha logrado, con la utilización de todas las artes y las promesas a todo el arco parlamentario nacionalista e independentista, dar la estocada final a su segundo gran adversario político: "Consiguió ganar a Susana Díaz, ahora ha ganado a Rajoy".
La emoción se disparó en el ánimo de los suyos pero no en el propio Sánchez. Con su rictus serio habitual, impasible y frío, mantuvo las formas y el tono durante las 9 horas de debate en el que estuvo arropado por sus padres y su hermano (un conocido director de orquesta), arropándole en la tribuna de invitados del Congreso. Su mujer, Begoña Gómez, acompañará este viernes a su marido tras "una semana de infarto y sin dormir".
A golpe de decreto
Desde la dirección federal del PSOE no quisieron lanzar las campanas al vuelo ni entrar aún en quinielas sobre futuros ministrables pero sí anticiparon, ante la crítica del PP sobre la imposibilidad de gobernar con 85 diputados, que "podemos gobernar con decretos ley, como ha hecho el PP".
Lo que descartan absoluta y tajantemente en Ferraz es un gobierno de coalición con Podemos, el llamado Frente Popular solicitado en reiteradas ocasiones por el líder de Podemos, Pablo Iglesias. "Será un gobierno socialista", dicen escuetamente zanjando el debate.
Exigencia de dimisión
Tenían información pero no confirmación. El núcleo duro de Pedro Sánchez sabía que el PNV apoyaría su moción de censura, según confirmaron fuentes socialistas a Libertad Digital. La única manera de evitarlo era la dimisión del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que tantas veces pidió el candidato en la tribuna:"Señor Rajoy, ¿está dispuesto a dimitir? Todo puede llegar a su fin ahora mismo. Dimita ya y todo terminará aquí y ahora".
Según fuentes de la dirección socialista, el candidato ha pretendido despejar las acusaciones sobre su intención de llegar a La Moncloa "a cualquier precio". Insistió una y otra vez en el turno de mañana en pedir la cabeza de Rajoy centrando el foco en una posibilidad descartada posteriormente por el Gobierno, haciendo tiempo hasta la confirmación final del PNV.
El PNV cambia de bando
El candidato lo tenía "casi" atado desde el pasado lunes. Sabía de fuentes del PNV que "no podían sostener la corrupción del PP en solitario" pese a haber sido su salvavidas presupuestario en los dos últimos años. Y, en ese sentido, fue clave la oferta de Pedro Sánchez transmutando en sus críticas a los Presupuestos Generales del PP: "Mantendré los Presupuestos Generales del Estado en aras de la estabilidad y la gobernabilidad de nuestro país. Éste no es nuestro presupuesto, pero no los retiraremos por sentido de Estado", dijo atendiendo a la primera exigencia del PNV cuyo apoyo a las cuentas públicas de 2018 incluye una inversión de 700 millones de euros en el País Vasco.
La segunda exigencia: la convocatoria de elecciones "cuanto más tarde mejor", según lo negociado en privado para no colocar a Albert Rivera al frente de la Moncloa. Objetivo compartido con el PSOE, cuyo líder prometió: "Consensuaremos la hoja de ruta de mi gobierno con los grupos de esta cámara para atender las urgencias del país y convocar elecciones".
En ese mismo momento, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, sin soltar el teléfono móvil, salía del Hemiciclo para poder responder las constantes llamadas que recibía de los mandamases del PNV. Acto seguido, salía el secretario de Organización, José Luis Ábalos, que se ausentaba también pleno. Un ir y venir constante de negociaciones hasta las 17:20 horas, que el portavoz parlamentario del PNV daba finalmente la confirmación de viva voz de un voto a favor: "Lo hemos hecho teniendo en cuenta dos perspectivas: la ética política y la responsabilidad que nos atañe".
Se publicaba entonces el comunicado del PNV: "Votamos ‘sí’ porque responde a lo que mayoritariamente demanda la ciudadanía vasca". La realidad es que es el PNV quien ha dejado caer a su socio parlamentario, Mariano Rajoy, tras dos años de acuerdos. Son los nacionalistas vascos quienes rompieron "la palabra dada" al PP, no Pedro Sánchez. Siempre estuvo en la mente del PSOE la 'alianza frankenstein'.
Ya lo dijo el equipo del candidato a La Moncloa en la noche electoral de hace dos años, en 2016: "No se nos caerán los anillos por pactar con los independentistas". La afirmación en privado se ocultó con el mantra en público: "No llegaré al Gobierno por la puerta de atrás". Caben interpretaciones porque Sánchez subirá las escalinatas de Moncloa por la puerta delantera pero abrirá la trasera a sus aliados parlamentarios desde hoy: Podemos, PNV, ERC, PDeCAT y Bildu.