La titular del departamento de Cultura de la Generalidad, Laura Borràs, no es partidaria del bilingüismo. Considera que el catalán es una lengua perseguida que corre el riesgo de desaparecer frente a la "lengua de la inmigración". Borràs fue una de las firmantes, en abril de 2016, del "manifiesto Koiné", un pronunciamiento de filólogos y profesores nacionalistas en contra del español en Cataluña.
"La lengua de la inmigración (pero sólo la española) toma a todos los efectos el rol de la lengua por defecto, de lengua del país, de lengua nacional, y, contrariamente, la lengua del país acaba siendo privativa de una comunidad cerrada, que se va reduciendo y acabará desapareciendo, como acostumbra a pasar con las lenguas de inmigración", se dice en un manifiesto que pretende ser la pauta de la política lingüística en la república catalana.
En opinión de los impulsores del documento, "el régimen del 78 ha reafirmado la imposición política y jurídica del castellano en Cataluña. La legislación de la Generalidad reestablecida y la política lingüística consiguiente han servido para superar en ciertos ámbitos y muy precariamente la minorización total sufrida por el catalán a manos del franquismo, pero no para revertir la norma social de uso subordinado del catalán al castellano que condiciona el uso lingüístico cotidiana de la inmensa mayoría de los hablantes y que lleva a una indefectible sustitución de la lengua del país por la lengua impuesta por el Estado".
Por tanto, proponen la "restitución" del catalán como "lengua territorial" de Cataluña; "revertir la práctica subordinación del uso del catalán al uso del castellano" y "recuperación progresiva de la genuinidad de la lengua".
La propuesta de filólogos y profesores catalanistas de eliminar definitivamente el español en Cataluña y que el catalán sea la única lengua oficial causó malestar en los sectores nacionalistas partidarios de integrar el independentismo en español que representan personajes como el diputado de ERC Gabriel Rufián.