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Por dudas sobre un chalé mucho más modesto tuvo que dimitir Rafael Escuredo

Fue presidente de la Junta de Andalucía desde 1979 hasta 1984.

Apenas lo recuerdan más que los veteranos del periodismo andaluz y español. Ocurrió hace 34 años, que es casi una vida. Pero hoy lo ha recordado Pepe Fernández, uno de los gacetilleros más destacados de la Andalucía, sobre todo en su versión radiofónica. Además, fue uno de los que contaron el caso casi en directo.

La dimisión de Rafael Escuredo, el inventor del "nacionalismo de clase", copiado del catalán del PSC que impulsó al PSOE andaluz en las elecciones de 1982 y lo terminó convirtiendo en un régimen quasi nacionalista asumiendo la tesis de que el nacionalismo era la etapa superior del socialismo, fue provocada por un chalé, mucho más modesto que el de Pablo Iglesias e Irene Montero.

En realidad, el chalé no fue el motivo de la dimisión, sino el instrumento utilizado por sus "amigos" del PSOE nacional para obligarlo a dejar la presidencia de la Junta de Andalucía.

Las causas de su enfrentamiento con Felipe González, que Alfonso Guerra se limitó a la instrumentación mediante la activación de sus sicarios, fue que Escuredo, con su reforma agraria, con sus huelgas cachondas de hambre, con su ejército de asesores andalucistas y su negativa a asumir el destino servil de una región tradicionalmente preterida, se estaba acercando demasiado a una línea roja que sólo podían saltarse los nacionalistas vascos y catalanes.

El 17 de febrero de 1984, tras una reunión celebrada el día antes en el Palacio de la Moncloa, dimitía Rafael Escuredo. Sólo dos años antes había conseguido una mayoría superabsoluta de 66 escaños en el Parlamento andaluz, diez más de los necesarios. Cedía el paso a quien mandaba en el PSOE andaluz –el aparato nunca le atrajo a Escuredo–, Pepote Rodríguez de la Borbolla.

Aunque las causas de su dimisión –se conjetura, porque nunca las explicó–, tenían relación con la deficiente negociación sobre el dinero a transferir a Andalucía para activar las competencias hasta entonces del Estado, con su negativa a aceptar al candidato de González y Guerra para dirigir la operación la Expo 92 (el arquitecto catalán Ricardo Bofill) y con su creciente popularidad rival de la del mismo González, además de su coqueteo con el blasinfantismo, el detonante fue la sospecha sobre un chalé mucho más humilde que el de la pareja podemita, ahora de moda.

Desde dentro del PSOE se utilizó la construcción que Dragados, empresa a la que se adjudicó la construcción de importantes edificios sevillanos de la época, hizo de un chalé de unos 15 millones de las viejas pesetas, a Rafael Escuredo en una urbanización próxima a Sevllla donde terminaron viviendo muchos dirigentes socialistas, Gaspar Zarrías y José Antonio Griñán entre ellos.

Desde la fontanería guerrista comenzó a destilarse que el chalé fue construido merced a un trato privilegiado obtenido por Dragados. Rescata Pepe Fernández que fue –¡qué gran precedente!–, el diario El País el que disparó primero siendo acompañado por el entonces presidente guerrista de la Diputación de Sevilla, Miguel Ángel del Pino, que extendió dudas sobre la relación Dragados-Escuredo.

Una semana después, con un segundo de a bordo, Pepote de la Borbolla, alineado con Guerra y González, Escuredo se rindió precisamente ante su sucesor en el partido y en la Junta. Pero a Rafalito Escudero, como se le conocía popularmente, no se le ocurrió organizar un referéndum interno en el PSOE andaluz para que los afiliados decidieran si tenía que dimitir o no. Sí, hemos empeorado.

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